letras diabólicas
El pacto con el diablo es uno de los motivos culturales que más se repiten en la Tradición cristiana, según la investigadora Beatriz Erlanz, quien describe algunos casos de este hipotético acuerdo entre un humano y el demonio.
Pactar con el diablo
Beatriz Erlanz documenta en un libro los llamados pactos fáusticos en el cine, la música y las leyendas
En la tradición católica, los ángeles son unos de los espíritus celestes que, junto con los principados y los arcángeles, tienen la misión de actuar como mensajeros divinos. Algunos de estos espíritus fueron expulsados del Cielo por rebelarse contra Dios, convirtiéndose en ‘ángeles rebelados o caídos’.
Aunque según distintos autores, relatos y fuentes como El Libro de Enoc, fueron expulsados más de doscientos de estos espíritus rebeldes, el ángel caído que más protagonismo tiene en los textos y tradiciones es Lucifer, que después de ponerse en contra de Dios, se transformó en Satanás o Satán, comúnmente conocido como el Diablo, y considerado como la encarnación del Mal. Los relatos bíblicos muestran a Satanás como una entidad originalmente benigna y que al rebelarse se volvió maligna: un ser, a veces personificado en una serpiente, que fue desterrado al infierno, convirtiéndose en el gobernante y líder opositor al Reino de Dios y que engaña a los seres humanos incitándolos a que no sigan los preceptos establecidos por el Creador.
La investigadora y divulgadora Beatriz Erlanz (Zaragoza, 1976) dedica una mirada singular a aquellos espíritus insolentes que han marcado la cultura popular de nuestro mundo, tanto a los ángeles expulsados del Paraíso en general, como a Lucifer-Satanás, en particular, en su libro Ángeles caídos.
Erlanz efectúa un paseo variado por la mitología y la cultura popular, a veces con una chispa de humor, y en otras ocasiones sobrecogedor, explorando una galería de personajes, tanto humanos como sobrenaturales, que hicieron de su caída una historia extraordinaria, y que están presentes en los mundos del cómic, la música, la televisión, la antropología y la literatura.
Humanos sin escrúpulos
«Hay ángeles de muchos tipos que, desde las grandes alturas de la gloria, han caído como bólidos resplandecientes. A veces chocando; en otras ocasiones, desapareciendo en el aire, volatilizados. Unos por propia elección, otros de manera involuntaria. Siempre fascinantes», señala Erlanz, investigadora de la cultura, las tradiciones, la historia y los misterios.
El primer capítulo de su libro se titula Pacto con el diablo, un suceso al que las fuentes enciclopédicas describen como un acuerdo entre un ser humano y Satanás o cualquier otro demonio o demonios, y en el que la persona ofrece su alma a cambio de favores diabólicos poderosos. «Si hay un motivo cultural que se ha ido repitiendo a lo largo de los siglos en la tradición cristiana, ese motivo es el del pacto con el diablo, también llamado pacto fáustico», explica Erlanz. «El demonio no cayó solo, y siempre está ansioso de compañía, por lo que desear que otros caigan es parte de su misión demoníaca vital», señala la autora.
«¿Y qué mejor manera de caer (tiene un ser humano) que repetir la jugada de Lucifer: tomando el cielo por asalto o queriendo penetrar de manera prohibida en otra esfera más alta?», prosigue. Explica que «esa es la esencia pura del pecado. Y en eso consiste un pacto con el diablo: en querer acceder de manera irregular y antinatural a un poder superior, siendo lo que se entrega a cambio de ese acceso, su alma: la dádiva sagrada de Dios al hombre».
