El atractivo de la creación heterogénea
Resulta llamativa la estructura de
Dietario voluble,
el reflejo literario de cuatro años de la vida de Vila-“Matas. Realmente, habría que hablar de tres años, porque el año de 2005 es en esencia un preámbulo de la obra. Pero no debe pasar desapercibido. En las tres páginas dedicadas a diciembre de 2005 se anticipa buena parte de los temas desarrollados en los tres años siguientes: la casa, la música, los libros, la aversión hacia los críticos-¦ Sin olvidar las «historias paralelas», frecuentes estas últimas a lo largo de la obra. Presentes incluso en esa escena en la que se narra la llegada del mensajero de libros, escuchando absorto desde la escalera la melodía que suena en el estudio del escritor.
El resto de la obra es la crónica personal y literaria de Enrique Vila-Matas, uno de los intelectuales que vive con mayor pasión y profundidad el mundo de la literatura. Viajero impenitente, apasionado de París, lector compulsivo pero crítico, admirador de determinados escritores europeos-¦ las páginas del
Dietario voluble
son un arrebatado cuaderno de bitácora personal. Por las condiciones en que las impresiones fueron concebidas y por la pasión con la que han sido redactadas, la obra resulta aparentemente heterogénea en su forma. Si ciertos fragmentos no son sino apuntes redactados a vuelapluma, otros son pequeños ensayos o admirables semblanzas de intelectuales. Quedan muy claras las preferencias humanas y literarias del escritor, cuya vida para el lector medio resulta sorprendente.
Un ejemplo llamativo de su visión psicológica, aparte de la literaria, son «las historias paralelas»,
encuentros
misteriosos con elementos humanos o paisajísticos. Tal vez porque «el interior de nuestra casa tiene siempre un antiguo y obsesivo paralelismo con el de nuestro cerebro» (p. 148), algo que confirma con la experiencia de comprobar la llegada a su domicilio de un curioso libro,
Casa
. Es semejante a lo que le ocurre al escritor con el faro de Santa Marta de Cascais, de curiosas y sorprendentes ramificaciones personales y estéticas. No es muy diferente la presencia del azufaifo, un árbol exótico, en peligro de extinción que se erige en eslabón de curiosas coincidencias personales. Crítico con España («horroriza el nivel de ignorancia de este país y, sobre todo, de satisfacción de esa ignorancia»), Barcelona recibe también un trato casi despiadado, lo cual no implica que esté carente de base. Y, frente a este localismo, las sabrosas experiencias por otros ciudades y otros países, con la personalísima visión de Finlandia y su fascinación por México, patente en las anáforas de «México me fascina-¦» de la p. 185.
Resulta esencial en la obra la extensa relación de sus lecturas, repartidas entre sus mitos personales y las nuevas experiencias. Es pretencioso intentar una relación de título o autores, pero la sorpresa es constante. Sirva de ejemplo (junto a su admiración por Montaigne) la semblanza de Philipe Petit, el funambulista autor de
Alcanzar las nubes.
O su confesión de que él no es autor de la misteriosa novela
El teorema de Almodóvar
, de tanta repercusión editorial
.
Tal vez uno de los aspectos más sorprendentes y atractivos de este
Dietario voluble
sea la capacidad de Enrique Vila-Matas para convertir en literatura cualquier tipo de experiencia, independientemente del motivo, baladí muchas veces, que la haya generado.