ENTREVISTA
«Somos el último comodín para paliar los errores del capitalismo»
Margarita Martínez Trapiello presenta el ensayo Soy mujer, no objeto. Editado por Círculo Rojo, el libro ha sido prologado por la filósofa Amelia Valcárcel y se pondrá de largo en la Fundación Sierra Pambley el jueves 14 de noviembre. Avalada por su larga trayectoria profesional -estuvo presente en la creación de la asociación feminista Flora Tristán y fue una de las primeras abogadas colegiadas de León- Margarita ejerce con bravura su derecho a la libertad en una defensa radical de la mujer con la autoridad de quien se ha batido el cobre en los juzgados para defender derechos en una época en la que la violencia machista se juzgaba como delito menor cuando no como una simple falta.
Destaca la autora que el patriarcado adapta hoy en día actitudes más sinuosas en la opresión . «En los últimos tiempos, con la aparición de otros movimientos que se pretenden fusionar con el feminismo, de alguna manera se está distorsionando y opacando de nuevo al movimiento feminista», defiende y se muestra combativa con el lobby trans que trata de demonizar la defensa del feminismo radical desde el odio y la cancelación. Soy mujer, no objeto es lectura obligada en un momento en el que el relativismo recorta derechos logrados durante siglos de lucha.
-¿Cómo saber hoy qué es el feminismo cuando hay tantos enemigos de las mujeres que se disfrazan de aliados?
-El feminismo es una idea radical o una teoría que pretende demostrar que las mujeres somo personas y que desmonta la visión patriarcal de lo que es la realidad que ha impuesto el patriarcado, y que pretende otorgar a la mujer la condición de ser sujeto político. Cuando el establisment o los poderes públicos hablan de feminismo siempre hay que desconfiar, porque no deja de ser un mensaje engañoso que pretende nuevamente perpetuar la situación de opresión de la mujer y, en la mayoría de las veces, con la única finalidad de arrancar un puñado de votos. Si realmente fueran feministas los que presumen de ello, que además son los detentadores del poder, harían todo lo necesario para acabar con esta desigualdad.
-¿Cuál es el horizonte de un mundo en el que la ideología trans nos haya eliminado de la realidad?
-El horizonte de la mujer en el supuesto de que prospere la ideología trans es ya no solo la desaparición y borrado de la mujer sino también la vuelta a las cavernas. Queda como paradigma el hombre siendo de nuevo la medida de todas las cosas y por otro lado unos entes sin entidad alguna a los que se les envía de nuevo al espacio privado, a la naturaleza y fuera de todo aquello que suponga cultura, razón y tener la categoría de sujeto político.
-Con su bagaje profesional e intelectual. ¿Qué diferencia ve entre el pasado y este presente tan incierto en la lucha feminista?
-El presente no es mucho mejor que el pasado. Ciertamente se han conseguido muchas cosas, pero el retroceso actual viene por una pretendida igualdad no conseguida. A la mujer se le exige el cuidado de hijos y mayores, la brecha salarial ahí está cada vez más presente. La hipersexualización y cosificación de la mujer se está imponiendo en nuestra cultura a pasos agigantados. La reproducción mediante los vientres de alquiler es una vuelta de tuerca muy bien orquestada por el patriarcado, que reduce a la mujer al peor de los extractivismos capitalistas de la carne, la compara con una mercancía, en definitiva, es la política sexual de la carne.
-¿Por qué parece que la izquierda está en la cancelación del feminismo?
- La izquierda, que tiene igual que los partidos políticos de la derecha una estructura totalmente patriarcal, toma por bandera el feminismo, pero en cuanto este supone un peligro para sus fines, que no son otros que la detentación del poder, lo deja de lado o se deshace de él. Y esto lo dejó muy claro Emma Goldman, quién habiendo participado codo con codo en la Revolución Rusa lo denunció a lo largo de su vida y le ocasionó el exilio.
-¿Dónde encuentra hoy los monstruos del patriarcado?
-Si veníamos en el siglo XX de un capitalismo exacerbado con el que no pudieron acabar ni las socialdemocracias de postguerra, ahora estamos en un auténtico hipercapitalismo en el que como siempre la mujer es el último eslabón. El peor pagado, del que se prescinde cuando hay crisis económicas, el último comodín al que se recurre para paliar los errores del capitalismo. Nada ha cambiado.
-¿Qué es el género?
-La palabra género es una mala traducción del gender anglosajón, por eso es muy difícil definirlo. Algunos lo definen como un estilo corporal, como un acto performativo, como una construcción social y cuando existe una confusión tal inevitablemente peligrosa hay que huir de ella porque detrás está sin lugar a duda el patriarcado. Solo a este le puede interesar esta confusión porque si la mujer con enormes dificultades alcanza algunas cotas de igualdad o poder el mejor mecanismo que tiene es su borrado, negarle el sexo, y negado éste, la mujer ya no existe.
-¿Hay que buscar una nueva hermandad?
-Indudablemente hay que buscar una alianza de todas las mujeres, por eso en el libro dedico un capítulo al feminismo negro y colonial con el que hay que contar y llegar a algunos puntos en común. ¿Alguien se acuerda de las mujeres afganas? ¿Cómo se explica que en muchos países los varones doblen en número a las mujeres? Esto va en contra de la biología más elemental. Pues porque se las hace desaparecer, se las priva de asistencia médica y se trata a las niñas como animales de carga.
-¿Cómo podemos defendernos de culturas que tratan de devolvernos al rincón de la historia?
-Luchando sin descanso, denunciando las injusticias y sobre todo terminando con la política sexual de la carne.
-¿Por qué cree que hay mujeres que defienden el regreso al rol de la sumisión?
-Los hilos del patriarcado cada día son más sutiles y difíciles de ver. Cuando se cosifica a la mujer, unido a la presión social y en los últimos tiempos la influencia en redes de los mal llamados «influencers», todo esto es un caldo de cultivo perfecto para devolver a la mujer a su espacio natural que es la esfera de lo privado, lo público queda para el hombre.
-¿Qué obligaciones tenemos para dejar a las niñas un futuro más justo?
-La de seguir luchando cada día. La obligación de reivindicar una educación que desde la primera edad ponga a las niñas en un lugar respetado por todos y fundamentalmente por sus propios compañeros de juegos y clase.
Del machismo hemos pasado a una misoginia cada vez más descarada. ¿Cómo luchar contra ella?
-La misoginia siempre ha existido y jamás se ha conseguido su abolición. Nos hicieron creer que, con el derecho al aborto, al divorcio, al trabajo -no es cierto que a igual trabajo igual salario- ya teniamos bastante. Cuando hemos intentado conseguir la vida pública o conquistar la calle, el patriarcado ha salido a reprimir estos logros y está ejerciendo una violencia no antes conocida sobre las mujeres.
-¿Por qué prohíben la venta de seres humanos o de órganos y se mira con indulgencia las granjas de mujeres?
-Porque quién acude a ese tipo de compra del cuerpo de las mujeres suelen ser personas con un alto poder adquisitivo. Es un negocio que se fundamenta en la explotación de las mujeres del tercer mundo, y si en el primero nos va como nos va, allí se consiente o tolera porque produce miles de millones de beneficios anuales.
-¿Qué podemos hacer para que las nuevas generaciones no abdiquen de todo lo que se ha logrado?
- La educación es el pilar fundamental, pero hay que revisarla porque la que hemos tenido y tenemos tiene un matiz patriarcal que hace que no se avance. Hay que revisar los planteamientos al respecto, pero la práctica nos hace ver que son los hombres los que siguen controlando todo lo que se refiere a la esfera pública, como siempre y como antaño.