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biología. no hay trucha que cien años dure

La pesca de la trucha es una de las actividades más practicadas en los ríos leoneses.

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nuria gonzález | león
León

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La trucha dejará de habitar los ríos dentro de un siglo y se convertirá así en una especie en peligro de extinción a causa de la disminución del caudal, de la contaminación y del cambio climático. Son las conclusiones de una investigación que pone de manifiesto que a esta especie le quedan menos de cien años de vida. Es decir, el hábitat de la trucha común en la Península Ibérica habrá prácticamente desaparecido antes del año 2100.

Un estudio realizado por la investigadora Ana Almodóvar que concluye que debido a la contaminación, a la extracción del agua fluvial para regadío y al aumento de la temperatura, «el estado ecológico de los ríos es cada vez más precario y ahora mismo solo hay truchas en las cabeceras de los ríos».

Además, la trucha es una especie prioritaria en la pesca deportiva y representa un recurso socioeconómico muy importante. Almodóvar subraya que la demanda de pesca de este animal es cada vez mayor y desde hace años algunos estudios científicos alertan sobre los problemas de la sobrepesca. «Una característica común de las poblaciones sometidas a la pesca deportiva es el descenso en el número de individuos mayores, debido a las extracciones de los ejemplares de gran tamaño», resalta una de las autoras de este estudio que se ha publicado en la prestigiosa revista Global Change Biology y que se ha centrado en conocer cómo afectan las variaciones de la temperatura a esta especie.

«Este animal tiene unos márgenes fisiológicos muy estrechos para vivir por lo que es un buen indicador del estado de los tramos altos de nuestros ríos», argumenta la bióloga que no dudó en afirmar que «en el mejor de los escenarios —el que considera un cambio climático más leve— la situación de la trucha es desastrosa».

El estudio recoge que, debido al incremento de la temperatura de los ríos españoles, la trucha perderá la mitad de su hábitat en 2040, y prácticamente se habrá extinguido en 2100.

La trucha de la Península Ibérica tiene una gran variabilidad genética y se la considera un punto caliente de la biodiversidad de esta especie en todo el continente. «Las cuencas hispánicas son muy antiguas y han servido de refugio a la fauna europea durante las glaciaciones pleistocenas», reconoció esta experta. Esta variabilidad no solo está amenazada por el cambio climático sino porque «a lo largo de los años se han repoblado los ríos españoles con truchas de otras procedencias genéticamente distintas a las nuestras».

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