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Rubén Martinelli| madrid
León

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Cleopatra podría ser considerada la primera impulsora del postureo de la historia al dar a conocer al mundo sus populares y rejuvenecedores baños en leche, un afán por presumir o epatar que ha alcanzado la máxima expresión en Twitter.

«El @Postureo se define como hacer cosas por aparentar», explica uno de sus anónimos impulsores «ya que no somos los creadores porque el postureo se lleva practicando siglos».

Se definen en Twitter como ‘pequeñas idiosincrasias’, término que hace alusión a los rasgos distintivos de un individuo o colectividad, y que ya en sí mismo constituye el postureo de: «Meter con calzador palabras refinadas, recién adquiridas, en una conversación para parecer culto».

«¡Ai, Ai! no me sale la palabra en español», es otro de los rasgos de aquellos que van a Inglaterra «llamándose Pepe Martínez y vuelven con el castellano olvidado y hechos un Joseph Martz», relata uno de creadores de una página de Facebook «para reflejar las costumbres de los compañeros de clase y de trabajo» y que prefiere no aparecer con su nombre.

Ya no importa que el agua esté a cuatro grados en abril con tal de aparentar al subir la foto a Instagram —filtros incluidos— titulada «el primer bañito del año» aunque sean cosas «que no te guste hacer, solo buscas reconocimiento», comenta este promotor del postureo que atesora más de 222.000 seguidores.

Madrugar por primera vez en veinte años y echar una foto a la calle vacía sólo para twitear: «Levantando el país» o no leer un libro en todo el año y «bajarse uno a la playa» son actos de postureo que dibujan el paisaje diario en España.

El postureo no entiende de fronteras, y distintas ciudades «e incluso barrios» ya han creado su propio canal, e incluso #PostureoEEUU recogió las pequeñas idiosincrasias de la primera potencia mundial y fue Trending Topic mundial con tweets del tipo: «Pedirle a tu novia matrimonio en un partido de Baseball para que te vea todo el estadio».

Esta moda está impregnada en la propia vestimenta «como por ejemplo la ropa vintage, que es asaltar el armario de tus abuelos para sentirte a la moda» y en esos pequeños lugares como las cafeterías donde afloran literatos con gafas de pasta sin cristales y maquina de escribir en lugar de portátil.

Cleopatra no tenía Twitter, ni Facebook, ni Instagram, pero a día de hoy la gente sigue bañándose en leche, subiendo a la colina del pueblo «vestido de General Tapioca», viendo a la Policía Local «patrullar a caballo» y «hablando de política en el botellón».

Comprar un billete con prioridad de embarque en Ryanair o geolocalizar en Facebook cuando estas en un aeropuerto internacional y no hacerlo en la estación de autobuses de Alpedrete definen a una sociedad que «en estos tiempos le encanta que le digan lo guapa y lista que es».

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