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Publicado por
ANA CRISTINA PASTRANA
León

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C omo humanos que somos, nos creemos en posesión de la verdad, pero la realidad no es algo que nosotros podamos poseer, tan sólo podemos observar y captar unos minutos de la misma, distorsionándola según nuestro estado de ánimo. Creemos que nuestra opinión es más objetiva que la de los demás por el hecho de ser nuestra, pero el mundo es uno y cada uno de nosotros presenta una visión diferente del mismo. Por esta razón, debemos asumir que lo realmente importante no es descifrar el qué, sino el cómo lo percibimos, porque eso evidencia nuestra actitud para sufrir o disfrutar de lo que nos rodea y nuestra forma de conducirnos ante lo inevitable, ya que vivimos la vida según la vemos.

Dice Muñoz Molina que el arte nos enseña también a mirar con ojos más atentos el mundo y es Modesto Llamas el que lo define como una mirada al interior, la búsqueda de la sustancia, el rastreo de lo esencial, la huella personal en una valoración universal. El pintor asume que ha hecho de la pintura un lenguaje, una herramienta para conquistar la libertad, un camino para encontrarse y dar fe de lo que es. Nosotros, humildemente, observamos, en sus retratos, el profundo análisis psicológico de sus personajes, donde va descorchando a cada individuo con la habilidad de un orfebre, la sutileza de un buen catador y la precisión de un cirujano. «El pintor tradicional que hace un retrato pretende haberse apoderado de la realidad de la persona cuando, en verdad y a lo sumo, ha dejado en el lienzo una esquemática selección, caprichosamente decidida por su mente, de la infinitud que integra la persona real. ¿Qué tal si, en lugar de querer pintar a ésta, el pintor se resolviese a pintar su idea, su esquema de la persona? Entonces el cuadro sería la verdad misma y no sobrevendría el fracaso inevitable. El cuadro, renunciando a emular la realidad, se convertiría en lo que auténticamente es: un cuadro- una irrealidad.» Las palabras de Ortega y Gasset en La deshumanización del arte , sirven, mejor que cualquier comentario, para definir la línea y pensamiento de Llamas.

Gesto y color, características de su obra

«El soporte vacío es una tentación al descubrimiento de mi mundo colorista y sensual.» Gesto y color es lo que caracteriza su obra. Se deja llevar por la intuición y la reflexión, dando prioridad a la improvisación antes que al control cerebral. Busca el equilibrio en el color, considerando que la textura es lo que hace sentir la obra de cerca, lo que define la huella personal del artista. Lo que retrata a los seres humanos no son las palabras, con las que mayormente se especula, sino el gesto. Estamos tan determinados por la cultura de vender que sacrificamos nuestros deseos en favor de los ajenos, acuciados por el miedo a que nos rechacen por ser diferentes. En muchas ocasiones desechamos la intuición y nos conducimos por los convencionalismos, anulando no sólo nuestra libertad, sino nuestra capacidad de crecer y creer en nosotros mismos. El mordaz expresionismo de Modesto Llamas desmantela nuestras convicciones más profundas para dejar al descubierto el mundo mágico que escondemos.

«Quiero dar fe de vida en cada obra.» La personalidad viene determinada por el código genético, el ambiente sociofamiliar en el que se ha desenvuelto nuestra vida, el aprendizaje de estrategias y el nivel cultural. Nuestra vulnerabilidad depende de cómo hayamos asumido nuestra existencia y nuestra capacidad para encontrar las soluciones, de cómo nos planteemos los problemas. Decía Schopenhauer que la vida es una guerra sin tregua y morimos con las armas en la mano, lo cual viene a dar la razón a los que, desestimando el diálogo como construcción del individuo, son partidarios del acoso y derribo ajeno hasta llegar a subyugar a los que les rodean. La debilidad es propia de aquellos que, incapaces de convencer, necesitan imponer para sentirse fuertes. Pero el ser humano es un mosaico compuesto por muchas teselas, con las que no nos identificamos por miedo o por vergüenza. Obviamos aquellas que nuestra conciencia juzga indignas y punibles para exhibir las que nuestra enduculturización considera éticas. Somos poliédricos, tenemos muchas caras-¦, comenta el artista. Retratar todas esas caras que componen la personalidad es una misión imposible, un deseo inconcluso. Así como el retrato es una forma de abrir el alma ajena, el autorretrato adquiere una dimensión autorreflexiva y una conciencia de ese mundo desconocido en el que nos descubrimos ante el espejo.

Temas recurrentes

La idea de la dualidad ha sido uno de los temas recurrentes del artista, con dos variantes a considerar: la relación entre dos personajes y el desdoblamiento de la personalidad del individuo. «Dúo encendido», «Apareamiento amarillo-naranja», «Parejas» nos muestran, a través del gesto y del color, la armonía, el diálogo, la conjunción a través de un estudio cromático donde el movimiento y la textura confieren a las obras la complicidad que debe dirimir las relaciones humanas.»

Antonio Pereira» o «Doble autorretrato», son ejemplo del alma polivalente que nos define.

Al igual que Kokoschka hacía uso de su abrelatas psicológico a la hora de retratar a sus personajes, desde nuestra humilde perspectiva podemos descubrir en la pintura de Modesto Llamas la influencia de Bonnard en cuanto al carácter intimista de la obra, la de Alechinsky en lo relativo a la espontaneidad en el trabajo y a su estilo, vigoroso y expresivo, próximo a la abstracción. Observamos en la fuerza instintiva del gesto, la gama de color puro con cierta decantación «fauve», así como en las amplias pinceladas en filamentos y manchas, un diálogo físico y mental, característico de la pintura de Jorn. El instinto y la libertad a la hora de crear confieren a la obra una gran emotividad.

La influencia de la Escuela de Nueva York que, tras el cubismo, surrealismo y expresionismo, inventa la modernidad del expresionismo abstracto, cuyas principales corrientes son la action painting y el color field , es notable en la obra de Llamas. «Ceño amarillo» «Carapato». Los trazos vigorosos, amplios y marcados y sus gruesos empastes reducen la figura humana, adivinándose apenas el gesto, lo cual nos recuerda a Willem de Kooning. «El encuentro» es una muestra de la acción unida a la energía y al movimiento corporal , donde a través de un intenso cromatismo y una pincelada vigorosa, sin predeterminar su resultado, confieren a la obra un gran poder gestual. Lo cual nos recuerda también a Motherwell, preo-cupado por reflejar la inmediatez.

«Estaré esperándome en la estación Términi. Viajo constantemente hacia mi encuentro», afirma el artista. «Viajan conmigo Monet, Cézanne, Van Gohg, Matisse, Bonnard, Picasso, Alechinsky, Jorn, De Kooning, Sorolla, Kokoschka, entre muchos... El Greco, Velásquez y Goya son los conductores del convoy».

Modesto Llamas es el pálpito de lo vital, donde comulga la figuración y lo abstracto, la violencia cromática y gestual, donde se entremezclan los grafismos, los signos, las tintas, donde la mirada irónica discurre por la realidad en la que se funden cuerpos y formas orgánicas con otras sin vida, donde la naturalidad y el equilibrio nos demuestran que lo importante en nuestra existencia no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.