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Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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Playstation

Cristina Peri Rossi. XXI Premio Fundación Loewe. Ed. Visor, Madrid, 2009.82 pp.

En 1993 Uruguay, que había disfrutado de larga tradición democrática, sufrió un golpe de estado, meses antes de que en Chile cayera Allende. Como suele suceder en estos casos, la crítica y el compromiso se convirtieron en actitud común de la mayor parte de los poetas y en la finalidad de la poesía; en muchos escritores la censura personal estragó su poesía; otros se exiliaron, como fue el caso de Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), cuentista, novelista y poeta que reside en Barcelona desde 1974 incorporada a la literatura española por lengua y destino. Su último libro de poemas, Playstation , consiguió el premio millonario de la Fundación Loewe de poesía. Es la suya en este poemario

desenfada, aguda e irónica, y crece en las circunstancias de un sujeto urbanita en un tiempo que abarca ya muchos años, de forma que la poeta puede mostrar, a lo largo de más de cuarenta, «Fidelidad» -”título de los dos primeros poemas-” a tres o cuatro asuntos, a una cantante, a una canción, a la mujer que ama y a una emoción. Es una manera de afirmar la continuidad de un sujeto en un mundo que ha conocido cosas que, enumeradas, parecen increíbles: muertes de Marilyn, el Che, Kennedy, Lutero King, caída de la Unión Soviética y de las dictaduras en Hispanoamérica, grandes novelas como Rayuela o Cien años de soledad , hasta llegar al google y la playstation. Razón tiene la poeta para quejarse con ironía: «luego dicen que no soy una persona fiel».

Poema tras poema, lo que parece es que Peri Rossi lleva a la poesía distintos hechos probablemente biográficos que reflejan sueños, gustos, lecturas, situaciones: encuentro con un profesor en un sex-shop, encuentros con traductores de su poesía, festivales poéticos a los que fue invitada..., más la convalecencia que reaparece en distintos momentos: «Me pasé tres meses en la cama / con la pierna derecha en alto / jugando con la playstation». No es una poesía en la que tengamos que detenernos demasiado. Nos cuenta cosas bastante comunes. Más narrativa que lírica, seguimos cada poema como un pequeño relato del que esperamos que algo acabe sorprendiéndonos con una vuelta de tuerca o una oportuna ocurrencia. El pasar de cada día y el soñar de cada noche nos lo cuenta la poeta con una mezcla de delicadeza y fuerza difícil de precisar. Sin embargo, y eso es lo curioso, y lo que hace de estos fragmentos de vida fragmentos de poesía es la impresión de soledad que nos dejan. Vivimos rodeados de gente, ciudadanos del siglo XXI, nos llaman de aquí y de allá, hablamos, soñamos algunos amores, ponemos la televisión o vamos al café, escribimos un poema porque no tenemos cosa mejor que hacer, pero estamos solos, acaso en nuestro pequeño infierno que queremos evitar jugando a la playstation. La curiosidad por las situaciones narradas por la poeta acaba desembocando así en amarga melancolía.

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