La búsqueda constante
Otra mirada sobre el diseño
A sus 26 años ha logrado con los equipos con los que trabaja varios premios Laus, cuatro con el estudio Well Done y uno como estudiante en la escuela Elisava. Su especialización en diseño digital no le cierra fronteras. Es cada vez más transversal
El camino de Alejandro de Francisco Castillo primero hacia el diseño, y ahora dentro de esta multidisciplinar materia, está marcado por la búsqueda y las dudas. Las de no saber a menudo hacia dónde dirigir su curiosidad y sus pasos (también una inagotable energía). Dirigido también por los hallazgos que ha ido encontrando a lo largo de su breve (tiene 26 años) pero muy intensa trayectoria. Los universos despertados en sus experiencias formativas internacionales y los desvelados en las distintas escuelas por las que ha pasado. Las experiencias como trabajador autónomo y la búsqueda del crecimiento en el trabajo colectivo. «Ha ido todo muy acelerado, necesito un poco de estabilidad. Aunque no estoy seguro de saber vivir en ella».
Premiado ahora (en equipo) doblemente por los Premios Laus de Diseño Gráfico y Comunicación Visual, tanto en el estudio en el que actualmente trabaja, Well Done, como en su proyecto como estudiante de la escuela Elisava, continúa su investigación artística y su especialización en diseño de formatos digitales sin cerrarse ninguna puerta.
De su carácter hablan algunas de las propuestas de sus perfiles en redes. Quiere crear propuestas que transmitan, y hacer las cosas «más simples, más inteligentes, más útiles, más bonitas y más divertidas. Pensar antes de actuar y trabajar con personas. Ser parte del cambio».
Una búsqueda constante
La trayectoria de De Francisco como diseñador comenzó en un proceso de búsqueda. «Cuando acabé el instituto no lo tenía muy claro, estudié ciencias, tenía dudas entre una ingeniería, psicología, bellas artes,... Tenía miedo de estudiar algo que no fuera a servirme, la verdad es que no tenía referentes. Respecto al diseño, ni siquiera tenía muy claro lo que era, pensaba que tenía que ver con hacer sillas caras o ser ilustrador».
Explica que «lo cierto es que andaba bastante perdido, y mi madre, buscando universidades, vio un grado en la Universidad de Bilbao, en la Facultad de Bellas Artes, que es Creación y Diseño. Es una formación en la que los dos primeros años tienen mucho que ver con el arte, y en los dos siguientes te especializas en ramas: diseño gráfico, arte o restauración. Y dentro de diseño hay quien se dedica más a la ilustración, la cerámica o el diseño gráfico, que es el camino que yo seguí».
El diseñador ya encontró ahí su camino, «me gustaba mucho y se me daba bien». Aunque en realidad la búsqueda acababa de comenzar. «Estaba ya muy influenciado por todos mis estudios de arte, pero también de diseño».
El Erasmus le llevó a Bristol, a la Universidad del Este de Inglaterra. Seis meses «en los que coincidí con mucha gente, hoy amigos, que me enseñaron otra forma de mirar al diseño, con una perspectiva mucho más abierta que la que había recibido en la universidad». Inglaterra es además «un país que ha dedicado mucho dinero a lo que llaman ‘industrias creativas’, desde arte a diseño, música, cine, artes,... Ahí fue cuando incorporé referentes que en realidad no tenía, pero también es verdad que allí los diseñadores son muy respetados, se considera un servicio más a las empresas y la sociedad».
De Francisco volvió con el convencimiento de especializarse con un master, aunque de nuevo con la duda de qué sendero elegir. «Opté por empezar a trabajar por mi cuenta. Hice prácticas en dos estudios, uno en Bilbao, y otro en Barcelona, con el que hicimos campañas para todo el grupo Inditex».
En aquella época el diseñador recibía ya numerosos encargos, «sobre todo de conocidos, en mi faceta de diseñador de arte. Me conocían por exposiciones, y los trabajos que surgían tenían mucho que ver con el sector cultural. Sobre todo publicaciones editoriales, identidades visuales de festivales,...».
Perspectivas desde Italia
Llegaron los clientes y los primeros proyectos «como autónomo». Aunque sin parar nunca. Consiguió una beca que le llevó seis meses a Turín, en Italia. Era el año 2019, hacía dos años que había acabado la universidad. «En esta etapa estudié varias cosas, como arquitectura, antropología, marketing internacional,.... Podría parecer que eso no tiene que ver con el diseño, pero es todo lo contrario. Lo que más disfruto de esta vocación es que se trata de una disciplina transversal. Para diseñar bien no tienes que saber sólo de diseño, es necesario conocer aquello sobre lo que estás trabajando. Para mi es fascinante, porque estoy aprendiendo todos los días. Cuando una empresa o un proyecto contacta contigo tienes que entender qué o quién es, cuál es su objetivo de negocio, qué problemas quiere resolver,... Por eso estudiar todas esas materias fue tan enriquecedor para mi».
«Al final diseñar consiste en hablar con las personas, tiene una parte muy importante de psicología y de antropología. Lo visual es una parte, no deja de ser un resultado de toda esa investigación previa». Todas las experiencias vividas en Italia le encauzaron hacia el master que quería realizar: fue en Barcelona, en la escuela Elisava. Se especializó en diseño de productos digitales, «la interfaz, herramientas web y digitales,... Y no sólo la parte estética, sino que la que refiere a la experiencia del usuario. Es la investigación de qué pasos va a dar el usuario para conseguir una acción, y que toda esa experiencia pueda mejorarse, o enfocarse al objetivo para el que está diseñada».
