Diario de León
Publicado por
FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO
León

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I. Ojos de Luna

mirarán las cosas, un poco como yo las miro

J. R. J. , Ellos

Al alba, ¡ojos abiertos!

Abre y alza la mano

para tactar el mundo

y acariciar la luz nueva del día.

Ahora mira las cosas

para seguir los sueños voladores,

un poco como yo las miro.

II. Dánae

Con el agua y los puños

la lavandera saca

la luz al blanco lino de las sábanas

y las tiende en la hierba

para el ardiente sol del mediodía.

Ahora duerme a la sombra del aliso.

Por la fronda se filtra un rayo de oro.

III. Ojos con fiebre

La puerta está cerrada y la ventana.

Una raya de luz en el umbral

te llama para el mundo.

Aquí adentro en penumbra

alienta aún la fragancia

de los amaneceres

y el corazón del fuego de la noche

dormido en la ceniza.

Y ahora viene piadosa

la mano hasta tu frente.

IV. Veinte de diciembre

Es la manzana última del otoño.

Y ése, el último pájaro

en la rama más alta

bebiéndose la luz

muda del día.

El pomar, ya sin hojas, lo sostiene piadoso.

Mañana será invierno.

V. Al alba

A tus ojos las aves han traído

la mañana y el vuelo de la luz

desde la aurora.

A tus manos, la hoguera:

la paz de las encinas

y el olor del rebaño

subiendo la ladera.

A tu ventana, el bosque:

el secreto rumor de la fuente escondida,

y los sendas del viento

y el sonido del mar

y las manos del musgo

y la voz que te llama.

A tu puerta, el camino:

los pasos del que llega con el día

a llamar a tu puerta.

VI. Veleta en cinco tiempos

Hacia la torre

las cigüeñas regresan.

Cae la tarde.

Gira, veleta.

La rosa de los vientos

nunca se mueve.

Sales de noche.

La veleta callada

sigue tus pasos.

La luna luna.

La veleta la guía

hacia el Oeste.

El viento duerme.

En la giralda el gallo

espera el alba.

VII. Luz no usada

Hay luz en las roderas.

Es la escarcha y la luna

y el filo de la aurora que avanza

monte abajo.

VIII. Luz de invierno

Como un perro tendido

la luz desfallecida

en la ladera blanca.

Y el silencio en la piedra

en la que estás sentado.

Ningún ave en el cielo.

Puedes cerrar los ojos.

IX. Escrituras

Lo que escribo son letras

repetidas de pájaro en la nieve,

mas no palabras;

de pisadas desnudas

en la desierta playa,

mas no palabras;

de arenas movedizas

en el reloj de arena,

mas no palabras;

de siluetas de pájaros

en cielos vespertinos

rojos, hondos.

Trazos, manchas de luz.

Nunca palabras.

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