ª1. La bióloga que dio un giro a su vida

Cuenta que un día decidió dar un giro a su vida, «salir de la zona de confort que me proporcionaba mi trabajo y luchar por ese futuro que siempre deseé y que me apasiona». Así es cómo Ana Belén Dávila Aguado se lanzó de su puesto de encargada en una tienda de electrónica en Palencia a la Biología, algo por lo que sentía curiosidad desde pequeña, cuando se imaginaba trabajando en un laboratorio investigando la cura de enfermedades. «Todos los procesos biológicos que dan lugar a la vida me parecía magia», recuerda.

No sólo estudio el grado de Biología en la Universidad de León, también es Premio Gadea Biopharma y premio Fin de Grado al mejor expediente. «Sí —dice— sé que no es muy habitual estudiar a mi edad, pero nunca es tarde para aprender...».

Ha realizado un trabajo de investigación basado en un ensayo in vitro en el Instituto de Biomedicina de la ULE.

«Para explicarlo de forma sencilla, modifiqué genéticamente unas células para que en su superficie poseyeran unos receptores capaces de unirse a unos anticuerpos específicos lo que desencadenaría la muerte de estas células. Esto es interesante porque permite identificar de forma rápida y eficaz anticuerpos desarrollados por el grupo de investigación que pueden ser capaces de modular la respuesta inmunitaria. Dependiendo del caso, estos anticuerpos podrían frenar el rechazo de trasplantes o activar la respuesta inmunitaria para luchar frente a enfermedades como el cáncer. Aunque parezca un proyecto sencillo, solamente mi parte supone un año de trabajo intenso en el laboratorio», explica Ana Belén Dávila.

Una beca de colaboración le permitió trabajar durante un año con el grupo de investigación de inmunología de la ULE que dirige el doctor José Ignacio Rodríguez Barbosa, cuya línea de investigación es la inmunología de trasplante, los inmunomoduladores y las vacunas recombinantes.

Ahora se ha tomado un año de ‘transición’.

«Por motivos familiares estoy viviendo en Francia, por lo que estoy aprendiendo el idioma para poder optar a un puesto acorde con mi titulación. Además, he aprovechado este parón en mi carrera para tener familia, tengo un precioso bebé de cuatro meses llamado Leo», cuenta.

Quiere hacer un máster de terapia génica y vacunología que se imparte en la universidad de Toulouse que despierta su curiosidad —«quizá cuando domine el idioma», añade — y formar parte de un grupo de investigación en un laboratorio de biomedicina.  «Supongo que como cualquier científico o aspirante a ello, la meta es contribuir a la ciencia, sea aportando nuevos conocimientos o soluciones a problemas», dice.

Se ha dado unos meses para perfeccionar el francés y reconoce que echa de menos León, «especialmente el tapeo». Espera que el ‘parón familiar’ no le pase mucha factura y confía en encontrar trabajo en uno de los dos centros de investigación sobre el cáncer a los que ha echado el ojo en Francia.

«En España la alta tasa de desempleo hace que la competencia sea brutal y los salarios muy bajos, por no hablar de la inestabilidad laboral. Esto no ocurre en Francia, donde es relativamente sencillo encontrar un puesto de trabajo acorde a tu titulación», opina.

No ve más futuro en España «más allá de visitas a la familia y amigos», explica.

«El mundo científico en España está especialmente maltratado. Vivir durante años de becas o contratos basura para desarrollar proyectos concretos no te permite adquirir una mínima estabilidad laboral», añade Ana Belén Dávila.

Es muy crítica con la situación de los investigadores en el país.

«¿De cuantas páginas dispongo?», ríe. Y añade: «Es muy triste que los jóvenes mejor formados de la historia de este país tengan que emigrar para tener un futuro, porque los que se quedan engrosan las listas del paro o, con suerte, tienen un trabajo basura muy por debajo de su cualificación. De los recortes ya ni hablemos… la sanidad, la educación y los servicios sociales son los pilares básicos de cualquier sociedad y en este país cada vez se dinamitan más».