Estrategia
Unidad frente a la plaga
Desde el Itacyl se coordina una estrategia de colaboración entre todos los agentes implicados para monitorizar y vigilar las parcelas agrícolas, y desarrollar proyectos de investigación para prevención y control de las explosiones demográficas del topillo campesino
El conflicto del topillo campesino con la producción agrícola viene de largo, pero en las últimas décadas se ha extendido, en el caso de Castilla y León, hasta llegar a ser un problema para los campos de toda la Comunidad. «Ante la sucesión de eventos poblacionales recurrentes», señalan desde el Itacyl, coordinador del proyecto de investigación en el que trabaja Javier Plaza, desde la Junta se han puesto en marcha estrategias de colaboración para desarrollar acciones preventivas.
El peligro del topillo para los cultivos se deriva de «su dinámica poblacional», por su enorme potencial reproductivo. «En un período relativamente corto de tiempo, desde semanas a unos pocos meses, sus densidades poblacionales pueden multiplicarse por varios cientos».
En estas situaciones «la competencia por el espacio, alimento y reproducción provoca que parte de las poblaciones abandonen sus reservorios habituales y tiendan a dispersarse por el territorio, ocupando espacios que normalmente no ocuparían, incluyendo las parcelas de cultivo».
El Itacyl destaca que los cultivos son una parte fundamental en los sistemas productivos del tejido agroalimetnario, «por tanto, el problema que el topillo campesino puede llegar a originar no sólo afecta a los agricultores, sino que puede afectar a toda la sociedad por incidir en los pilares productivos que la sustentan». De hecho, «a nivel europeo el topillo campesino está considerado como la plaga más agresiva que puede afectar a la agricultura.
En evolución
Desde el insituto se recuerda que hasta los años 70 la presencia de este roedor en la Comundiad se limitaba a las zonas montañosas, pero «a partir de esa época se produjo un fenómeno de colonización hacia la meseta. A finales de los años 80 ya se consideraba presente en algunas de las principales zonas agrarias de la autonomía y desde mediados delos 90 está presente prácticamente en toda la Comunidad».
Además de esta dispersión en las zonas afectadas por la presencia del topillo «se detectaron fluctuaciones poblacionales periódicas, asociadas a explosiones demográficas, con mayor o menor distribución geográfica e intensidad». El período más crítico de las plagas de topillos llegó entre 2006 y 2008, tanto por la extensión geográfica que alcanzó como por la incidencia que tuvo en los culrivos.
«Desde entonces, principalmente asociado al ecosistema de la comarca natural conocida como Tierra de Campos, sin excluir eventualmente a otras comarcas de Castilla y León, se han producido explosiones demográficas en las campañas 2009/10, 2011/12, 2013/14 y 2016/17, que han motivado en todos los casos el impulso y coordinación de actuaciones por parte de las administraciones y los agricultores», explican desde el Itacyl.
Precisamente la sucesión de estos ‘eventos demográficos’ que han desembocado en plagas de topillos ha impulsado una estrategia de colaboración entre la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y los agentes implicados, desde las diputaciones provinciales (también la de León) a las organizaciones profesionales agrarias, las universidades y los grupos conservacionistas, entre otros. La prevención y control de las parcelas agrícolas y la monitorización y vigilancia son dos de sus objetivos.