Diario de León
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León

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C armen, treinta y pocos, aguarda su turno en la carnicería, espera y se desespera, consulta repetidamente su reloj, cada vez se muestra más impaciente...

Todavía tengo esta mañana que devolver en el videoclub los deuvedés de Kike. Llegarme a la tintorería para recoger el abrigo de Kike. Devolver en el Corte Inglés la impresora de Kike. Ir al administrador a recoger las llaves del coche de Kike. Devolver el top que me regaló Kike porque después de siete años juntos no sabe aún qué talla uso. Pasarme por Correos para recoger el paquete de Kike. El paquete de Kike... En fin. Recoger, devolver. Recoger, devolver. Recoger, devolver. RE-CO-GER: en Argentina un plan apasionante, bárbaro, pero aquí nada más lejos de la realidad. DE-VOL-VER: justamente de lo que me están entrando ganas ahora. Para colmo no tengo ni idea de qué me voy a llevar. Cada día me cuesta más trabajo decidir qué hacer de comida y más trabajo aún pronunciar el nombre de mi marido sin sentirme desgraciada.

¿Carne o pescado? Pescado, según los nutricionistas es más aconsejable. Pero nada de inmaduros; y a ver si de una vez me aplico yo el parche. ¿Merluza o bonito? ¿Cogote o ventresca? Pescado azul, eso siempre. Aunque mejor pido carne, que a Kike le gusta más. ¿Para freír, asar o hacer en salsa? Eso no lo sé todavía, pero de ternera seguro. El solomillo es la carne más valorada, aunque la falda resulta muy buena en estofado. Sí, pero también tiene mucho nervio, y lo que se come se cría. Entonces no. ¿Y carne picada de pescuezo? ¿O aguja para hacer filetes empanados? ¿O costillar? ¿O carrillada? No, demasiado gelatinosa. Ahí dice que la lengua y el corazón son las carnes más magras. ¡Qué asco!, eso se lo va a comer Rita la Cantaora. ¿Morro o rabo? ¿Espaldilla o riñonada? ¿Pecho o redondo? Creo que nada. Mejor cerdo. ¿Jamón o codillo? ¿Papada o panceta? ¿Frita o a la plancha? ¿Chuletas o lomo? Y si acaso elijo lomo, ¿fresco o adobado? Uy no, cerdo no. Si por casualidad el olor alcanza la ventana de mi vecino tunecino, seguro que monta en cólera y sube para convercerme de que del cedo ni los andares. ¿Por qué no cordero? ¿Chuletas, paletilla o pierna? Y en caso de escoger pierna que tanto gusta a Kike a raíz de tantas excursiones a la Sierra de Credos, ¿asada o deshuesada? ¿Y espaldar? ¿Y manitas? Va a ser que no. Lengua, pecho, morro, rabo, manitas... De repente todo tiene demasiadas connotaciones sexuales. También tienen carne de oveja. Y de cabra. Y de caballo... ¡Y de otros camélidos sanos! ¡Qué estupidez! Si fuesen insanos, ¿quién coño los compraría? Anda, pero si también hay carne de caza, de jabalí y venado. Incluso de oso, avestruz y cocodrilo... A Kike le encantan los exotismos tanto como a mí sorprenderle. Cuando no logro conquistarle por mis atributos, le conquisto por el estómago. Pero creo que no, son carnes muy fibrosas tanto como Kike cuando nos conocimos. ¡Cuánto extraño su tableta de chocolate y sus musculosos brazos! ¡También hay carne de varias especies de mamíferos marinos! Desde luego este mercado es fantástico, tiene de todo. Pero no, qué pena más grande, animalitos, tan divertidos bajo el agua. Seguro que hay aves de corral como pollo, pavo, pato. Lo malo es que con el primero te salen pelos en los lugares más insospechados de tu anatomía, el segundo no sabe a nada o a lo sumo a cartón y el último es demasiado grasoso, tanto como Kike en la actualidad. Quita, quita, mejor animales con pelo que animales con plumas, que a él las plumas le dan no sé qué. Pensándolo mejor, vuelvo a lo clásico y me decanto por la ternera porque a este paso nos veo ayunando e iniciando aquí nuestro particular ramadán con el vecino tunecino. Ahora la duda está entre roast beef y entrecot. Pero esto sí lo tengo claro. Entrecot, que a Kike le gusta más. Y si le pongo salsa a la pimienta... ¡¿Y a mí?! ¡¿Eh?! ¡¿Y a mí?! ¡¿Qué me gusta más a mí?! ¡¿Y por qué tiene que ser carne?! ¡Si antes de conocerle yo era vegetariana!

Según mi psiquiatra, padezco procrastinación negativa. Es decir, pereza o dilación a la hora de tomar una decisión. Si es que soy imbécil. Debería liarme la manta a la cabeza e irme de aquí para siempre. No digo de este mercado, que ha obtenido el primer premio de la Federación de Mercados por su higiene y distribución, sino de la ciudad. Ahora estaría tumbada en una playa de arena blanca y aguas cristalinas, viendo la vida pasar, segregando serotonina. Sí, se-ro-to-ni-na. La hormona del placer. La hormona del humor. Una sustancia antidepresiva... ¡Sí, estoy deprimida, ¿qué pasa?! ¡Para variar hoy me he levantado con el pie izquierdo! ¡¿Y cuándo no es jueves si últimamente me levanto siempre de mala leche?! Llevo casada tres años y no hay forma humana de quedarme embarazada. Y Kike me regaña por ello, como si yo tuviera la culpa. Yo me he hecho ya todas las pruebas de fertilidad habidas y por haber. Pero él no, claro. Ni lo va a hacer nunca. ¡¿Cómo?! Si en su familia todos los varones son muy machos y tienen espermatozoides de oro, cuando la estadística dice que el noventa por ciento de los casos de baja fertilidad viene dada por problemas del hombre como el abuso del alcohol, una dieta desequilibrada, estrés... ¡Estrés! ¡Qué sabrá él de estrés si únicamente se estresa cuando pierde el Madrid! ¡Me río yo de su estrés!

Hola, buenos días. Me voy a llevar noventa kilos de la carne más prieta que tenga. Una carne tersa y morena. Y afrocubana si es posible. Sí, exactamente igual que las viejas divas de la canción española. Dice mi psiquiatra que me faltan agallas para ampliar mis horizontes o, lo que es lo mismo, para tomar la determinación de mandar a mi marido a tomar por culo. Pero aquí sigo, desde hace una hora, en la cola más larga del mundo. Sin embargo, tal y como están hoy las cosas... ¡¿Quién quiere una cola larga si es preferible una un poco más corta pero bien gorda?! Pensándolo bien, no me ponga nada, saliendo de la cola ... Mejor me voy a las rebajas a ver si encuentro un hombre que no me salga tan caro.

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