Diario de León

lo que sobra del queso

Dos leoneses diseñan una planta de tratamiento de residuos lácteos para convertir el suero y los lodos en compost. José Antonio Rodríguez García y José Ignacio Fernández Robles han diseñado una planta que convierte los residuos lácteos en abono de alta calidad y en fertilizantes listos para su uso en tareas agrícolas. Hoy por hoy, los desechos de las fábricas de quesos van a parar a sistemas de tratamiento comunes y no reciben ningún tratamiento especial.

José Antonio Rodríguez y José Ignacio Fernández, autores del proyecto.

José Antonio Rodríguez y José Ignacio Fernández, autores del proyecto.

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nuria gonzález | león
León

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José Antonio Rodríguez y José Ignacio Fernández, economista e ingeniero respectivamente, tienen experiencia en industrias del sector lácteo. Esto es, precisamente, lo que les ha hecho ver que hay negocio tras los residuos que genera esta actividad y que, junto con las nuevas tecnologías, podrían convertir en compost de alta calidad listo para la venta. Por eso trabajan en la puesta en marcha de una empresa de recogida de residuos y lodos lácteos procedentes de fábricas de queso en León, Zamora, Palencia y Valladolid para su transformación en abono agrícola.

La ley obliga a las empresas del sector lácteo a tratar los residuos que generan. Para ello, contratan a unas compañías de gestión de residuos a las que pagan mensualmente una cantidad bastante elevada por la prestación de este servicio. Además de no estar especializadas, ya que recogen desechos de varias industrias, estas entidades no son capaces de obtener subproductos de esa basura susceptibles de ser comercializados. Conocedores de la situación, José Antonio y José Ignacio ponen en marcha el proyecto para crear esta empresa que sería la primera de España.

Explican que los principales residuos generados por la industria láctea son el suero y los lodos. El primero, añaden, se ha convertido en un subproducto que tratado adecuadamente se puede comercializar. Sin embargo, prestan especial atención a los lodos ya que «debe de ser tratado por un gestor autorizado de residuos con el código LER correspondiente».

Su propuesta se basa en realizar un tratamiento especial que permita obtener, entre otros productos, un abono que se pueda comercializar y que también se podría utilizar como fertilizante. La comercialización del producto se hará en diferentes formatos, desde sacos, big-bags, hasta la venta a granel para la agricultura.

En cuanto al proceso industrial estiman que, una vez obtenido el residuo, su transformación en compost se prolongaría aproximadamente durante tres meses y se realizaría mediante la adición de un número determinado de bacterias al desecho.

Los costes de la maquinaria y del espacio necesario para establecer este negocio «no serían muy altos» pues, calculan, además de las instalaciones donde se fije la empresa, necesitarían un sencillo sistema para voltear el compost, un tractor para su traslado, dos máquinas de tratamiento y una máquina de coser los sacos en el caso de que se optara por ese sistema de envasado. León, Palencia, Valladolid y Zamora serían las provincias que abarcaría la empresa por la implantación en ellas de la industria concreta a la que se dirigen. «Hemos analizado las industrias lácteas que hay y trabajando las tres provincias y consiguiendo simplemente el 20 por ciento del residuo que generan montaríamos una planta bastante rentable», destaca.

Este proyecto ha recibido el premio Campus Emprende por lo que «nos vemos en la obligación de transformar una idea en la realidad y confiamos que sea gratificante», aseguran. También ha recibido un premio dentro de la Red T-Cue que trata de potenciar las patentes e investigación, así como la oferta tecnológica y científica en las universidades de la Comunidad.

La iniciativa en proyecto prevé obtener dos formas de financiación: por un lado, a través de la venta del compost generado con los residuos y, por otro, mediante el dinero recibido por las empresas del sector lácteo por gestionar sus residuos. Por ley, Rodríguez detalla que las compañías lácteas han de tener un contrato firmado con una empresa que disponga de licencia para recoger y gestionar estos desechos. «Buscamos abaratar el coste de la gestión de residuos para las empresas, seleccionar el tipo de residuo y obtener un compost de alta calidad que tenga un valor en el mercado», manifiestan.

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