MARTA GARCÍA ALLER
ENTREVISTA
Marta García Aller: «Vivimos tiempos históricos por encima de nuestras posibilidades»
Marta García Aller presentaba esta primavera Días de perro , una recopilación de los artículos escritos durante los últimos siete años que ofrecen una foto fija de los acontecimientos que han cambiado el país y nos han llevado hasta un lugar cada vez más incierto.
—¿Qué nos queda por ver?
—Lo que vendrá no lo sabemos pero de lo que sí estamos seguros es de que venimos de unos años muy convulsos y Años de perro ayuda a ponerles un poco de orden, de contexto. Nos hemos ido acostumbrando a cosas que parecían inverosímiles a gran velocidad. Si algo me enseña haberme parado a organizar y a poner en perspectiva todo lo que ha pasado en estos siete años es a ser mucho más humilde con los que está por venir porque la actualidad no para de sorprendernos cada día. Vivimos hechos históricos por encima de nuestras posibilidades.
—¿Por qué abre el libro con el final del monólogo de Molly en el Ulises?
—Es un guiño al lector que, como yo, se sintió fascinado con el Ulises. En la novela parece que pasan años y, sin embargo, acontece en unas horas. Pensé que era una bonita metáfora acerca de cómo el tiempo nos engaña y pasa más deprisa de lo que es y puede haber horas en las que pasen años, y años en los que pasan décadas. Luego hay décadas en las que no pasa nada. Ahora vivimos momentos que desbordan lo imaginable y por eso creo que hay que reivindicar el periodismo de actualidad y las columnas de opinión, las crónicas, como un punto de apoyo y perspectiva de lo que está pasando, para ver el presente con un poco más de capacidad para asimilarlo.
—Parece que ha viajado al futuro y has regresado para contarlo.
—Sí. Nos ponemos ante el espejo de la cantidad de veces que cometemos los mismos errores porque es verdad que pasan muchas cosas que no han pasado nunca y podemos vernos en el espejo que nos ofrece los años y comprobar que cometemos los mismos errores una y otra vez.
—¿La historia se ha acelerado?
—Desde luego. Comienza en las elecciones americanas en las que gana Donald Trump y empezamos a hablar de la postverdad y emergen los populismos. Es entonces cuando aparece la nueva política, la inteligencia artificial y el Me Too. Hay cambios sociales, tecnológicos y políticos que todavía no hemos procesado y de ahí la necesidad de revisar lo que nos ha pasado.
—¿Cómo afectará a España lo que ocurra en Estados Unidos?
—Habrá que esperar al 5 de noviembre y a lo mejor, más porque se barrunta un resultado tan ajustado que será poco probable que el día de las elecciones tengamos un ganador. Lo que pude ver este verano es que Estados Unidos está absolutamente dividido. Inquieta mucho asomarse a esa realidad porque antes cuando viajabas a este país lo hacías al futuro. Sin embargo, ahora si eso es ver el futuro da mucho miedo porque es un país profundamente dividido con las instituciones erosionadas y en el que, según me decían gente con mucho conocimiento interno de las instituciones, el riesgo tras el 5 de noviembre es que puede ser caótico pase lo que pase. Si gana Trump porque entramos en un territorio desconocido. Resulta paradójico porque lo desconocido se abre con alguien que ya ha sido presidente, mientras que quien no ha sido presidenta es la que ofrece continuismo. A Donald Trump ya no le podrían poner límites como ocurrió en su primer mandato. También puede ser que pierda y no acepte la derrota.
—¿Hay más polarización ahora?
—Tras escribir Años de perro me he vuelto mucho más humilde. Lo que sí demuestra el libro es de dónde venimos: de un lugar en el que hace muy poquito tiempo daba la impresión de que la nueva política lo iba a cambiar todo. Parecía que Albert Rivera iba a ser presidente del Gobierno y que Pablo Iglesias amenazaba al PSOE en las encuestas. Hace sólo siete años que Pedro Sánchez fue expulsado del partido. Luego llegó una moción de censura que le llevó a La Moncloa. Ahora, Rivera es coach, Iglesias tiene un bar en Lavapiés y de Pablo Casado ya nadie se acuerda. Yolanda Díaz, que parecía que iba a ser un revulsivo en la política, está totalmente desdibujada y ni siquiera lidera su propio partido, que podría ir directamente a la desintegración. Podemos está en el Grupo Mixto. O sea, la nueva política envejeció antes de que les salieran canas a sus líderes y lo que tenemos ahora de nuevo es un bipartidismo clásico, con los grandes partidos dependientes de los extremos y del independentismo. Tuvimos la ilusión de un cambio que nunca llegó a ocurrir.
—Dice en uno de los artículos que el rey Felipe no tiene la lealtad ni siquiera de la propia Casa Real. Puede que eso sea precisamente lo que más le haya ayudado.
