PREMIO A LA MATEMÁTICA
INVESTIGADORES JÓVENES. Es la segunda mujer que recibe el prestigioso galardón de la Real Sociedad Matemática Española. Ángeles García Ferrero recibe el Premio José Luis Rubio de Francia para jóvenes investigadores, y continúa su trabajo. Ahora en Heidelberg
Premio a las investigaciones que aporten relevancia en el campo de las matemáticas. Es el objetivo del galardón José Luis Rubio de Francia 2019, que la investigadora María Ángeles García Ferrero (León, 1991) acaba de recibir. Es el reconocimiento de la Real Sociedad Matemática Española a los jóvenes investigadores de hasta 32 años que hayan destacado en sus trabajos. Un galardón que la matemática suma a otros importantes premios recibidos en su corta y brillante trayectoria.
Licenciada en Físicas por la Universidad de Valladolid y doctora en matemáticas por la Universidad Complutense, su tesis realizada principalmente en el Instituto de Ciencias Matemáticas de Madrid se centra en el estudio de problemas geométricos en ecuaciones en derivadas parciales, y en el desarrollo de teoremas de aproximación global para darles respuesta. La aplicación se centra sobre todo en el estudio de puntos calientes y superficies isotermas. En ello ha seguido investigando en el Instituto Max-Planck para Matemáticas en las Ciencias, en Leipzig, Alemania. Y, desde abril, en el Instituto de Matemática Aplicada de la Universidad de Heidelberg.
Ángeles García Ferrero es la segunda mujer en obtener el prestigioso galardón, con el que desde 2004 la RSME trata de reconocer y estimular la labor científica y las aportaciones de relevancia en el campo de las matemáticas. La primera fue María Pe Pereira en el año 2012.
García Ferrero, quien el año pasado también recibió uno de los Premios Vicent Caselles RSME-FBBVA, fue elegida por unanimidad entre un total de ocho candidaturas presentadas (seis hombres y dos mujeres). El jurado destacó su trabajo en el campo de las ecuaciones en derivadas parciales y, en concreto, su teoría de aproximación global para la ecuación del calor y su aplicación al estudio de puntos calientes y superficies isotermas, desarrollada con los investigadores del ICMAT Alberto Enciso y Daniel Peralta.
«Es un honor recibir este reconocimiento, por ser otorgado por la comunidad matemática y también por las personas que lo han recibido anteriormente. Supone un gran estímulo para seguir trabajando y un refrendo externo frente a las inseguridades internas», asegura la joven investigadora, para quien «ser la segunda mujer en recibirlo es también señal de que somos menos en los centros de investigación». Referentes como María Pe y otras compañeras, resalta en este sentido, «son escasos pero contundentes. Si con este reconocimiento se visibiliza también nuestra presencia, será estupendo».
La matemática destaca también que «premios de este tipo suponen un gran impulso en la carrera de los jóvenes que, a menudo, nos enfrentamos con condiciones laborales que desperdician el talento». Apunta, a su vez, que las iniciativas para visibilizar, reconocer y dar valor a las matemáticas en general, y a las mujeres en matemáticas en particular, «no paran de aumentar», aunque puntualiza que «está claro, de acuerdo a los resultados, que aún no son suficientes».
En su exposición de motivos, el jurado ha subrayado las aplicaciones de la teoría desarrollada por García Ferrero y ha valorado su capacidad de «probar algo realmente nuevo y en general sobre un objeto simple y clásico como la ecuación del calor» como un logro digno del Premio Rubio de Francia. La joven investigadora realiza, no obstante, una labor versátil con intereses que incluyen problemas complejos que analizan no sólo diferentes aspectos de las ecuaciones diferenciales sino importantes cuestiones de la topología, la geometría diferencial, la física matemática y sus aplicaciones, añaden los miembros del jurado.
El Premio de Investigación José Luis Rubio de Francia cuenta con el patrocinio de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Zaragoza. Dotado con 3.000 euros, desde 2016 este galardón conlleva además un «Start-up grant» por el que la Fundación BBVA apoya con 35.000 euros la investigación del premiado en los siguientes tres años.