LAS NOVELAS GANADORAS DEL PLANETA
La hípica como trasfondo narrativo
Es bien conocida la afición y profundo conocimiento de Fernando Savater sobre la hípica, como lo es su variada cultura, que aplica a todos los campos de la vida diaria. Esta condición
cultural
no queda, sin embargo, patente en esta novela. Como si el escritor no quisiera contaminar sus líneas de excesivos e innecesarios brillos eruditos. El trasfondo esencial de la obra es en apariencias sencillo: el famoso caballo «
Espíritu Gentil
vuelve a las pistas, a la competición, a la batalla» (p.18). Su retorno es un sueño para los aficionados a la hípica: «Y vuelve para intentar ganar donde perdió o para arrastrarnos a todos sus fieles con él».(p.21) El hecho de que el capítulo 4 lleve por título «
Fichas semipoliciales
(
de las que la policía puede no tener cabal noticia)
» anticipa el estilo de la obra, planteada desde una doble mirada: la tercera persona del narrador y cierta forma de perspectivismo, a través de la narración de «el Profesor» y «el Doctor». El capítulo se convierte así en un
dramatis personae
.
A pesar de la presencia mítica del caballo, la novela es una visión de los bajos fondos, donde campan a sus anchas los poderosos. José Carvajal Ferreira, «el Dueño». y Ahmed Basilikos, «el Sultán» responden al estereotipo de seres insaciables en la búsqueda de un poder para el que utilizan como estrategia aristocrática el mundo de la hípica. La noble pasión que los aficionados sienten por los caballos no es en ellos más que un rutinario procedimiento para conseguir objetivos inconfesables. La originalidad de la novela de Fernando Savater surge de una situación inesperada. Para que el mítico caballo
Espíritu Gentil
pueda conseguir la ansiada victoria en la carrera que falta en su palmarés, y sobre todo, en su ambicioso dueño, es necesario que lo monte Pat Kinane, el jinete que mejor conoce al caballo, cuya rebeldía nadie es capaz de controlar. Su desaparición complica todos los proyectos y la novela, esquivando de alguna manera el mundo de los poderosos, se centra en el idealismo de Pat Kinane y su admiración por el entrenador Wallace, en situación crítica. Es necesario encontrar al jinete. El cumplimiento de este objetivo desvirtúa un poco el ritmo de la novela. La localización y rescate del jinete en la isla Leonera de «el Sultán» (descrito en el capítulo jocosamente titulado
Hic sunt leones
») son tareas de cierta ingenuidad. Pat Kinane será recuperado y se celebrará la carrera, narrada desde la perspectiva del entrenador Wallace, que, postrado en la cama de un hospital, será símbolo del idealismo deportivo. Aunque aderezada con un buen sentido del fragmentarismo, la escena final tiene demasiado sentido melodramático.
La novela, ya ha quedado apuntado, muestra una vez más dos facetas de Fernando Savater, su pasión por el mundo de la hípica y su gran cultura, pero hace pensar que no ha ahondado suficientemente en ellos. Como si hubiera querido evitar interpretaciones de especialista que puedan desorientar al lector o hacer fatigosa la lectura. Ese peligro que las novelas concebidas para el éxito multitudinario deben siempre esquivar.