Con el primer proyecto realizado en el primer semestre de este master ya ganaron un premio Laus en la categoría de estudiantes, con el proyecto digital Cafetería Industrial. A partir de ahí, con Carlos Moret, inició un nuevo proyecto. «Vimos que había un problema en el que podíamos aportar algo, y comenzamos a desarrollar una herramienta». Un programa que fue becado como start up por la Cámara de Comercio de Barcelona.
«Fue increíble, en una semana hicimos un prototipo de cómo podría funcionar, y desarrollamos una herramienta que ahora está en realidad en stand by, porque en los últimos meses nos hemos dedicado cada uno a nuestros proyectos personales con más intensidad. Sin embargo, no sólo nos permitió a nosotros entrar en contacto más con la parte de negocio, sino que es utilizada por 140 usuarios. No es la bomba, es un producto que tiene muchos fallos, pero como funciona tiene sus seguidores».
Y el mundo se volvió loco
En medio de este desarrollo «llegó el covid y el mundo se volvió loco». Alejandro de Francisco acabó el master desde su casa en León. «En ese momento tenía tanto trabajo encima que me saturé, fue la figura americana del burn out, el quemado. Eran muchas cosas a la vez, y sobre todo la duda de si yo quería ser el jefe de una empresa tecnológica, o debía optar por ser diseñador y ya».
Entonces empezó a buscar trabajo. «El pasado mes de septiembre empecé a trabajar en Pamplona en el estudio Well Done. Con este estudio hemos ganado cuatro premios Laus».
Han sido unos años de experiencias y aprendizaje acelerados, lo que hace que Alejandro de Francisco busque, de cara al futuro inmediato, un poco de estabilidad. «Una vez más, no es que tenga claro hacia dónde dirigirme, pero necesito un poco de calma. Aunque no se me da tan bien estar en ella, no sé por cuánto tiempo será. Lo que espero es ir subiendo en puestos de responsabilidad y encaminarme más a la dirección creativa. Y eso abarca desde productos digitales hasta campañas. Se trata de ir ganando experiencia hasta llegar a poder ser director de arte».
El trabajo del diseñador en Well Done por su especialización es en el perfil digital, ya que parte de la sociedad está en manos de una consultora tecnológica navarra. «Mi trabajo tiene mucho que ver con esta faceta digital, pero mi perfil les interesa sobre todo porque me puedo mover muy bien entre varios servicios que no tienen que ver sólo con esto, es un perfil más amplio».
Capacidad de adaptación
Una capacidad de adaptación que cada vez se valora más en las empresas. «Es cierto que si trabajas por tu cuenta es mejor que estés más focalizado, que los clientes puedan conocer mejor tu especialización, y que seas capaz de ser el mejor en lo tuyo. Pero para un estudio es bueno tener a alguien más transversal, que no tenga problemas para abordar varios tipos de proyectos».
A De Francisco comienza a interesarle el mundo de la aplicación de movimiento a las identidades visuales. «Cada vez vamos a ver más movimiento en la presentación de las marcas, no sólo a través de vídeos sino de animación y diferentes elementos gráficos, como las tipografías. Cada vez todo es más flexible, y puede tener movimiento».
Ahora disfruta de los premios Laus que ha conseguido tanto en el estudio en el que trabaja como en su proyecto en la escuela de Barcelona, con los equipos con los que trabaja. «Lo más importante es que el jurado de estos premios está compuesto por diseñadores, y eso hace que los criterios con los que se conceden tengan más valor. Son profesionales del sector que tú admiras, y a mis 26 años saber que hay maestros que han valorado mi trabajo me enorgullece. Son personas a las que admiro». Sin olvidar que «estos galardones te promocionan dentro del mundo de los diseñadores».
Los premios del diseño
Los Premios Laus de Diseño Gráfico y Comunicación Visual reconocen los mejores proyectos en más de 50 apartados que se reúne en cinco categorías: diseño gráfico, digital, publicidad, audiovisual y estudiantes. Su objetivo es «promover el diseño, proyectar su importancia cultural y económica para la sociedad y apoyar el entorno profesional». En la actual edición participaron más de un millar de trabajos.
El estudio Well Done en el que trabaja el joven diseñador leonés en la actualidad junto con Andoni Egúzkiza, Mikel Benito, Raquel Okiñena, Nuria Irisarri y Diego Arana; ha obtenido cuatro premios Laus 2021. Ha sido premiada en la categoría de Naming (creación de nombres) con un Laus de Bronce para la marca La Escabechina, un bar de San Juan (Pamplona) que abrió sus puertas el año pasado. Otros dos premios han sido para la revista Ra de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra; una plata en la categoría de Publicación periódica y un bronce en Colección de portadas de libro o revista. El último premio, un bronce, ha sido para la publicación Diez, en la categoría Autopromoción y elaborada para celebrar su décimo aniversario.
Los premios Laus seleccionan los mejores trabajos de diseño según cinco criterios: la idea (la calidad conceptual de las piezas presentadas); la ejecución (las representaciones formales que consiguen una gran calidad y atención al detalle); la funcionalidad (la utilidad de los proyectos presentados); la aportación (campañas novedosas, conceptual o formalmente, tanto en su metodología como en su ámbito temático) y la consistencia (el trabajo bien acabado y coherente).