Diario de León

INNOLVIDABLES

En el reino de Serendippo

ROBERTO SANTOS

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León

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Entender las cosas que aparecen de forma no prevista y con potencialidad verdaderamente transformadora tiene bastante de complejo y también de simpático, así que empecemos por esto último si les parece bien.

Dicen que estaban dos vascos cogiendo setas por el monte cuando uno de repente encuentra un Rolex y le dice al otro: «Patxi, mira un Rolex». El otro se lo quita de la mano, lo tira y le dice: «¿Qué estamos, a setas o a Rolex?».

Serendipia es aquello que encontramos de gran valor cuando estamos buscando otra cosa completamente distinta, es decir cuando la casualidad gobierna sobre la causalidad. ¿O es al revés? ¿O no existe lo casual y todo son causalidades?

De chiripa o de carambola son expresiones españolas para nombrar estos acaeceres. Desde hace algunos años aparece en la RAE el término Serendipia (procedente del inglés Serendipity), y a mi parecer este nombre le otorga un punto de acontecimiento extraordinario, muy poco frecuente y de gran valor que los nombres habituales del léxico patrio no llegan a atinar. Así que neologismo bienvenido.

Probablemente hayáis oído la historia del Post it®. A finales de los 70, un químico de la compañía 3M llamado Art Fry con frecuencia perdía los separadores de página de su libro de cantos cuando cantaba en el coro de la iglesia. Un día recordó que su compañero en 3M Spencer Silver había logrado un adhesivo acrílico con escaso poder de sujeción y… (me imagino a Art Fly gritando ‘Eureka’ como cuando Arquímedes descubrió su propio principio, lo que no sé es si el americano también salió corriendo desnudo de la bañera vociferando como un despavorido). Art Fly supo ver lo que otros no vieron, «la posible utilidad de un pegamento que pega poco» y que a los investigadores de 3M, tras darle vueltas durante algunos años más, les sirvió para llegaron al Post It® que todos conocemos desde los años 80.

Alexander Fleming ganó el premio Nobel de medicina en 1954 y he leído que dijo: «A veces se encuentra lo que uno no está buscando», en referencia al momento en que todo ocurrió en 1928. Al parecer Fleming era un poco guarrete, o pasota de la limpieza más bien, así que a la vuelta de dos semanas de vacaciones un moho azul-verdoso crecía en una de las placas de Petri donde estudiaba la bacteria Staphylococcus Aureus y a la que prácticamente se había comido. A Fleming le llamó la atención este hallazgo fortuito o serendipia que, tras un estudio concienzudo y su ensayo en el frente de guerra, sirvió para salvar la vida a cientos de miles de soldados y a todos nosotros para nunca olvidar su nombre, penicilina.

La historia de Viagra® es bastante curiosa. Resulta que los laboratorios Pfizer estaban estudiando un fármaco contra la hipertensión que sirviera para controlar la angina de pecho. Como pacientes ensayo usaron tanto hombres como mujeres. Transcurrido el tiempo del ensayo los investigadores concluyeron que el fármaco que habían creado no difería demasiado de los existentes en el mercado así que decidieron abandonar la investigación y pedir a todos los pacientes que devolvieran los restos del medicamento que tuvieran. Los pacientes masculinos no lo devolvieron. Ya se imaginan por qué…

Es probable que el propio nombre Serendipia sea en sí mismo una serendipia, pues se trata de un libro que ha sido adaptado a diferentes culturas, desde la persa en 1302 a la veneciana en 1557, y de ésta a la británica en 1754 y que cuenta las peripecias des tres príncipes de la isla de Serendip (antiguo Ceylan y Sri Lanka actual) que gracias a extrañas casualidades sobreviven en un viaje por el mundo antes de regresar para hacerse cargo el reino de Serendippo.

No he tenido la fortuna de leer el libro, pero en cuanto acabe la joya que estoy leyendo ahora lo busco a ver si atraigo alguna serendipia más a mi vida.

Digo alguna más porque recientemente he encontrado algo maravilloso, que puedo tildar de serendipia, pero permítanme que no lo desvele, no quiero que se desvanezca el hechizo.

Louis Pasteur nos dejó grandes descubrimientos que usamos a diario y un conjunto de perlas escritas de gran calibre como estas: «Maravillarse es el primer paso para un descubrimiento», «en el campo de la investigación el azar no favorece más que a los espíritus preparados», «el azar es algo que hay que buscar», «en el campo de la observación la suerte es de los inteligentes».

Esta semana pregunté a algunas personas ¿qué es la serendipia para ti? y una amiga que trabaja como investigadora en botánica de la Universidad de León me contestó: «Es una realidad que no le quita ningún mérito». Yo estoy totalmente de acuerdo porque creo que nada aparece por casualidad y sí por causalidad y ésta sólo la ven los preparados.

Recuerdo también a un profesor de Deusto que me dijo que los innovadores son aquellos que miran donde todo el mundo mira y encuentran lo que nadie ve. Miren por tanto la foto que acompaña este texto y si encuentran algo interesante escriban a ?dime@narua.es.

En este punto de la narración podemos llegar a pensar que esto de la serendipia les pasa solamente a los raritos (Aka freakies) y los que trabajan en laboratorios.

Pues nada de eso, a todos nos puede pasar.

¿QUIERES SABER CÓMO RECONOCER LA SERENDIPIA?

Te pilla trabajando fuerte, como las musas de Picasso

Lo casual o fortuito gobierna al principio

Sientes temor a que se te escape.

Ves los miles de piezas de su rompecabezas desde el principio

Percibes la asombrosa potencialidad de su valor

Al poco tiempo entiendes la causalidad inesperada

Si escuchas hablar de suerte pasas al punto 1

Puede que no te hagas famoso

Sientes como cada día brilla más el diamante encontrado

No todas las serendipias son de carácter profesional o económico

Estos 10 puntos narrados desde una perspectiva un poco superficial quizá, permitan entender como vislumbrar el suceso que brota y se presenta ante nosotros sin clavel en la solapa que lo diferencie. Así que has de estar muy atento a todo lo que acontece a tu alrededor y creer que es posible.

El punto 10 del listado encierra mucha compasión a mi modo de entenderlo, pues muchas veces pienso en las todas las posibilidades que tenemos de ser nosotros mismos la serendipia de otros. ¿Y cómo es esto? Pues ayudando, incluso a los desconocidos, sin pensar en el para qué, es decir ayudar sin esperar nada a cambio.

Abro los ojos a un mundo nuevo, abro mis brazos a lo inédito, abro mis oídos a todo lo que me dices, abro mi corazón a tu pálpito, abro mi boca y te respiro, abro mis manos y te acaricio, abro mi mente y te identifico…

… y, en el reino de Serendippo, abro mi espíritu y te espero.

ROBERTO SANTOS Diplomado CC. Empresariales Master Business Innovation WWW.NARUA.ES RECUERDA

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