Diario de León
Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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Mapa de encuentros

Carmen Busmayor. Premio de poesía «Antonio González de Lama» 2008, Instituto Leonés de Cultura / Diputación de León / Ayuntamiento de León (colección Provincia), León, 2009. 72 pp.

Nueve libros de poemas ha publicado Carmen Busmayor, entre los que está Historias de la fatal ocasión , aparecido en 2008, el mismo año en el que con Mapa de encuentros , objeto de esta reseña, consiguió el premio Antonio González de Lama. El mapa nos habla de viajes reales o imaginarios y los encuentros son siempre con el otro (otra historia, otra cultura, otro tiempo, otras soledades). El encuentro inicial es con el pasado y con lo cercano, con el «Paisaje imán» que atrae desde la vivencia, el recuerdo y la emoción. Carmen Busmayor ha ido poetizando a lo largo de su obra un espacio y un paisaje propios, los de los hombres del carbón, los de las mujeres que lavan en el Cúa y los de una niña que mira, imagen de la propia poeta cuando evoca la infancia. Y a partir de ahí puede salir al mundo: El segundo poema se titula «Nocturno en Varsovia» y comienza con estas palabras: «La noche, más plena, si cabe, habla el idioma de la muerte nuevamente». Y esa alusión a la muerte, en ese preciso lugar nos remite a una historia sangrienta que apenas es preciso referir. El título de cada pieza nos habla del lugar del que brota el poema, sea un cementerio noruego, un balcón veneciano, el puerto del Pireo o las islas Salomón. Cada poema sugiere un viaje, metáfora al fin del verdadero viaje que representa la lectura, un viaje secreto como José María Merino suele llamar al de sus lecturas juveniles.

En unos y otros encuentros sobresale el clima de los que, «al otro lado de la sombra» o «detrás de la penumbra», padecen dolor, hambre, tristeza, soledad y silencio, aunque pueda atisbarse alguna leve esperanza en el horizonte, al menos como ilusión o como sueño: «Los niños de la escuela Leoncio Prado, en Chiclayo-Lambayeque, debajo del cansancio, alimentan mariposas de sueños altos como una cordillera».

Si aquello es lo que predomina, es lógico que aliente en la poesía de Busmayor una conciencia crítica, porque el dolor o el hambre o el silencio obligado tiene un origen y unos culpables. No hay denuncia directa, ni es preciso. Basta con nombrar, por ejemplo, algunos países hispanoamericanos y aludir a «la manopla de los poderosos». Sólo el poema «Testimonio» anuncia directamente lo que el título indica con claridad: «Vengo a decir del dolor sin que nadie pretenda el olvido».

Domina, sin embargo, la sugerencia, que amplía el significado denotativo de las palabras por medio de imágenes que en ocasiones se expanden a lo largo de varias líneas. En «Blues», por poner un ejemplo, la «hermandad en el dolor» apenas necesita decirse, pues ni los recios cortinajes apagan el lamento del blues. Los nombres propios mismos, de personajes que acaso sufrieron algún tipo de violencia o cuya vida o muerte podemos imaginar, o de países o ciudades a los que podemos viajar imaginariamente, multiplican las posibilidades sugestivas. En cualquier caso, Carmen Busmayor agrega a su mundo lírico el que puede ser su poemario más logrado.

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