Y en su garganta el óxido del verso
«Benjamín Clark Harley, que así se llama este galés amamantado en Ibiza y echado a perder en Salamanca, practica una escritura clara, cordial, que desmenuza lo biográfico hasta convertirlo en un gesto común, en palabra de todos». Así se describe al personaje y al poeta en el prólogo desenfadado que Gonzalo Escarpa coloca al frente de Cabotaje , título alusivo a un tipo de navegación marítima entre puertos cercanos sin perder de vista la costa. Poéticamente, las navegaciones de Ben Clark discurren entre los cabos de la vida, los que uno ama, los que uno pierde; son navegaciones también por los poetas de los que uno ha sido fiel lector y con los que siente alguna afinidad. Uno de los maestros cercanos de Ben Clark es Antonio Colinas, con el que guarda un curioso paralelismo biográfico que proclama en un poema: «me hace gracia pensar que te persigo / mientras voy habitando sin querer / -pero también queriendo en cierta forma- / las calles que pisaste». Otros puertos en los que el poeta se detiene en su Cabotaje son Hierro, Ángel González o Blas de Otero. Ya intuimos por qué mares navega el poeta ibicenco (Clark nació en dicha isla en 1984): los de las situaciones y actitudes humanas posibles y de todos: las ausencias del alma, los imposibles regresos del amor o de la muerte, la búsqueda de una certeza orientadora, las pérdidas vitales, los sueños de otros días... El poema «Caboteando» es muy expresivo al respecto: todo el anhelo del poeta consiste en cabotear «de tu boca a tu pecho, / de tu pecho a tu vientre / y de tu vientre al mundo», pero hallando en el mundo sólo «puertos infectos», regresa al más deseado, el de «los dos cabos, / y mucho más allá, / al sur, / la cueva». La poesía de Ben Clark, de formato canónico, sentimentalmente próxima, palpita con el lector en unánime vibración cordial.
Muy distinta es la de Gonzalo Escarpa (Madrid, 1977) en No haber nacido , desenfadada, desarticulada, creando vacíos y aprovechando todos los materiales humanos y no humanos posibles. «No hay palabra que no / deba usarse en un poema», escribe; no hay palabra que no pueda reinventarse: «bebo en un burro muy beneto», deformación del motivo irónico que recorre el poemario, «vivo en un barrio muy bonito» de Madrid; «no haber nacido aquí», escribe el poeta en este largo poema que es el libro o cuaderno; pero acaso querer haber nacido aquí donde cohabitan la poesía y la miseria y los sin futuro.
Poesía comprometida con la verdad, afirma el prologuista, Ben Clark, en la tradición de Vallejo y de Ory y de Aníbal Núñez y de Octavio Paz, poeta de la verdad, de su verdad, comprometidos también con la palabra que Gonzalo Escarpa corteja y coteja, «si no destroza antes tu destreza».