Pensar y decir

ALFONSO GARCÍA

Suelen ser los que más se quejan de todo los que nunca solucionan nada.

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Con frecuencia, cuanto más amamos -“y entiéndase la afirmación en un sentido amplio: ideas, proyectos, compromisos-¦-, más te decepcionas.

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De los conversos ideológicos y morales uno debe siempre tener cautela. Sobre todo si militaron antes en las mismas filas, fueran las que fueren.

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Si conociésemos los gustos de los muertos, sobre todo de los más cercanos, sería fácil, seguramente, deducir que una de sus máximas satisfacciones sería ver la alegría de los que aún viven.

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Ser sabio no es saber todo y no equivocarse nunca. Uno empieza a ser sabio cuando rectificar forma parte de su vida.

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Para llegar a la política es necesario sacar un billete de ida y vuelta. Algunos, no pocos, olvidan el segundo. Inician entonces éstos un viaje errático, desnortado en torno a una noria que ni siquiera tiene agua. Pocas cosas resultan tan absurdas.

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A medida que el periodismo se vaya sometiendo a la dictadura casi exclusiva de la estética, no pocos pueden, o deben, ir pensando que apenas tienen nada que contar. O que alguien no permite que lo cuente.

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«Tenemos lo que nos merecemos», oímos con frecuencia para referirnos a quienes nos mandan y dirigen. No me gusta en absoluto la expresión, porque, en realidad, tiramos piedras contra nuestro propio tejado. Parece que los malos de la película seamos nosotros. En todo caso, nos mereceríamos más. Digo yo.