amar la tierra

Pablo Alonso González estudió Historia en la Universidad de León y se ha especializado en temáticas arqueológicas y patrimoniales en las universidad de Córdoba y Coimbra (Portugal). También ha realizado un máster en la Universidad de Cambrigde (Reino Unido). Su investigación profunda sobre la Maragatería le ha valido uno de los Premios Mariano Rodríguez para Jóvenes Investigadores que concede el Patronato de la Fundación Carolina Rodríguez dentro del área de Ciencias Sociales y Humanidades.

La investigación doctoral, titulada ‘La máquina patrimonial: una etnografía del patrimonio en Maragatería (España)’, aborda una serie de temáticas fundamentales para el futuro del medio rural leonés. Entre sus muchos ámbitos de interés, explica este joven científico, la tesis busca entender las formas en las que el patrimonio cultural puede ayudar a zonas rurales en decadencia como Maragatería a buscar soluciones económicas para el siglo XXI. «Parte, además, de la constatación de que la mayoría de los planes de desarrollo rural o sostenible y de ordenación territorial han fracasado en gran parte por su desvinculación de la sociedad y su propia forma de entender el entorno, el paisaje y el patrimonio», indica.

De este modo, la investigación procura dar cuenta de las formas en las que se concibe y se valora el patrimonio cultural entre la población, procurando, de este modo, tender un puente entre las visiones institucionales de la planificación económica y los puntos de vista de distintos actores sociales.

El texto hace un repaso de las distintas cuestiones de interés que rodean al mundo maragato, tanto a nivel cultural como vital. Se explora así la historia del mito vinculado al pueblo maragato, la decadencia de la comarca como tal vinculada a la emigración a otras tierras y la cuestión de las juntas vecinales en relación a las fiestas y el folklore local.

También investiga la historia del Campo de Tiro del Teleno, una realidad ligada a la Maragatería que plantea retos para su desarrollo futuro, pasando después al Camino de Santiago y cómo este ha condicionado la revitalización de varios pueblos como Manjarín, Foncebadón o Santa Colomba de Somoza.

Otros capítulos abundan en cómo comunidades abandonadas han cobrado vida y de qué forma (Matavenero y Prada de la Sierra) y cómo otros se han reinventado de cara a su futuro mediante el uso del patrimonio cultural (Santiago Millas y Val de San Lorenzo). También se hace eco de la importancia del descubrimiento de los Petroglifos en Peñafadiel y de cómo esto ha producido una «fiebre de las piedras» que ha llevado a la multiplicación del conocimiento sobre arqueología y patrimonio en la comarca y consecuentemente al descubrimiento de nuevos vestigios.