Diario de León

La voz de un corazón que roza con el tiempo

Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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No duerme el animal (Poesía 1987-2003)

Ada Salas. Ed. Hiperión, Madrid, 2009. 254 pp.

En 2008 publica Ada Salas Esto no es el silencio , su quinto libro de poemas, del que di cumplida cuenta en Filandón . Los cuatro anteriores estaban agotados desde hace años, por lo que es muy oportuna su reedición conjunta en No duerme el animal , donde el lector se encontrará con una de las voces más depuradas de la poesía contemporánea.

En una breve nota expresa la poeta su «extrañamiento» con respecto a la escritura primera y al yo que la sustentaba: «hablo ahora, digo, claro está, de otra manera»; pero justifica la publicación como muestra de las «presentes sucesiones de difunto»: «Los primeros años apasionados de la facultad, en Cáceres, de Arte y memoria del inocente ; las horas monacales en Francia de Variaciones en blanco ; el olor encendido de las noches en las que fue naciendo La sed ; la ventana, los árboles, las tardes que acompañaron a Lugar de la derrota ». Es la explicación previa, pero al lector lo que le subyuga es la inmersión en este «precipitado de locura de casi veinte años», como si por un momento pudiera olvidar el mundo real para habitar en otro posible en el que resuena la voz y el silencio, porque tan expresiva es la palabra en esta poesía como los silencios que va creando. De ahí que pueda concentrarse en unas pocas palabras suficientes que articulan poemas muy breves, sin título que predetermine el entendimiento de cada pieza. No importan los apelativos de poesía minimalista o del silencio: poesía. Propende a la esencia, al despojamiento, a la desnudez expresiva. Pero la palabra continúa resonando tras la lectura, en el silencio también creativo del lector que acaso no se detenga ante el poema cuya densidad significativa lo hace complejo: basta con que se deje sorprender, ganar, y la luz se encenderá en ese ámbito íntimo, privado y solitario de la lectura. Esa luz no es otra que la emoción poética, en cuya posible definición entran palabras como hondura, sentimiento, intuición, sorpresa, asombro, conmoción...

Todo lo dicho puede admirarse en cualquier poema de No duerme el animal , por ejemplo el que se inicia así: «La tarde es una larga conspiración de sombras», para terminar: «Y la noche acaba», que recuerda el final aún más conciso de Quasimodo: «ed è subito sera».

El poema crece depurado, pero fulgurante como una hoz en el viento. En su brevedad se dispone cuidadosamente sobre el blanco de la página. Él mismo crea blancos precisos entre palabras o entre versos, blancos que también forman parte del poema. Son blancos vacíos porque no hay palabras; son blancos llenos porque los habita el silencio. La articulación del poema sobre la página es esencial a esta poesía, y con ella ha de contar el lector si quiere asumirla y paladearla. Los blancos son como el sabor que deja en el paladar el fruto ya consumido.

Es la de Ada Salas una poesía que parece brotada de la carne y de la sangre, del dolor y la muerte, también del amor como pasión que apenas se insinúa, del silencio vital, tan nombrado en estros poemas, del olvido, de las cicatrices que sangran...

Hay una fecundísima tradición del poema breve, denso y complejo, capaz de arbitrar un mundo en pocos versos y que, como consecuencia, exige un lector demorado y reiterativo, capaz de leer también entre líneas. Ungaretti, Celan o Valente son nombres en cuya línea hay que situar, con voz propia, la de Ada Salas, una lección contra la verborrea, lo banal y lo prescindible.

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