Diario de León

La mejor defensa

Agrovet y Biomar desarrollan los «fungicidas naturales». Tomates de Almería son tratados con biosoluciones de campos leoneses. E s ya una realidad: en el escenario más propicio para la proliferación de enfermedades de los cultivos (un invernadero de Almería, con elevadas condiciones de humedad y calor) se ha demostrado la eficiacia de las biosoluciones. El control de fitopatógenos con biosoluciones obtenidas en los campos leoneses. Es el principio del tratamiento sin químicos.

León

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Productos del campo obtenidos por empresas comercializadoras, pero sin utilización de fungicidas químicos. Sólo microorganismos con actividad antifúngica, en este caso obtenidos de las tierras de agricultura leonesas, capaces de controlar los fitopatógenos que atacan a las plantas y generan grandes pérdidas a los productores. Soluciones biológicas que obtienen los mismos resultados comerciales sin la utilización de productos químicos, con un doble valor añadido: son productos más ecológicos y seguros, y pueden presumir de ser totalmente naturales.

El primer ejemplo de control de fitopatógenos con biosoluciones, de plantas tratadas con microorganismos ambientales capaces de desplazar agentes que provocan enfermedades, está ya en un invernadero de Almería. Una plantación de tomates de la empresa Calebus, que han sido tratados con microorganismos de acción antifúngica obtenidos en tierras de cultivo de la provincia de León.

En las mejores condiciones de proliferación de agentes dañinos (un invernadero con elevadas condiciones de temperatura y humedad), el tratamiento natural ha dado excelentes resultados. Es el primer paso de una investigación llevada a cabo por dos empresas leonesas que colaboran estrechamente en el campo de la biotecnología: Laboratorios Analíticos Agrovet e Instituto Biomar han desarrollado la investigación que permite tratar plantas con microorganismos ambientales. Ahora analizan los resultados en nuevos cultivos, entre ellos diferentes variedades de alubias leonesas. Es el inicio de un más que prometedor camino hacia la agricultura sin químicos.

«Uno de los principales problemas de la producción agrícola es la colonización por hongos fitopatógenos de los cultivos, que producen una enfermedad que provoca necrosis en las plantas. En función del patógeno, puede aparecer en las partes aéreas, produciendo podredumbre, o en los frutos del cultivo, produciendo lesiones que devalúan el valor comercial del producto final», señala Diego Gonzalez García, responsable del Área de Agricultura de los Laboratorios Analíticos Agrovet.

Una gran cantidad de cultivos se ven afectados por los hongos fitopatógenos, entre los más frecuentes el mildiu, oidio, fusaium, roya, botritis o altanaría. «Desde hace seis años Agrovet lleva a cabo la investigación y el asesoramiento de agricultores para prevenir y combatir estas enfermedades de una forma más eficiente, y también más ecológica». La fórmula son las conocidas como biosoluciones. «Y en su búsqueda participan empresas con una gran base biotecnológica, como es el caso del Instituto Biomar».

En el proyecto desarrollado en Almería Agrovet ha tratado el control de enfermedades fúngicas en el cultivo con una biosolución obtenida de los campos leoneses: la utilización de tricoderma harzianum. «El proyecto consiste en la utilización de plantas tratadas con soluciones de microorganismos ambientales que inducen una protección frente a los hongos que atacan a las plantas, debido a su capacidad de crecimiento y a la producción de antifúngicos o antimicrobianos naturales».

Esta iniciativa quiere desmostrar que la utilización de microorganismos ambientales modifica la población microbiana de un cultivo, llegando a desplazar a los microorganismos patógenos que causan las enfermedades de estos cultivos.

La investigación se llevó a cabo primero aislando los microorganismos ambientales de las tierras de los agricultores de León, y con la selección de los microorganismos con actividad antifúngica. Después se llevó a cabo la preparación de extractos microbianos y su actividad se estudió en los laboratorios. «Una vez determinado el grupo de microorganismos a utilizar, se aplicó en una plantación de tomates de la empresa Calebus. Su invernadero se eligió por presentar todas las características favorables para el crecimiento de enfermedades fúngicas, debido a las altas temperaturas y la humedad».

El resultado, según Agrovet, ha puesto de manifiesto la efectividad de las soluciones microbianas, «puesto que en el invernadero tratado no hubo enfermedades fúngicas, no hubo tratamientos con fungicidas químicos, y se consiguió una plantación de tomates con el mismo rendimiento que el invernadero tratado de forma convencional». Con una ventaja en el caso del tratado por el laboratorio leonés: «El invernadero tratado con las soluciones microbianas no presenta restos de productos químicos, por lo que no necesita un periodo de espera para ser comercializado. Es, por tanto, un producto más ecológico y seguro».

Uno de los objetivos de este proyecto, comenta Diego González, es concienciar a los agricultores de que realicen un «uso adecuado» de los fungicidas químicos en la producción agrícola, «evitando la aparición de resistencias que dificultan luego el tratamiento cuando aparece la enfermedad».

En cambio, si se utilizan las soluciones microbianas ambientales de forma preventiva «puede reducirse la aplicación de fungicidas químicos, que tienen una mayor persistencia en el medio ambiente».

Con el desarrollo de este proyecto, señala el investigador, puede iniciarse una etapa de utilización de microorganismos con carácter fitoprotector, «disminuyendo así el uso de plaguicidas en el campo. Como resultado, podemos obtener unos productos agrícolas más naturales».

En un paso más del proceso de esta investigación, el laboratorio leonés y su socio biotecnológico están utilizando ya tricoderma harzianum, lactobacillus plantarum y lactobacillus casei para el control de las enfermedades fúngicas en distintos tipos de cultivos. Las biosoluciones obtenidas se están experimentando ya en plantaciones de tomates, pero también de alubias, patatas y remolacha.

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