NÚMEROS 1
El ‘exilio’ de una premio extraordinario
Ana Rabanal Martínez. No encontró un trabajo ‘digno’ en España y se ha ido a Irlanda.
«Cuando me fui en 2014, era imposible encontrar un trabajo digno prácticamente en cualquier sector, y aún más difícil en el campo de las humanidades, así que decidí probar suerte en el extranjero». Así empieza el relato de una estudiante brillante de la Universidad de León que ha recibido un Premio Extraordinario al mejor expediente en Historia.
Una historia común a muchos jóvenes españoles. Sigue.
«He tenido varios trabajos. Durante los cinco años que estuve en la universidad, trabajé como profesora de inglés y de clases particulares, y también en una tienda. Al terminar la carrera, encontré un puesto de prácticas en un museo vikingo en Noruega, en Lofotr, donde estuve varios meses, primero como becaria y después como empleada, y el verano siguiente también lo pasé allí. Aquí en Irlanda he trabajado como ‘au pair’, he sido empleada del hogar y he trabajado incluso en una granja. Mi último empleo antes del actual fue como guía turística en la Catedral de St Patrick y en un museo de Dublín».
Le hubiera gustado hacer un máster en historia de Roma o estudios medievales, pero... «cuando terminé la licenciatura, con 23 años, decidí que la mejor opción era empezar a trabajar a tiempo completo ya que un máster me iba a suponer demasiado tiempo y dinero que probablemente no se iba a ver compensado con un buen trabajo a final». ¿Les suena?
En vez de eso, Ana Rabanal Martínez está trabajando en la recepción/oficina de un nuevo restaurante-cervecería de Dublín, Urban Brewing. «Y la verdad es que estoy muy contenta», cuenta.
Su brillante currículum sólo le ha servido para encontrar empleo precario, y en Noruega. Y aún así, volvería a hacerlo. A estudiar Historia.
«Siempre me han encantado las Humanidades. Cuando me llegó el momento de escoger una carrera pensé en lo que me gustaría estudiar, no en lo que me serviría para encontrar trabajo en el futuro», recuerda Ana Rabanal.
Ha echado raíces en Dublín y piensa quedarse, de momento. «En el futuro, me gustaría volver a España o quizá otro país con mejor calidad de vida», dice.
Quizá es porque le asalta la morriña, la mayor dificultad a batir en este momento, «sobre todo ahora que se acercan las Navidades y sé que no voy a poder pasarlas en León porque trabajo en el sector de hostelería».
Echa de menos a su familia, a su gata, a sus amigos —aunque muchos están también fuera—, el sol, la comida y… «¡el vino a precios razonables…!», dice. Normal. Ha hecho un curso de sumillería semipresencial de la Universidad de Barcelona.
«En comparación con Dublín, la calidad de vida en León es impresionante», apunta Ana Rabanal.
Nunca había pensado en irse a vivir fuera. «No a vivir, desde luego. Siempre quise viajar, pero para volver. Al final no me ha quedado alternativa», añade.
Ha encontrado un trabajo estable, «decentemente pagado y que me gusta».
«No tengo intenciones de cambiar a corto plazo. Pero ya he asumido que ‘de lo mío’ probablemente no voy a trabajar nunca, lamenta.
Tiene «muchísimas» quejas que hacer. «Pero voy a tratar de ser breve», anuncia. «Hemos tenido una sucesión de gobiernos que están destrozando el sistema educativo, que han destruido las Humanidades y el futuro de quienes deciden estudiarlas, y que prefieren enterrar y olvidar la Historia de su país en lugar de aprender de ella. Y por supuesto, de los corruptos que hacen que me avergüence de donde vengo porque en el extranjero todo el mundo conoce los escándalos de la política española». Lo ha cumplido.
Recomienda no desanimarse. Y tiene claro alguna cosa más. «Hoy por hoy, no tengo futuro en España».