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biotecnología

Piel ‘mágica’ que salva vidas

■ Sólo posee dos o tres milímetros. Es elástica, consistente y su ‘abrazo’ salva vidas. Quizás por eso una niña de 3 años que se quemó con un brasero la bautizó como la ‘piel mágica’. Piel de laboratorio creada a partir de dermis humana en una sinfonía de biotecnología y nanoestructuración que orquesta una leonesa

La leonesa Ana Fernández, que trabaja con el primer equipo español que crea piel a partir de células del paciente.

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p. infiesta | león
León

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Quemarse. Un duro tatuaje para la piel que despoja al cuerpo humano de su manto protector y deja desamparada a la víctima. Recuperar la dermis abrasada por un fuego, una explosión o un agente químico resulta ahora más fácil, gracias a la ingente labor que desarrolla la leonesa Ana Fernández desde Granada. Esta biotecnóloga de 32 años es la responsable de producción del proceso de fabricación de piel artificial en la Unidad de Producción Celular e Ingeniería Tisular del hospital universitario Virgen de las Nieves.

La gran revolución de este ‘cultivo’ es que aprovecha las células del propio paciente mediante ingeniería de tejidos. El equipo fue el primero en España que elaboró piel humana para un implante de éxito basado en un nuevo modelo desarrollado en una sala blanca y bajo normativa GMP (Good Manufacturing Practice). La técnica permite crear hasta 85 láminas de piel en cuatro semanas con un tratamiento que la considera como un medicamento y, por tanto, sometido a controles de calidad.

De hecho, son los únicos que disponen de una autorización de la Agencia Española del Medicamento para la fabricación de este tipo de tejidos. La piel artificial fue ideada por la Universidad de Granada y el equipo se encargó del escalado y la adaptación a humanos. Sirve nada menos que para salvar vidas. El nuevo traje, la segunda piel, se crea a partir de una biopsia de nueve centímetros de la piel sana de grandes quemados (más del 50% del cuerpo), que son canalizados desde el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Mediante un proceso mecánico se separan las dos capas, la dermis y la epidermis, para obtener sus componentes celulares (fibroblastos y queratinocitos). Tras tres semanas de cultivo se fabrican las láminas de piel de 144 centímetros cuadrados cada una. Para un mismo paciente se logra una ‘cosecha’ de un metro cuadrado.

Ana Fernández dirige un cultivo de piel a partir de células de los pacientes pionero en España y premiado por la Junta de Andalucía

La piel es el órgano más visible, más pesado y de mayor extensión del cuerpo humano. Ocupa como una toalla de baño, entre 1,5 y 2 metros, y pesa de 3 a 5 kilos, con grosores de 0,5 a 4 milímetros. De ahí su gran importancia y la satisfacción de poder aliviar o curar a las víctimas de las llamas.

Para que el cultivo de piel crezca se hacen «pases celulares», explica. El proceso de expansión comienza en superficies de tamaño pequeño (12,5, 25 ó 75 cm2) y a los 21 días se alcanzan tamaños de 2.500 cm2. Se logran así más de 150 millones de células que se utilizarán para fabricar la piel humana. De 1 a 1,5 millones de fibroblastos se emplearán para la dermis de cada lámina, y el doble de queritanocitos para la capa epitelial.

Todo el proceso de creación de la piel se realiza en sala blanca. DL.

El cultivo se efectúa en envases de 12x12 centímetros. DL.

Después se incorpora una mezcla que da el carácter tridimensional. Las tres novedades que aporta la unidad donde trabaja Fernández son el uso de la ingeniería de tejidos con un elemento bionatural. Se trata de una combinación de fibrina y agarosa (un polisacárido derivado de un alga parda que aporta consistencia y elasticidad). Además, las láminas se someten a un novedoso proceso de nanoestructuración para facilitar su manejo en el quirófano por parte de los cirujanos y para que se adapten mejor al lecho dañado del paciente y sea suturable. La tercera ventaja es que el cultivo se efectúa en una sala blanca, lo que garantiza que llegue al paciente en las mejores condiciones posibles, libre de virus, toxinas o bacterias.

Para el transporte, en la parte superior de la lámina se coloca tul, lo que hace saber cuál debe ser la posición correcta a la hora de implantarla en el paciente, cuál es la parte de arriba y cuál la de abajo como si fuera un cristal. También viaja en un líquido especial, lastato de Ringer, para que no se dañe. Las primeras láminas ayudaron en 2016 a una mujer que había sido quemada por su pareja. Desde entonces la han aplicado a 11 personas que sufrieron accidentes domésticos, laborales o incendios. Dos de ellos murieron por causas ajenas al trasplante. Dos de ellos también fueron niños.

«Los casos de bebés son los que más me afectan. Recuerdo a una niña de 3 años que se había quemado con un brasero y que esperaba la piel en Navidades. Como llegó el día de Reyes, ella la bautizó como la piel mágica, la que la curaba», señala. Otro pequeño de 2 años sobrevivió al incendio en El Palmar que arrasó la vida de sus padres y su hermano.

La grandeza de la piel que elabora la unidad de Ana Fernández es que al prepararse a partir de células del propio paciente, no provoca rechazos. No al menos hasta la fecha. Tras los implantes, a las dos o tres semanas ya «se ven islotes de piel prendida», indica. Una regeneración que precede a la futura alta hospitalaria. La unidad de Ingeniería Tisular se encarga, además, del seguimiento a nivel histológico y de la homeostasis cutánea, del ph, el nivel de agua y la temperatura entre la zona regenerativa y la vieja. Los ‘patrones’ para el desarrollo de este modelo de piel habían sido diseñados a nivel preliminar en el departamento de Histología de la Universidad de Granada. La Iniciativa Andaluza en Terapias Avanzadas facilitó las herramientas para que el equipo de Fernández diseñara la prenda personalizada, y los cirujanos de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Plástica y Grandes Quemados del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla la implanten a los pacientes».

La biotecnóloga asegura que en ocasiones han simultaneado este complejo proceso de fabricación para varios pacientes. «La gravedad de los pacientes exige que el proceso se acorte al máximo y toda la documentación asociada». Un trabajo que les ha reportado numerosos premios y reconocimientos. El último el pasado 28 de febrero, con la entrega de la Medalla de Andalucía por parte de la Junta andaluza.

En cuatro semanas se pueden crear hasta 85 láminas de piel de 144 centímetros cuadrados. DL.

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