Diario de León

Prodigioso corpus de recursos literarios

Publicado por
NICOLÁS MIÑAMBRES
León

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El espíritu áspero

Gonzalo Hidalgo Bayal. Tusquets Editores, Barcelona, 2009. 556 pp.

Aunque autor relativamente minoritario, Gonzalo Hidalgo Bayal es conocido en determinados círculos como un maestro del estilo. Media docena de títulos lo avalan como autor consagrado en los recursos de la vieja retórica, al alcance sólo de quienes están en el secreto de la creación. El espíritu áspero confirma y supera los resultados anteriores. Sólo el lector atento descubrirá el enigmático significado del título, nada relacionado con una determinada condición psicológica.

Como en tantas ocasiones, el sustrato argumental de la obra es una mínima aproximación a su forma literaria. En esencia, El espíritu áspero es la biografía de don Gumersindo, un catedrático de latín que ha intentado cumplir dignamente con su deber profesional en el ámbito de la vieja enseñanza media. El protagonista procede del mundo rural, representado en la obra por Casas del Juglar. Su formación adolescente tiene lugar en un centro religioso, los padres hervacianos de Murania y sus estudios universitarios de lenguas clásicas en Madrid. Aviesas manipulaciones ideológicas, aliviadas por la gestión de un amigo, lo castigarán al ostracismo profesional en Murania. En esta ciudad desarrollará una atípica pero admirable actividad profesional, recuperará viejas amistades y escribirá sus memorias, utilizadas por el narrador de la obra, como confiesa en la página final: «Han pasado treinta años desde que lo conocí y más de veinte desde que se jubiló, los mismos que llevo ocupado, entretenido y fatigando estos papeles que aquí concluyen-¦» (p. 556). La jubilación es el punto de partida de la novela.

Esta elemental síntesis temática nada dice de los complejos recursos narrativos, anticipados en la condición onomástica, diferente según el momento y la voz del narrador. Aparte de «mus», don Gumersindo será Sindo en un momento de su vida, y será G., pero acabará siendo Sín, con tilde gráfica. Sín será el elemento catalizador de tres espacios, correspondientes a tres etapas vitales: la infancia de Casas del Juglar (un mundo rural evocado desde una visión de realismo fantástico), la adolescencia en el internado de los padre hervacianos, el Madrid universitario y de nuevo Murania como profesor desterrado. Los años del catedrático de Latín «no son ya otra cosa que la procelosa extensión de la soledad», marcada por Pedro Cabañuelas, el primer discípulo (y de alguna forma su amigo final) y Minerva Cabañuelas, su última alumna. Ambos personajes representan las dos etapas esenciales de don Gumersindo: el mundo rural de Casas del Juglar y el ambiente bullicioso del instituto de Murania, donde fue respetado y adorado por sus alumnos. Desgraciadamente, don Gumersindo siempre fue Sín, «preposición de todas las carencias».

Esta modélica trayectoria no es la fuente principal de los atractivos de la novela, esencialmente formales. Un estilo de plástico barroquismo, de periodos amplios y sinuosos, esconde el deslumbrante aprovechamiento de los recursos literarios, tomando como base esencial gran cantidad de términos latinos. Paronomasias, palíndromos, metonimias inesperadas, oxímoros, etimologías nada ortodoxas-¦ dotan al texto de una inesperada y admirable polisemia. Todo ello se cumple con un extenso repertorio poético en el que el autor ofrece las más puras estrofas clásicas junto a las populares y burlescas. Como homenaje simbólico, el narrador ( curiosamente denominado primero Bayal y después Gonzalo Hidalgo) recurre en la secuencia 262, última de la novela, a la ayuda del mundo del libro. En la condición de lo excelso, Don Gumersindo será un recuerdo de don Quijote: «la razón común o la sinrazón de don Quijote, o su argamasa, había alcanzado finalmente a don Gumersindo» (p.555). Y, como Sancho (elevado a personaje literario al comienzo de la segunda parte del Quijote, ) Pedro Cabañuelas será también protagonista de la obra El forajido genético .

La conclusión no admitirá dudas para el lector avezado: El espíritu áspero es una obra magna, admirable. Inserta en este páramo actual de llamativa pobreza, la novela de Gonzalo Hidalgo Bayal recupera para el lector atento la mejor literatura. Todo un milagro creativo, de hallazgo casi imposible en la narrativa española de este momento.

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