Diario de León

Con el aroma de las leyendas antiguas

Publicado por
ILDEFONSO VEGA
León

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Montse de Paz (Lérida, 1970) se adentra en el mundo de la narrativa con Estirpe salvaje , su primera novela. En ella nos presenta la historia de dos niños, Yvanka y Ruslan, de tres y cinco años que viven felices con sus padres en una aldea remota y primitiva. Pero unos desalmados entran en ella, prenden fuego a las casas y matan a sus padres. Son tomados como esclavos por una familia de poderosos y, hartos de sufrir continuos maltratos, deciden fugarse al cabo de un tiempo para unirse con una compañía de soldados. No seguiré reventando la historia que, eso sí, termina bien y a pesar de las más de cuatrocientas páginas se nos antoja corta, lo cual es síntoma de que no es nada aburrida.

La novela, a medio camino entre la novela histórica y la de aventuras, no es solo una crónica de acontecimientos como en principio cabría esperar. Los dos hermanos conseguirán labrarse un porvenir y escalar puestos en la vida gracias a la educación de sus progenitores y, especialmente, por sus sacrificios, su esfuerzo y su ilusión. La autora no la localiza en un espacio conocido, a pesar del mapa que nos ofrece al principio y al final, ni en una época concreta pese a que tenga aromas del medievo.

Los personajes están bien perfilados psicológicamente, tal vez mejor Yvanka por la pluralidad de registros de su temperamento y a veces desearíamos que tuviera mayor protagonismo. También los malos, Turiak o la pérfida Ogashka, están retratados con pocas aunque certeras pinceladas al servicio de un maniqueísmo exigido por la intriga y el gusto del público juvenil.

Pero no debemos engañarnos: aunque la editorial Espasa la incluya en su sección juvenil, Estirpe salvaje no es una novela sólo para jóvenes como podrían ser, por ejemplo, las novelas de Laura Gallego. Los temas que trata Montse aquí son mucho más maduros de lo que cabría esperar. Asuntos como las diferencias sociales, la pobreza, la autoestima, las rivalidades, la amistad, el amor y la guerra están tratados con mucho rigor y son atemporales.

El libro se nos ofrece con una esmerada encuadernación y una atractiva portada, si bien tal vez hubiera sido más cómodo para el lector prescindir del marco de celosías que adorna cada página, que puede hacer fatigosa la lectura en algún momento. Son críticas mínimas para una autora que debe perseverar en su labor narrativa, para la que muestra excelentes condiciones.

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