Diario de León

El dardo en la palabra (periodística)

Publicado por
NURIA SÁNCHEZ VILLADANGOS
León

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Hay veces en la vida de todo ser humano donde el dolor es tan fuerte que nada puede mitigarlo, donde la impotencia es tan enérgica que impide hasta respirar y donde el deseo de revancha resulta tan peligroso que lo más lógico pasa por la capacidad de autocontrol. Toda pérdida es dura pero más cuando se trata de una ausencia impuesta por el terror y la injusticia; por un acto tan vil y deleznable como es un atentado terrorista. La masacre del 11M siempre volverá a nosotros, como aquel mito de Platón del eterno retorno , pues «el duelo se llevó a cabo entre alteraciones y agitaciones, y por eso cabe esperar que los muertos continúen regresando; de hecho, nunca se han ido, pues el duelo no tuvo el efecto terapéutico de dar forma a la ausencia». Así de contundente se expresa Carlos Javier García en Tres días que conmovieron España , libro que se convierte en un análisis personal, meditabundo y comedido, «encaminado a comprender mejor los resortes formales de las diferentes versiones mediáticas del 11M», y poniendo «al descubierto aquellas interpretaciones periodísticas precipitadas que se basaban en juicios de valor apriorísticos y que tenían un enfoque político maniqueo». Todo ello condujo a «conclusiones dispares» y confusas ya desde su mera naturaleza subjetiva (que no empírica). Así, el autor apela reiteradamente a la necesidad de una «lectura interrogativa», basada en un acercamiento crítico a los textos periodísticos. Ello nos hará libres o, por lo menos, no seremos seres manipulados que es lo que se pretende desde los medios de comunicación cuando siembran «incógnitas o interrogantes que no se sostienen en lo razonable».

La obra, divida en tres partes más una nota preliminar o declaración de principios y una parte última o «final abierto» -que invita a la práctica de una «palabra periodística que discrepa, disiente o matiza»-, evoluciona desde conjeturas acerca del periodismo (y modo de practicarlo), dominado por la subjetividad y afinidades varias en detrimento de la información pura y de su servicio como «medio de conocimiento al margen de intereses políticos»; a la práctica en dos niveles: por un lado, el autor aporta textos concretos sacados de los principales periódicos nacionales ( El País , El Mundo y ABC ) y de la radio ( Cadena Ser ) con el objetivo de examinarlos; y por otro lado, y ésta sería la tercera parte del libro, se argumentan las estrategias (discursivas) seguidas por los autores para convertir los textos en mediáticos y conseguir el efecto deseado.

Pero, ante todo, el libro se perfila como un toque de atención a la profesión del periodismo, pero con reservas ya que se comprende que aquellos días de dolor y lágrimas, de manipulación y de intereses creados «fueron días excepcionales», esto es, fueron jornadas de confusión, impotencia, partidismos y algarabía electoral. Ante lo escrito y lo dicho, se apela a los principios primordiales de la labor periodística -“los recogidos por Bill Kovach y Tom Rosenstiel en Los elementos del periodismo - defensores de la verdad, la lealtad, la independencia de intereses políticos y la exhaustividad, entre otros, y que se antojan un tanto utópicos, como si el mundo en el que vivimos no pecara de imperfecto e injusto.

Tal vez, a día de hoy, cuando la vorágine ha pasado y la impotencia va calmándose, el 11M se vea de forma diferente y quizás, en aquel momento, lo que faltaba era tiempo porque todo pasa y las cosas se olvidan o se relegan a un segundo plano para no hacer más daño. Por eso, la obra se dirige a un lector que «renuncia a las conclusiones precipitadas y no las confunde con los juicios personales». ¿Acaso seremos nosotros? Que cada uno se juzgue a sí mismo, haga (o no) examen de conciencia y cambie (o eduque) su mentalidad.

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