NÚMEROS 1 / INNOVA
En defensa de la sexualidad (toda)
Diego García Ferrero / Premio Extraordinario de la Universidad de León por su investigación.
A su tesis, compleja y difícil, le levó la distancia. Le aproximó al análisis de la sexualidad de los jóvenes. Diego García Ferrero, graduado en Historia, máster (de los de verdad) en Antropología Iberoamericana y apasionado de las culturas precolombinas quería hacer su trabajo de investigación sobre el imperio Inca, que es lo que le llevó a matricularse en el máster, pero no pudo hacer un viaje hasta su gran «debilidad», como él lo define. Así que volvió su mirada hacia la actualidad y se enfrentó a la percepción que los jóvenes tienen sobre la sexualidad, más exactamente sobre los tipos de sexualidad de los jóvenes. Y no debió de elegir mal, porque ha obtenido el Premio Extraordinario (también de los de verdad, de los del esfuerzo) de la Universidad de León. Aunque él diga que nunca fue un alumno de buenas notas. «Entre el bien y el notable», comenta. Como si fuera poco.
Ahí van sus conclusiones, que son muchas. Merece la pena una reflexión. «En primer lugar hace falta un plan de sensibilidad en los centros educativos que ayude a los docentes a actuar en consonancia. El que un joven sea transexual, bisexual o asexual no lo hace un peligro público ni alguien del que los niños se tengan que apartar o acosar», apunta ya para comenzar.
«Es necesaria la educación desde edades tempranas hacia la aceptación. Crear adolescentes tolerantes es fundamental para prevenir problemas más adelante, como represión de los sentimientos, el miedo, la ansiedad y la depresión entre aquellos jóvenes que se ven y se sientes diferentes y que por ello sufren», añade.
«Sin una educación social no podremos avanzar como sociedad. Sólo tenemos una vida y debemos poder vivirla como cada uno quiera, sin miedos, prejuicios y sobretodo siendo nosotros mismos», concluye.
Diego García Ferrero sabe bien lo que s enfrentarse a dificultades. Terminó la carrera, de forma brillante, con un gran traspié: se le rompió la córnea. El máster lo acabó en pleno trasplante. Y ahora está centrado en su trabajo en Paradores y preparando oposiciones. Pero su gran sueño, además de tener algún día la oportunidad de trabajar en una campaña arqueológica en el santuario de Pachacamac, en Perú, un lugar de peregrinación andino vital durante mil años, donde el oráculo predecía el futuro y se creía que controlaba los terremotos, además de ir allí para «aprender de los mejores» —y sobre el que versó su primera investigación, el impacto de la religión Inca en el Valle de Pachacamac con una revisión bibliográfica desde la conquista por los incas hasta la legada de los conquistadores españoles—, el empeño de Diego es, ahora, hacer un máster de Educación y estudiar idiomas. Sobre todo esto último. Tiene una fuerte motivación: quiere abrirse nuevas oportunidades laborales. Y su inglés le ha cerrado algunas posibilidades.
De momento, aspira a seguir trabajando y no quedarse quieto. Preparar oposiciones para trabajar en lo que le gusta y no olvidarse nunca de su aspiración de participar en alguna excavación, aunque sea en verano, lo que nunca pudo hacer porque tenía que trabajar. Dice que no quiere cerrarse ninguna puerta. Y ha descubierto cosas que nunca antes había imaginado. Por ejemplo, el atractivo que tienen ahora para él los museos y las bibliotecas, el saber encerrado, quizá muy lejos del lugar donde vivieron las civilizaciones pero todo un mundo por explorar.
Ha pensado muchas veces en irse fuera de España. Y si echa la vista atrás, está agradecido a dos de sus profesores del internado de Muga de Sayago (Zamora), Reyes y Jesús Bravo, que le enseñaron Historia y la pasión por el trabajo bien hecho, el que se hace con ilusión. Este fan de Galdós y sus ‘Episodios Nacionales’, cuenta, es la primera persona de su familia en ir a la Universidad. Y para ello ha contado con el apoyo de sus padres y su novia. Tal vez por eso, le duele que no haya un pacto por la educación y que primer las ideologías partidistas.