Diario de León

Un equipo de muchas disciplinas

los láseres son hoy nanoestructuras frente a las complejas fórmulas de hace unos años

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Uno de los secretos del éxito del equipo en el que trabaja Ángel Costela es que basa su estrategia en un concepto multidisciplinar. «Siempre hemos tenido la gran ventaja de que hemos colaborado en grupos grandes de físicos, especialistas en química orgánica y en polímeros».

Los químicos orgánicos «son maravillosos, en el sentido de que pueden modificar las células casi a voluntad, de forma que si tienes una molécula compleja ellos pueden modificar su estructura para que tenga las características que a nosotros nos interesan, por ejemplo de color».

Por otra parte, señala el investigador berciano, «los expertos en polímeros son capaces de que estas moléculas decolorantes orgánicas puedan introducirse de manera controlada en diferentes materiales». Por último, «nosotros, los físicos, estudiamos las propiedades ópticas de estos materiales. Con los resultados que obtenernos volvemos a los orgánicos y los polímeros y les proponemos qué hay que mejorar. Es una interacción continua, que no hubiera sido posible sin esta multidisciplinariedad».

Así se ha conseguido que los láseres decolorantes (moléculas orgánicas con colores llamativos, que en determinadas condiciones emiten luz láser) puedan haber pasado de las complejas condiciones de manejo de su inicial estado líquido a las pequeñas estructuras sólidas. «Antes se requerían dos litros y un aparato de un par de metros para utilizar estas partículas. Hemos conseguido un material que tiene un centímetro, y va en un dispositivo de 30 por 30 centímetros».

Un primer paso que ahora avanza en el desarrollo de nuevos materiales híbridos, la miniaturización de estos materiales, su integración en chips y su tratamiento microelectrónico,...

Todo en poco más de 20 años. Y sigue avanzando.

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