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Publicado por
León

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S e dice que la belleza es la única verdad que no necesita justificación. Así pues, Benito Escarpizo no cree en los manifiestos, sino en la obra como hecho. «Cuando el manifiesto es mayor que la obra, es que ésta carece de contenido o el que tiene no es evidente». Es difícil la autocrítica porque por naturaleza somos vanidosos y nos justificamos. La falta de medio expresivo se justifica con acciones injustificables, nos comenta. «Muchos pintores sirviéndose de las nuevas tecnologías y de técnicas pictóricas elementales, se atribuyen contenidos personales con el simple gesto de la utilización de aquello visto y trabajado como básico» . Ésta es una de las muchas notas y reflexiones de Ana Cristina Pastrana en El arte de mirar , que en esta ocasión nos acerca a Benito Escarpizo y la sublimación de lo cotidiano . «Toda la obra de Benito de Escarpizo -“continúa la autora de la serie- es un reflejo de su caminar, pero también existe un símbolo que permanece desde siempre en todos sus trabajos y que refleja la fortaleza de un hombre que sabe amarrarse con fuerza a la pintura para que las vicisitudes y contratiempos de la vida no maten su creatividad y le subyuguen. La pintura es un reto, un salto a la otra orilla, el bastión que le ha permitido siempre mantenerse en pie, seguir luchando, seguir viviendo. La pintura es la cura mágica contra el dolor, el deterioro, la soledad, la angustia, la desesperación. La rosa, el lirio-¦ son símbolos recurrentes con los que el pintor hace una elegía encomiable de su amor por la vida». Ahora es el lector el que tiene la palabra. Encontrarse con la obra de Benito Escapizo es, además de un reto, un gozo. A partir de aquí el lector puede iniciar ese camino.