El interior de la tierra en un laboratorio

Las muestras de materiales del interior de la Tierra son raras y provienen de profundidades limitadas, a sólo 50 kilómetros de profundidad cuando el radio de la Tierra es de 6.371 kilómetros. «Por lo tanto, nuestro conocimiento de la estructura y composición interna de la Tierra está fundamentalmente basado en observaciones geofísicas remotas, como la propagación de las ondas sísmicas después de un terremoto. Para entender estas observaciones y clarificar la composición interna de la Tierra es fundamental el conocimiento de las propiedades y comportamiento de los materiales del interior del planeta, a enormes presiones, 230.000 veces la presión atmosférica a 700 kilómetros de profundidad, y temperaturas de 2.000 grados Kelvin, que son las características del interior de la Tierra», dice Carmen Sánchez Valle.

«Estás condiciones de presión y temperatura pueden ser recreadas en el laboratorio gracias a aparatos como la celda de diamante o las prensas de gran volumen de tipo multi-yunque», añade.

«Particularmente, la celda de diamante permite generar las condiciones del núcleo terrestre: 3.000.000 veces la presión atmosférica y 5.000 grados Kelvin. Está formada de dos diamantes de calidad gema, truncados en la punta para formar dos superficies planas entre las que se comprimen muestras de talla micrométrica, casi como un cascanueces…», detalla.

Los diamantes los utiliza para comprimir las muestras, «no sólo porque son los materiales más duros y soportan presiones enormes, sino que son transparentes a una larga gama de radiaciones, desde el infrarrojo, al visible y los rayos X. Esto permite observar primero visualmente la evolución de las muestras bajo presión y desarrollar medidas espectroscópicas utilizando láseres o radiación sincrotrón, como la producida en el sincrotrón español Alba para caracterizar sus propiedades físicas y químicas», detalla la investigadora leonesa.