«Lo más importante de una novela es la historia y que ésta sea lo más fascinante posible»
-”La pregunta es inevitable. ¿Existieron de verdad los Baldrich?
-”Los Baldrich no han existido más que en la ficción, pero a menudo, después de tantas horas con ellos, de tan ficticios que son me parecen más reales que el autor. Posiblemente estaban dormidos en mi interior, y como en casi todas las historias, en esta hay una pequeña parte endógena y una gran parte ficticia.
Para mí, lo más importante de una novela es la historia, y que ésta sea lo más fascinante posible. Quería hacer una novela de personajes que abarcara parte de la historia última de España y que se emparentara con la quimera de un personaje emprendedor y brazo derecho de sí mismo. Me interesaba poner en juego a unos personajes en situaciones que puedan arrancar la conciencia del lector y que generen preguntas y sentimientos contrarios. Creo que Jenaro Baldrich, en ese papel de magnate y patriarca de una familia que no puede dominar, promueve muchas interrogaciones. A Jenaro se le puede admirar y odiar al mismo tiempo. Me gustan los personajes arrepentidos, que no se van a tiempo y que se arrepienten y tienen que vivir con ello.
-”¿Por qué un narrador tan ajeno a la familia para contar la historia de los Baldrich?
-”Como en casi todo en la vida, en literatura también son importantes la distancia y el tiempo, por eso el narrador de Los Baldrich es un personaje ajeno a ellos. Gracias a eso vive con pasión e intensidad la vida de una familia que no es la suya, pero que paulatinamente va asumiendo. Nunca se dice de dónde viene porque eso no importa, es lo de menos.
-”La historia de la España de la segunda mitad del siglo XX acompaña en todo momento a la familia. ¿Se trata sólo de un marco en el que ubicar a los protagonistas o es un personaje más?
-”La historia del último siglo en España es trágica, pero tiene un punto fascinante y perfecto para enmarcar una historia. Desde los años cincuenta hasta los noventa los cambios y los avances tecnológicos, políticos, sociales, artísticos son muchísimos. Es un marco propicio para poner en juego a unas generaciones que sueñan pero que enseguida renuncian a lo soñado. Me interesa ese espacio en el que se pasa de ser un país auténtico, espontáneo, a un país de nuevos ricos, seducido por «lo razonable».
-”El propio Jenaro, con su affaire con Francesca, acaba traicionando el buen apellido de la familia. ¿Es Sagrario la única que permanece hasta el final en el lugar que le ha sido asignado?
-”Francesca es producto de su conquista, de su cosmopolitismo. Es ella quien le hace sentir como a él le gusta en privado, es lo desconocido que atrae a los cobardes con poder.
Sagrario es víctima de su condición humilde. Y eso es algo que no le deja crecer. Por tanto, el lugar que se le ha asignado es ese, el de la señora de, lo que pasa es que en realidad ella no se atreve ni siquiera a serlo porque se avergüenza de sí misma y puede que sepa que ese universo no debería de haberle correspondido.
-”El fútbol ocupa en la vida de los personajes un lugar tan importante como los negocios-¦
-”El fútbol es pasión y acompaña a esos personajes toda la vida. Para Mateu es algo más, lo ha vivido desde pequeño y muchas de sus ilusiones de niño se han proyectado en su equipo. En cambio para Jenaro es una distracción, un ambiente adecuado para generar más relaciones sustanciosas. Podemos decir que Mateu siente los colores de su equipo, Jenaro siente los colores del dinero.
-”Nati es la única que consigue alcanzar un modelo de familia en el que priman la amistad, el amor y la comprensión. ¿Ha caducado el modelo de familia tradicional española?
-”La familia tradicional permanecerá siempre, pero en la vida actual hay otros tipos de familia. La gente se mueve mucho, vive fuera de casa, en otros países, y tiene la necesidad de hacerse sus otras familias en otros lugares. Es normal.
En muchas familias ocurren situaciones absurdas, casi surrealistas, en las que primos y hermanos que no se soportan, o que ni siquiera se conocen porque no tienen nada en común, tienen que comer juntos el día de Navidad, por suerte, hoy en día, tienen la oportunidad de hacerlo con la tele puesta, lo cual ayuda a evitar daños mayores. Este tipo de familia está condenada a extinguirse. Puede parecer un tópico pero es cierto, la familia es una imposición y los amigos no. La propia Nati Baldrich acaba teniendo dos familias y convive con ellas.
-”Resulta muy interesante la forma en que se describe la evolución de la fisonomía de Barcelona con el paso de los años. ¿Es muy diferente la Barcelona de hoy?
-”Sin duda es muy diferente. Es una ciudad donde todo el mundo tiene su parcela. Barcelona ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Sigue siendo una ciudad fantástica, pero es víctima de su propio éxito. Ha conseguido convertirse en un hotel de lujo. Me interesa esa Barcelona de los Baldrich , la Barcelona como miscelánea mediterránea, puerto de ilusiones emprendedoras, negociante, exportadora de sí misma, como el propio Baldrich.
-”Hablando de ciudades, ¿Madrid y Barcelona son un marco o más bien un personaje?
-”Son las dos cosas a la vez. Madrid se presenta como ese espacio propicio a las casualidades, que va absorbiendo gente sin preguntar de dónde vienen. Madrid es la ciudad en la que todo es posible. Y cuando vives en ella, te das cuenta de que es cierto. En la novela hay una casualidad que sólo es creíble en Madrid, porque las relaciones humanas son mucho más directas, más de contacto físico que de teléfono.
Por su parte, Barcelona es fundamental en el desarrollo de Jenaro Baldrich y en la formación de su personalidad. Los dos van creciendo juntos.
En cierto modo sí que es un homenaje a dos ciudades con formas de vida diferentes pero complementarias, que son marco y personaje a la vez. La historia de los Baldrich de ninguna manera podría darse en otras ciudades que no fueran estas.
-”No obstante también hay sitio para Argentina-¦
-”Sí, el Buenos Aires de las cartas de Ignacio Párbole es un universo completamente distinto al de la Barcelona de Sagrario. Son lo opuesto. Luego se gira la tortilla y mientras uno recupera la dignidad el otro está siendo fulminado. La dictadura militar del cono sur fue algo tremendo, salvaje. Barcelona acogió a muchísimas familias de exiliados argentinos y uruguayos en los finales de los setenta y principios de los ochenta. Yo mismo crecí en Barcelona con compañeros de clase argentinos, que siendo niños estaban traumatizados, pero sin saber conscientemente lo que contaban, episodios durísimos cuyo recuerdo los hacía llorar en el patio a las primeras de cambio. Luego viví mucho tiempo en Montevideo, donde hice grandes amigos uruguayos que habían vivido el exilio en una Barcelona que les recibió muy cordialmente y que no había manera de que olvidaran.