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Un transporte más eficiente

EN BUSCA DE INVERSORES. Icamcyl dirige la promoción de tres proyectos relacionados con el desarrollo de nuevos materiales para reducir las emisiones del transporte, con el objetivo de encontrar empresas que los pongan en producción y trasladar el conocimiento al mercado

El desarrollo de nuevos materiales, que puedan imprimirse en 3D, facilitará la construcción de catalizadores para vehículos hasta que la solución eléctrica llegue a todos ellos. dl

León

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Identificar las zonas donde hay reservas de minerales que contienen elementos demandados en la industria tecnológica (varios de ellos presentes en Castilla y León), sintetizar materiales reciclables para imprimirlos en 3D y reducir las emisiones de los grandes vehículos de transporte y crear con nanotecnología la cubierta de los catalizadores para abaratarlos y hacerlos más eficientes son «las tres banderas, resultado de más de cuatro años en los que llevamos investigando en red, que muestran las innovaciones más punteras». Tres proyectos relacionados para los que ahora el director general del Centro Internacional de Materiales Avanzados y Materias Primas (Icamcyl), Santiago Cuesta, ha recibido el encargo de la Comisión Europea de buscar inversores capaces de trasladar todo este conocimiento al mercado.

Tres proyectos que se enmarcan en el plan denominado Ithaca. «Nuestra tarea es de facilitadores, tanto para desarrollar las tecnologías necesarias para conseguir esos objetivos como para buscar inversores y posicionar los desarrollos en los fondos europeos de financiación, de forma que permitan dar ese salto a la producción y la sociedad».

El trabajo se enmarca dentro del Programa de Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología (COST, por sus siglas en inglés); una de las redes más amplias de coordinación de la investigación científica y técnica entre varios países, al más alto nivel. Pretende establecer redes de colaboración entre los investigadores.

«La iniciativa que ahora se pone en marcha es una especie de spin off de este proyecto europeo, con investigaciones que han analizado los materiales que trabajan en un rango de operación muy extremo, como a temperaturas muy elevadas, con grandes fricciones,... Por ejemplo, los reactores de fusión, el blindaje de satélites espaciales, turbinas de los aviones,... Es una tecnología que se denomina Materiales en Condiciones Extremas».

Cuesta explica que para conseguir esta resistencia se necesitan materias primas críticas, como el tungsteno o el wolframio, «materias que tenemos en la Comunidad, por cierto».

Entre todas esas tecnologías desarrolladas se han seleccionado tres proyectos para los que se buscan inversores industriales.

El primero de ellos consiste en extraer de manera sostenible las tierras raras que se encuentran en la monacita, «un mineral que también hay en España, e incluso hay indicios de que puede haberlo en Castilla y León. Y hay que recordar que las tierras raras son uno de los vectores de las tecnologías del futuro, y actualmente su comercio se concentra en algunos países».

Este proyecto se desarrolla en un centro de referencia en Rumanía, e intenta extraer ese «oro tecnológico de hoy» de la monacita. Un procedimiento que tiene que se eficiente y sostenible, y que permitiría generar un material avanzado que se utiliza como recubrimiento para las turbinas de aviones, reactores,... Es una barrera térmica que va a permitir que el motor opere a unas temperaturas muchísimo más elevadas, hasta un 40% más. Eso implica que los combustibles se quemarán mejor y por tanto emitirán menos CO2, con lo cual el proceso será mucho más eficiente.

«Uno de los grandes retos de la industria aeronáutica es generar turbinas más eficientes, y para eso necesitan estos materiales».

El segundo de los proyectos que se pretende llevar a la producción industrial tiene como objetivo generar un material más sencillo de sintetizar, y producirlo a través de la tecnología aditiva: hacer impresiones en 3D de los bloques de los catalizadores. «Eso permitirá no sólo que puedan reciclarse, sino que sean mucho más eficientes y emitan muchísimo menos CO2».

Los catalizadores irán dirigidos a los grandes vehículos de transporte, desde camiones o dumpers a barcos. «El desarrollo es fundamental para la transición hacia medios de transporte limpios, una transición para la maquinaria pesada mientras se pasa del vehículo de combustión al eléctrico. Porque de momento no hay una solución eléctrica viable para mover este tipo de maquinaria, y eso hace que sea muy contaminante».

Con los catalizadores que ha desarrollado el equipo de investigadores «no sólo puede ahorrarse materia prima, sino recuperar la que se utiliza en su fabricación, que a través del reciclaje vuelve a la cadena productiva. Logramos con eso cerrar el ciclo de la economía circular, a través de la puesta en el mercado de un nuevo material y un proceso de manufactura que hace que se utilicen menos materiales y que estos sean reciclables».

El tercero de los proyectos seleccionado para buscar financiación tiene que ver también con los catalizadores, es este caso con la parte química. «Un sector en el que yo he participado en el pasado como científico», señala el director general del Icamcyl. Se trata de desarrollar una red que introduce una nueva nanotecnología de partículas de cobre. «Eso permite reducir el uso de materiales preciosos, como el paladio, el rodio o el platino, que se utilizan en la catalización y son muy caros. Lo que pretendemos es utilizar una nanotecnología para sustituir esas materias críticas, de forma que no sólo fabricar los catalizadores sea mucho más barato, sino que permitan cumplir los objetivos de la transición energética, porque permite reducir hasta prácticamente cero las emisiones de CO2 y de óxidos nitrosos».

La Comisión Europea ha designado a Santiago Cuesta coordinador a nivel europeo del desarrollo de estos proyectos, y responsable de estudiar las posibilidades de innovación que tienen mejores perspectivas para llegar al mercado. «Mi misión es estudiar todo lo que se ha generado en torno a estas tecnologías, hablar con todas las empresas que pueden integrar esos productos en sus cadenas productivas y llevarlos al mercado, y transferir esa tecnología con una ruta de innovación sostenible desde el punto de vista económico, que sea efectiva».

Para ello cuenta con un consorcio integrado por más de 40 socios y liderado también por María Luisa Grilli, al frente de la Agencia Nacional de Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sostenible de Italia.

Santiago Cuesta destaca la importancia de este proyecto para León, donde tiene su sede Icamcyl, y donde se están desarrollando estos proyectos. «Se trata de ayudar a las empresas, crear iniciativas y traerlas a León, para empezar a generar en la provincia un tejido empresarial relacionado con el desarrollo de nuevos materiales críticos, y que tenga una conexión directa con Bruselas. Y con sus fondos de financiación. Cada vez estamos generando más conexión con Europa, para que este tipo de ecosistemas de investigación e innovación traiga valor añadido a León e incentive a los emprendedores».

E insiste en que esta es «una de las partes más bonitas de la I+D, la transferencia de conocimiento y ver cómo de un proyecto nacen otros. Para ello es fundamental la red en la que se comparte el talento desde distintos países de la Unión Europea».