El fin. de una era de transporte
el modelo actual de movilidad se ha colapsado. Arranca un nuevo periodo. E l ser humano se enfrenta a la necesidad de seguir desplazándose en vehículos y transportando mercancías, pero apostando por un modelo más sostenible y práctico. La Nertra propone un cambio tecnológico profundo con un impacto positivo en la calidad de vida y en el PIB.
Las concentraciones urbanas, tienden a la verticalidad y por tanto al aumento constante de sus densidad. Un edificio de 40 plantas, de diez apartamento por planta, 400 vecinos, ¿dónde guardan sus 800 coches que ocupan una superficie de 80.000 metros cuadrados? ¿Todos bajo tierra, en vertical, en sótanos y subsótanos? Imaginemos que es posible, ¿qué ocurre, entonces, cuando opten por utilizarlos? Un solo edificio, colapsa, sin remedio, todas las calles adyacentes. La densidad demográfica de las ciudades es incompatible con el actual modelo de movilidad. Hay poco que discutir.
La movilidad, la capacidad para desplazarse del ser humano, bien demostrada, es parte del éxito biológico, ha adiestrado y domesticado a otros animales para el transporte, ha utilizado el viento en los mares, las ruedas en tierra, la máquina de vapor… El ser humano y su forma de vida es indisociable de la demostrada habilidad para desplazarse. Sencillamente, no puede renunciar a la movilidad, es estratégica para la civilización y su supervivencia. La movilidad permite el abastecimiento de mercancías y de personas a las grandes concentraciones urbanas y, simultáneamente, a lugares alejados o solitarios.
Ahora la pregunta es si son eficientes estas estrategias de movilidad y la respuesta es que lo fueron y han dejado de serlo. A mayores, el vector de ineficiencia crece exponencialmente en esta, su última fase. El hombre se enfrenta en las ciudades y sus áreas metropolitanas, en su alfoz, a densidades de población, incompatibles con el actual modelo de movilidad, sostenido por dos motores de explosión por persona laboralmente activa (16 metros cuadrados) sin contar las distancias de separación en vehículos, que exige la ley. La abundancia de coches colapsa el territorio a ellos adscrito (los viales). Hace decenas de años que no pueden circular todos a la vez. No hay sitio. En los años ochenta Nueva York necesitó una semana para deshacer un atasco. La estrategia de robarle espacio a los peatones para entregárselos a los coches ha fracasado, es inoperante y construir rondas y más rondas, que empiezan siendo vías rápidas y terminan, al poco, colapsándose y siendo igualmente lentas, ha tocado a su fin. Ya no hay sitio para más rondas y tampoco hay dinero para construirlas.
El modelo actual de movilidad ha entrado en una etapa, ya sin retorno, de obsolescencia aguda. Hay que reemplazarlo a uña de caballo. Las alertas ambientales a lo largo y ancho del planeta, en ciudades grandes y pequeñas, se suceden sin cesar. Las «nitrogenadas» o altas concentraciones de NO2, auténtica plaga, se repiten sin cesar. Las concentraciones de O3 (ozono troposférico) son todavía más abundantes. El ruido, las vibraciones, el CO2, las partículas en suspensión… Los controles ambientales saltan y sus datos se convierten en prueba de cargo. Conciliar el espacio para los peatones, saludable, con el espacio para los vehículos, muy insalubre, ha agotado sus posibilidades. Cuando se desvía el tráfico para proteger zonas peatonales, se sobrecargan determinados viales, se sobrepolucionan y al hacerlo se deteriora su valor patrimonial, empobreciendo y enfermando a sus vecinos.
Los repartos de mercancías se hacen irregulares, muy ineficientes, en ocasiones imprevisibles, es difícil programarlos, encarecen los productos y añaden ineficiencia a los abastecimientos. Las iteraciones de los vecinos casa/trabajo, casa/compras, casa/amigos, casa/colegios, casa/ocio, se han enrarecido al punto de impedir el éxito social y personal. Las ciudades acogen el 95% de las vidas de las personas, excepto las escapadas y vacaciones y la calidad de vida en su seno, sigue y sigue deteriorándose. El buen propósito de hacerlas sostenibles se da de bruces, constantemente, con el actual patrón de movilidad.