—La amenaza que tiene la monarquía no son los republicanos sino la propia erosión de la institución debido al rey emérito y eso es muy difícil para la institución y para la propia familia real. La Agencia Tributaria sospecha que si el rey Juan Carlos no regresa a España es para no tener que dar explicaciones de quién le paga, entre otras cosas, todos esos vuelos en los que se mueve. Y creo que Felipe VI ha conseguido encauzar la institución muy bien, viendo el desgaste que supone la caída de popularidad de Juan Carlos . Y es que parecía que la monarquía era él y ahora cada día que pasa su reputación se desmorona un poco más. Sin embargo, Felipe VI ha conseguido que la monarquía vuelva a tener prestigio y eso es una heroicidad.
—¿Qué papel ha jugado la reina?
—Tanto el rey como la reina, desde un punto de vista de la comunicación, han conseguido algo digno de estudio porque han logrado algo muy complicado con todo en contra. En Años de perro hay personajes que, como ocurre con el rey emérito, han quedado fuera de su tiempo. El mundo ha cambiado pero ellos, no. Juan Carlos I sigue anclado en el siglo XX. Sin embargo, la reina Letizia es el exponente de alguien que sí ha conseguido avanzar y siempre ha ido por delante en el cambio de la institución a la que representa. Y eso, en un mundo que cambia tan deprisa, tiene mucho mérito.
—¿Cómo ha mutado la cuestión catalana en estos siete años?
—Hay varias realidades contradictorias entre sí que conviven a la vez. Tenemos un presidente no independentista en la Generalitat después de muchos años, a los partidos independentistas con enfrentamientos internos y crisis profundas de liderazgo. Esto se vio en la última Diada, con manifestaciones crepusculares y poca organización. A la vez, hay siete diputados de Junts en el Congreso de los que depende la gobernabilidad de España. Esa dialéctica está ahí y convive. Esta es una de las consecuencias que nos dejó el procés. Fue muy grave lo que pudo haber pasado. Cuando lees Años de perro te das cuenta de que podemos aprender de lo que nos ha pasado, pero también de lo que pudo haber ocurrido.
—En el libro habla de nuestras contradicciones como sociedad.
—Tenemos muchas e inevitables. En un mundo tan cambiante no todos lo vivimos igual ni en la misma dirección. Paradójicamente, en los últimos años ha cambiado mucho el feminismo y las políticas de igualdad han avanzado con una velocidad que no habíamos visto en mucho tiempo. Y, en cambio, vemos un aumento del feminismo muy vertiginoso. Hay un efecto rebote que se ve en la brecha de género de cómo votan los jóvenes. Los chicos votan más a la derecha y extrema derecha y ellas, a partidos de izquierda. Dentro de la juventud viven distintas realidades. Tendremos que ir resolviendo en los próximos años esta dicotomía de que el feminismo y el antifeminismo sean reclamos electorales. También hay que conciliar el hecho de que tenemos que blindar las políticas de ayudas a los mayores, como si fuera un colectivo muy vulnerable, y en ocasiones de hecho lo es, pero olvidamos que la franja de edad con más riesgo de pobreza en España son los jóvenes y los jóvenes con hijos a su cargo. Nos tenemos que plantear que si cuanto más protegemos a los mayores, más desprotegemos a los jóvenes y a su futuro, es que se apuesta por conseguir votos de los colectivos mayoritarios. Los jóvenes votan poco y son menos.
—¿Acabará Ábalos con Sánchez o es incombustible?
—Pedro Sánchez comienza Años de perro subido a un Peageut y recorriendo las sedes del PSOE de toda España. Llega a La Moncloa con poyos muy precarios y sigue en la presidencia en minoría pero todo el que ha intentado algo contra él ha ido cayendo. En algún momento esto cambiará. El final del libro es precisamente el 29 de abril cuando todos contenemos la respiración porque Pedro Sánchez anuncia que se toma cinco días para reflexionar y todos creemos que va a dimitir. De hecho, paré el libro porque entraba en imprenta el día 30. Cuando escribe la dichosa carta entré en pánico porque el libro envejecía mucho. ¿Y qué pasó? Nada. Hay un artículo sobre Ábalos, El ministro que no sabía dónde empieza y termina España , que versa sobre la polémica sobre si Delcy había pisado o no suelo español. Leer ahora las crónicas de entonces es fundamental para entender lo que está pasando hoy. La actualidad es como una barra de sushi que va dando vueltas y nos devuelve una y otra vez los mismos personajes porque José Luis Ábalos, que parecía amortizado en 2021, ahora puede poner en jaque al Gobierno con el caso Koldo. Para pillar a los políticos en sus mentiras necesitamos acordarnos de cosas que nos han dicho. Puede que Ábalos no acabe con Sánchez, pero sí acabará con la visión de sí mismo que tiene el presidente.
—De esa imagen de Gobierno bonit del principio después de echar a Rajoy.
—Exacto, cuando después de la moción de censura teníamos hasta un ministro astronauta e independientes y una ilusión de regeneración que el libro recoge muy bien: No vamos a ser como los demás, decían. Si el presidente del Gobierno dijo que Ábalos había sido el responsable político de Koldo. Ahora ¿quién es el responsable político de Ábalos, que fue el secretario de Organización del PSOE?