Diario de León

La reparación del ADN

Reyes Sanles investiga en St Andrews los procesos de curación del ADN para frenar el cáncer y enfermedades raras. E n St Andrews, la prestigiosa universidad de Escocia, busca la fórmula para averiguar el sistema de reparación del ADN, clave para la vida pero, paradójicamente, también para la reproducción de las células cancerígenas. La investigación de esta leonesa se adentra en las claves científicas de la vida y en sus ‘misterios’ biológicos.

Reyes Sanles Falagán en el laboratorio de la School of Biology de la Universidad de St Andrews donde investiga el proceso de reparación del ADN. Debajo, una cadena de ácido desoxirribonucleico, que semeja un haz de luz.

Reyes Sanles Falagán en el laboratorio de la School of Biology de la Universidad de St Andrews donde investiga el proceso de reparación del ADN. Debajo, una cadena de ácido desoxirribonucleico, que semeja un haz de luz.

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Investiga en St Andrews, en Escocia, una de las universidades más antiguas del Reino Unido y una de las más prestigiosas, 600 años al servicio del conocimiento. Está becada por el Biotechnology and Biological Sciences Research Council, el prestigioso BBSRC, la organización que más fondos provee en el reino Unido para investigación en ciencias no médicas. Busca la manera de reparar las lesiones en el ADN. O, lo que es lo mismo, en la propia vida.

Su investigación es vital para la cura del cáncer y una multitud de enfermedades raras que actualmente apenas tienen tratamiento.

El mismo sistema de reparación del ADN que permite que las células sanas sigan vivas es un problema en las células cancerígenas. Un gran problema. Permiten que vivan. Y aún más, esas ‘reparaciones’ hacen que el tumor siga multiplicándose. Se entiende por qué el BBSRC invierte en esta investigación.

Y conociendo a Reyes Sanles Falagán se entiende por qué se ha embarcado en esta gran aventura científica.

«Si conseguimos comprender cómo actúa el complejo dentro del sistema y, sobre todo, cómo interactúa con el ADN, esta información potencialmente nos permitiría diseñar inhibidores específicos que evitasen la reparación de las células tumorales, actuando como agentes anticancerígenos».

Es lo que busca esta leonesa afincada desde hace dos años en Escocia que estudió Biología en la Universidad de León: la receta para curar a millones de personas. Y eso es lo que escudriña en el ADN, en la esencia de la vida.

Reyes Sanles trabaja con un complejo de 10 proteínas que tiene una función esencial como parte del sistema NER (Nucleotide Excision Repair) de reparación de lesiones en el ADN. Un sistema que es indispensable para el mantenimiento de la integridad del ADN y, en consecuencia, para la vida.

«El complejo con el que trabajo tiene una función esencial como parte del sistema de reparación de lesiones en el ADN. Nuestro objetivo es descubrir cómo actúa el complejo, cómo se relaciona con el resto de los elementos del sistema de reparación y cómo interactúa con el ADN», dice Reyes Sanles.

«Esta información es esencial, puesto que defectos genéticos en este complejo causan enfermedades de las denominadas raras, con baja incidencia en la población, pero con efectos muy graves, como son deficiencias físicas y psíquicas, degeneración neurológica y una susceptibilidad a padecer cáncer de piel de hasta 1000 veces superior a la normal», asegura esta joven científica.

Su grupo es experto en el estudio de helicasas, las enzimas que participan en la reparación del ADN, entre otras muchas funciones, «así que el paso lógico siguiente era el estudio del complejo completo», cuenta. Y en ello están.

Lleva desde junio desarrollando su labor como técnico en un grupo de trabajo de la School of Biology dirigido por el profesor Malcoln White y antes de que empiece el verano comenzará su tesis doctoral. En el equipo hay dos españoles más, el riojano José, que hace postdoctorado, y Cibrán, de La Coruña. Es un grupo multidisciplinar e internacional compuesto por un supervisor, que es escocés, cuatro técnicos (ella, dos escoceses y una macedonia), dos postdocs (una china y otro español) y cuatro estudiantes de tesis (dos ingleses, una escocesa y un español).

«Como puedes ver, somos un grupo variado», señala divertida.

No es su primera investigación científica. En el Instituto de Química-Físca Rocasolano, el IQFR de Madrid, donde obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados con las máxima calificación, trabajó en Biología estructural determinando la estructura de proteínas presentes en la pared de Streptococcus pneumoniae, agente responsable de la neumonía.

Del Rocasolano dio el salo a St Andrews. A Escocia llegó con su marido, Jonathan, también biólogo. En 2012, sin demasiadas opciones de quedarse en España, decidieron que era buen momento para hacer las maletas y probar suerte fuera. Poco después él recibió una oferta para hacer un PostDoc en Dundee. «Así que aquí estamos», dice.

Intenta acostumbrarse al acento escocés, «que se las trae», dice con gracia, y a dar sabor español a la comidas «que casi nunca es posible». No pensaría en volverse a España si no fuera por el sol.

«Escocia es preciosa pero, claro, para que sea tan verde hace falta mucha agua y cuando no llueve es porque nieva. Para ellos que haga 25 grados es ¡una ola de calor!».

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