Lo que ese futuro ser humano caído requiere al diablo puede variar según sus pretensiones —puede tratarse de la Eterna juventud, riquezas inagotables, fama, poder, conocimientos fuera del alcance de las personas comunes— pero suele implicar sacrificar valores espirituales a cambio de una ganancia material, según explica Erlanz. Aunque el pacto también puede consistir «simplemente en un mero vasallaje a Satán sin pedir nada a cambio», apunta. «Puede ser un pacto oral o escrito, pero siempre deja una señal en el cuerpo, la marca del diablo. Si es escrito, la sangre del solicitante es imprescindible para firmarlo», puntualiza.
Explica que «el contrato demoníaco exige una ceremonia, porque según el demonio invocado», es necesario efectuarlo en «un mes específico, un día de la semana concreto y una hora del día, así como en una ubicación propicia». «En la tradición, el pacto suele acabar mal para el humano, con su condena eterna y una lección moral para los demás; sin embargo, en ocasiones puede aparecer un giro cómico, con el que se consigue burlar al diablo de manera temporal. Pero al diablo no le gusta perder y es muy listo», de acuerdo a esta autora.
Pactos demoníacos
El islandés Sæmundur Sigfússon, el Sabio (1056-1133), es uno de los sujetos más precoces al que se le achaca un pacto satánico, según explica Erlanz en su libro. Sacerdote, erudito y poeta, se trata de una figura destacada de la literatura naciente islandesa, y es protagonista de diversas historias, la mayoría de tono jocoso, en las que consigue engañar al diablo después de haber realizado un pacto con él, puntualiza.
Añade que «antes que el islandés (Sæmundur Sigfússon), fue un papa el que se ganó la fama de esclavo de Satanás: Silvestre II (945-1003), nacido en Auvernia (Francia)». Teólogo, filósofo, matemático e inventor, «se instruyó en disciplinas que en la cristiandad no se conocían y fue un adelantado a su tiempo, un auténtico polímata, y por ello, sospechoso», señala Erlanz. Detalla que «los relatos fantásticos en torno al ‘papa del año 1000’ son innumerables; uno de los más curiosos es el de haber hecho un pacto con un súcubo llamado Meridiana, con quien vivió en concubinato hasta su fallecimiento». Menos simpático fue el final del escocés John Fian (fallecido en 1591), que, bajo tortura, confesó detalladamente haber hecho n pacto con el diablo, comenta la autora.
«Maestro de escuela y médico, fue acusado de brujería manifiesta, de hechizar a otros ciudadanos y de provocar tormentas para hundir la flota naval del rey Jaime VI de Escocia. Fue estrangulado y quemado en el castillo de Edimburgo, a pesar de que se había retractado de sus declaraciones», relata.
El aura infernal de Paganini
En el mundo de la música, un caso muy popular es el del compositor y violinista italiano Niccolò Paganini (1782-1840), quien todavía no ha sido superado en habilidad técnica y cuyo virtuosismo, actitud vital, expresividad e imagen excesiva que proyectó, fueron atribuidos a un pacto con el diablo, según esta autora.
Fue su enorme talento el que lo relacionó con Satanás, según Erlanz. «Ningún ser humano podía tocar de esa manera sin un soporte sobrenatural. Poseía un aura turbadora e infernal, opinaban sus coetáneos», apunta. Erlanz describe en Ángeles caídos , otros casos notorios d que involucran tratos demoníacos, como el del manuscrito medieval Codex Gigas o Biblia del diablo (supuestamente escrito con la ayuda de Lucifer) y otros sucesos narrados en leyendas como las del buque fantasma Holandés Errante, o la del santo cristiano Teófilo de Adana, que fue el germen del pacto demoníaco más célebre de la historia, el de Fausto, inmortalizado en distintas obras literarias.
«Cada pacto con el diablo es personal y único. Las variables dependen del solicitante, de lo que pida y el pago que exija el demonio. Las leyendas muestran una variedad de peticiones y resultados», recalca.
En la cultura popular, «el perfil de quien realiza un pacto con el diablo suele ser de un personaje ambicioso y algo egocéntrico, no suele ser altruista. Y en ocasiones perjudica a quienes le rodean».