Diario de León

Diseños programados

El Inno de León. Mo Limited CEO de Mo Limited [@molimited]

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León

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Todo se relaciona entre sí. Lo considero una verdad casi absoluta. Si damos el axioma por cierto, podríamos cuestionar qué poética se genera aglomerando la parte técnica, la plástica y la conceptual del diseño. Así como la relación que se establece con la literatura, la programación y el código.

Todo se puede interpretar como odas, estrofas o partituras, guiones de cine o teatro que se convierten en un nuevo producto para la supervivencia de la mayoría de las empresas. Manteniendo la base crucial de diseñar nuevos productos o servicios en una compañía del momento presente, tan de incertidumbre, también es cierto que las novedades que se quieren poner en marcha, con frecuencia, se ven limitadas por nuestros propios procesos en la empresa, las malas relaciones interdepartamentales o con escasa comunicación y, quizá en algunos casos, por la tecnología que manejamos en nuestras oficinas; a menudo obsoleta o no válida para nuestro propósito de crecer o innovar.

Sólo a través de una colaboración estrecha con márketing, la estrategia que se quiere poner en marcha, a través del diseño del nuevo producto, funcionará con éxito o podrá ser viable. Y, cómo no, conocer con precisión de matemático cuánto presupuesto tenemos para invertir en los procesos de la creación. No sobrepasar la cuantía económica asignada es fundamental.

¿Cuánto vale una idea? Podemos tener mil imágenes en nuestro cerebro para crear productos increíbles, pero cómo saber si van a funcionar en el mercado. Para no morir en el intento, es básico velar por los aspectos donde hay un marcado enfoque hacia la generación de una necesidad de nuestro cliente objetivo, quizá con ese producto le mejoremos su imagen, su estatus, su exclusividad e, incluso, su vanidad. En la personalidad del producto tendremos la capacidad implícita de dar al usuario lo que desea. Aquí el diseño es una pieza clave, ya que es lo que lo hará llamativo y reflejará la calidad esperada.

En ocasiones, la creatividad está estancada y necesitamos activarla para nuestro propósito. Lo mejor para estos casos de vacío y oscuridad es recurrir a un equipo de personas con diferentes visiones, multidisciplinar y con maneras divergentes de pensar para, entre todos, lograr alcanzar nuestra meta. Lo más práctico es que no sean más de diez individuos y estimularles a través de un fluir de ideas. Una opinión seguirá a la otra y no sería extraño que en una hora, hubiese cien o más. Para lograr la eficacia en este proceso no se permitirá la crítica a las aportaciones de los demás, será bienvenida la locura y la espontaneidad, se fomentará la cantidad de ideas (cuantas más, mayor probabilidad de encontrar la que será perfecta) y la combinación entre ellas.

Una vez descartadas aquellas que no procedan, no todas las que hemos conservado como válidas podrán desarrollarse para convertirse en nuevos productos o servicios. Deberán pasar la ineludible prueba del mercado, la factibilidad financiera y, siendo muy pragmáticos, tener claro si nuestra empresa puede llevarlo a cabo con los recursos que tenemos.

Crear un prototipo es una fase primordial y emocionante en el proceso del diseño programado. Puede tener varias formas diferentes. Personalmente me fascina la opción de fabricar a mano varios arquetipos que se parezcan al producto final. Si es un servicio, un modelo podría ser un solo punto en donde se pueda probar el nuevo concepto en su uso real. Se puede modificar sobre la marcha, si es necesario, para satisfacer mejor las necesidades del consumidor. Una vez que se ha probado el ejemplo con éxito, se podrá concluir el diseño definitivo. Si el mercado no lo absorbe, no es entendido o es rechazado, mejor pasar el duelo cuanto antes y a otra cosa.

La experiencia relata sabiamente que, introducir nuevos productos, requiere de un enfoque potente hacia el cliente; en el caso de que nuestra novedad se haya diseñado tras una investigación de mercado o tras consultar a nuestros consumidores. Aquí, la necesidad del cliente queda por encima de cualquier otra perspectiva. Habría una consideración totalmente contraria, esta sería la de tener el producto ya creado y buscar al mercado que quiera o pueda adquirirlo. De este modo, alcanzan vigor las técnicas de marketing on-line para rastrear, en la inmensa nube, aquellos mercados interesados en nuestra primicia.

Habría una tercera forma de conseguir lo que pretendemos y es hacer un esfuerzo mixto y coordinado entre el desarrollo del diseñador de la idea, acciones de marketing y uso de tecnologías de localización de nuevas necesidades y/o mercados. La comercialización en el momento adecuado y en el ámbito geográfico apropiado será vital para lograr nuestro propósito.

En un medio plazo, evaluaremos cómo ha funcionado y se consolidarán –lo más probable- mejoras en el producto o del servicio tras validarlo en el mercado. Los resultados generan entusiasmo y compromiso del equipo y, aunque no haya funcionado como esperábamos, lo mejor es seguir probando sacando de nuestra chistera de ideas una nueva. Volver a empezar con el diseño programado y no cesar de innovar.

Dejar de hacerlo hará que nuestra competencia nos adelante por la izquierda o que no nos queden opciones para mantenernos con vida.

Idea, diseña, haz un modelo a coste mínimo viable y prueba con tus clientes. Fracasa y vuelve a empezar. En algún punto del ciclo de tu modelo de negocio, está latente el producto o servicio que va a funcionar. No desesperes.

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