ª1. Con el campo en los genes

Recuerda los veranos en el pueblo y la profesión de su padre: agricultor. Así que el futuro de Sandra García Miranda no podía andar muy lejos. Es ingeniera agroambiental, con un máster en educación porque, como ella razona, «las oportunidades de dedicarse a la investigación son escasas».

Tiene un trabajo de investigación que le permitió compaginar sus dos pasiones: la investigación y el trabajo de campo, en el más amplios sentido.

«Estudié la influencia de un aporte artificial de caudal a un río concreto examinando sus comunidades de macroinvertebrados. Fue un trabajo que me gustó mucho porque me permitió tanto realizar trabajo de campo como estar en el laboratorio y, además, a pesar de todas las horas que tuve que dedicar, el esfuerzo se vio recompensado porque me pusieron un 9,8 de nota final. Todo ello gracias a mi tutor Luis Felipe Valladares que me ayudó en todo momento y al Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales», explica. El trabajo obtuvo, claro, conclusiones claras: «No existe relación directa entre el aumento artificial del caudal y las comunidades de invertebrados de un río».

Es premio extraordinario fin de grado por la Universidad de León y un amplio currículum en trabajos que ayudan a tener experiencia pero de todos, el que recuerda de manera especial fueron las prácticas del máster en el colegio de La Asunción, donde ella había estudiado. Sabe que tiene que dar «el cien por cien» para conseguir sus objetivos porque pertenece a una generación que no puede rendirse. «Hay que luchar por lo que uno quiere», dice. Está preparando oposiciones para la ESO en Biología y Geología. No lo duda: quiere enseñar.