Cerrar

NÚMEROS 1

Cuando ningún caso está perdido

SOFÍA GARCÍA BLANCO. Graduada en Educación Social y Premio . de la ULE, es una apasionada defensora de su carrera.

Publicado por
SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

Creado:

Actualizado:

Dice que pertenece a la generación ni-ni: que ni se calla, ni se rinde. Tal vez por eso, y por su vocación de ayudar a los demás, Sofía García Blanco es graduada en Educación Social, una carrera que defiende con todas sus fuerzas.

«En esta sociedad en la que vivimos es necesaria la Educación Social. Estamos  aquí  para mejorar la vida de las personas, de las familias y de las comunidades. No tenemos la solución para todos los problemas personales, pero guiamos a la persona para que encuentre sus propias soluciones. Tampoco tenemos la solución para todos los problemas sociales pero puedo asegurar que hacemos todo lo que esta en nuestra mano por hacer cada día de nuestro mundo un mundo mejor. Como decía Eduardo Galeano: Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo», explica.

Es la filosofía de vida de esta Premio Extraordinario Fin de Carrera de la Universidad de León, una luchadora que se para ante pocas cosas.

«Está bien que se reconozca el esfuerzo, pero mejor está que se invierta y se trabaje por ofrecer una educación de calidad», dice ya de entrada cuando se le pregunta por su premio.

«Para mi, el mayor premio es poder trabajar todos los días en algo que me encanta. El mayor premio es la satisfacción  personal que siento cuando uno de mis chavales sale adelante, cuando logra sus  objetivos, cuando veo que con mi trabajo, mi esfuerzo  las cosas han salido bien... cuando me dan un abrazo, me dan las gracias, o simplemente  sonríen... eso sí es un premio», añade. Y luego recuerda cómo fue ese día.

«El mismo día de la celebración me levanté en Gijón, fui a hacer un examen para un puesto de empleo a Santander y una vez que acabé fui a León a recoger el premio y comer con mi familia. Por supuesto... llegué tarde». Revelador de una personalidad arrolladora.

Sofía García Blanco trabaja desde hace un año en la Escuela de Segunda Oportunidad, la EO2 de Gijón, como educadora social. «Primero con un contrato en prácticas y ahora con un contrato temporal», puntualiza.

«La E2O del Ayuntamiento de Gijón es un recurso socio educativo donde trabajo con  jóvenes de 14 a 25 años en riesgo de exclusión social: absentismo, abandono temprano de la formación, escasos soportes socio-familiares, problemas de salud, inmigración... En ella fomentamos la inserción formativo-laboral a través de talleres: apoyo educativo, habilidades sociales, servicio de orientación, actividades de ocio saludable, prevención de conductas de riesgo...», explica. Un trabajo que le apasiona y que compagina con estudios de formación y la preparación de oposiciones. Nunca se lo había planteado, pero... «la figura del educador y educadora social está poco reconocida y valorada. Nuestro trabajo es nuestra mejor forma de lograr ese reconocimiento y confío en que poco a poco la situación cambiará».

Tenía vocación ya desde pequeña, aunque ella no lo supiera.

«Ya en el colegio los profesores y profesoras me llamaban la ‘defensora de los casos perdidos’, porque defendía las situaciones que consideraba injustas. Es un apodo que no me gustaba en su momento y que continúa sin agradarme, porque para mi no existen los casos perdidos, simplemente personas que por su situación social o personal tienen diversas necesidades y dificultades que requieren de un apoyo especializado. Apoyo y oportunidades que el sistema educativo no siempre ofrece, pues parece que es el alumnado el que debe adaptarse al sistema y no al revés», censura.

No le importan los caminos difíciles. Ni ahora ni antes. «Lo fácil hubiera sido optar por estudiar en Benavente un ciclo formativo de gestión administrativa para poder ayudar de forma eficaz en Pirofiesta, el pequeño negocio familiar de mis padres». Pero no lo hizo. Tampoco un máster. «Puse todos mis esfuerzos en encontrar trabajo y que fuera mi propia trayectoria profesional la que me fuera especializando», cuenta. Ha trabajado en la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan, en el Centro de Día Fontana de la Fundación Juan Soñador, en Asprona, Alzheimer León, en el programa Construyendo mi Futuro de la Diputación de Zamora y ejecutando Turma Oficio, dirigido a los chicos y chicas de 11 a 17 años del medio rural para promover valores sociales y favorecer el desarrollo integral de estos jóvenes.

Quiere seguir aprendiendo, disfrutar de los que le rodea y seguir trabajando como educadora social en su país. Por el camino, encuentra que todas las dificultades son «las normales». poco trabajo, el que hay con contratos temporales, aceptar esos empleos, estar mal pagado, vivir con inseguridad... No se rinde.

«Somos la generación de la crisis, que se adapta al cambio constante en el que vivimos. La generación de las nuevas tecnologías que tiene toda la información que desea al alcance de la mano. Hemos vivido bonanza económica, crisis económica, pobreza, atentados, terrorismo, guerras, destrucción del medio ambiente, machismo, violencia de genero, cambios políticos, corrupción, inmigración, emigración, racismo, internet, redes sociales, envejecimiento poblacional... todo esto y mucho más», explica.

«Desde pequeños hemos vivido en una crisis social constante y todo ello sin perder de vista la historia y los que lucharon por los derechos que ahora nos arrebatan. Y a poca consideración que la persona pueda tener lo primero que hemos hecho ha sido preguntarnos el porque de todo esto, la respuesta... el dinero y los valores tradicionales. Gracias al panorama que nos ha tocado vivir, hemos visto que las cosas no funcionan, que debemos buscar alternativas y gracias a ello puedo decir que mi generación es trabajadora, es solidaria, es innovadora, lucha por la justicia, valora nuestros derechos y los de los demás, es consciente y crítica, es reflexiva y respetuosa, es igualitaria, es global... Sé que es un error generalizar, que muchos no estarán de acuerdo conmigo y que hay personas de mi generación que no son así, pero yo realmente quiero creer que es así y cada día trabajo porque así sea fomentando todos estos valores entre mis alumnos y alumnas», apostilla.

Sueña con su propio proyecto, con crear su propia asociación. ¿Alguien duda de que no lo conseguirá?

Cargando contenidos...