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Física fundamental

El ingenio de León en el CERN

El CERN, ubicado en Ginebra, es un centro de referencia mundial en el campo de la física que reúne a científicos de diversos lugares para hacer ciencia. En este instituto, los leoneses Borja Fernández y Enrique Blanco desarrollan su trabajo en el área de automatización industrial

Los científicos leoneses, Enrique Blanco y Borja Fernández, posan en la sala de control del CERN en Ginebra.JOSÉ F CARREÑO

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Ginebra

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Desde el inicio, los seres humanos han buscado dar respuesta a grandes preguntas sobre quienes somos, a dónde vamos, pero también qué somos. En este sentido, la ciencia siempre ha querido encontrar la explicación lógica a todas estas cuestiones. En concreto, la física se ha centrado en el estudio de la energía, la materia, el tiempo y el espacio mediante leyes fundamentales.

En el estudio de la física, el centro de referencia y más prestigioso es el CERN. Un instituto creado en 1954 en Ginebra y formado actualmente por 23 Estados miembros. El CERN(Centro Europeo para la Investigación Nuclear o Laboratorio Europeo de Física de Partículas Elementales) es en la actualidad el laboratorio de investigación básica más importante del mundo, que ocupa una superficie de aproximadamente 600 hectáreas en la región fronteriza franco-suiza próxima a Ginebra.

El principal objetivo del CERN consiste en comprender cómo se comporta la materia a nivel más básico y entender cómo funciona el universo. Otra parte muy importante en este centro radica en la investigación aplicada y, también la transferencia tecnológica. Para atender a las necesidades que implican los aceleradores de partículas, se han desarrollado múltiples tecnologías que no existían en la industria. Un ejemplo destacado fue la World Wide Web, desarrollada en el CERN, la cual ha sido una tecnología pionera y fundamental en la comunicación y el intercambio de información a nivel global. Aunque también se han desarrollado otras tecnologías en el CERN que han encontrado aplicaciones y reutilización en diversos campos fuera de la ciencia y la investigación. Otro de los propósitos es la transferencia de conocimiento, ya que todo el trabajo es público y la meta es que pueda ser utilizado por cualquier científico para hacer su investigación.

Aunque existen varios aceleradores, el más conocido es el Gran Colisionador de Hadrones o LHC. El trabajo realizado aquí se centra en hacer colisionar partículas y estudiar qué es lo que ocurre. En ese punto es donde se busca la nueva física.

En 2012, se produjo el descubrimiento del Bosón de Higgs y los actuales proyectos buscan entender otros aspectos de la física como la antimateria o la materia oscura, entre otras cosas.

Haz de protones del mini acelerador ELISA del museo del CERN.STAFF DEL CERN

Leoneses en el CERN

En este centro, se encuentran Enrique Blanco y Borja Fernández, dos científicos leoneses que desarrollan su trabajo en el área de automatización industrial.

Enrique Blanco es natural de León y licenciado en Ingeniería Automática por la Universidad de Valladolid (Uva). Tras su paso por la universidad desarrolló su trabajo en tres países diferentes. Uno de ellos fue Dinamarca, donde exploró el área de la ingeniería biomédica. Su llegada al CERN se produjo con un proyecto como estudiante técnico, aunque posteriormente volvió a España para trabajar en el área I+D de Telefónica. A continuación, regresó a Suiza para hacer su doctorado en el CERN en colaboración con la Uva sobre control avanzado de procesos criogénicos. Desde entonces, su carrera profesional se ha desarrollado en este centro internacional. Primero estuvo en el grupo de criogenia durante 4 años, pasó al grupo de control industrial donde se convirtió en jefe de sección de un equipo de unas 15 a 20 personas y posteriormente, pasó a ser jefe adjunto del mismo grupo.

Por su parte, Borja Fernández nació en La Bañeza y estudió en la Universidad de León Ingeniería Industrial en la rama de automática. Se trasladó a París para realizar su proyecto de fin de carrera en el Instituto Galileo, un centro de investigación, y también hizo prácticas en un centro de automoción en Vigo. En León, estuvo trabajando en una empresa privada durante 8 meses para después dar el salto al CERN a través de su tesis doctoral en colaboración con la Universidad de Oviedo, donde lleva ya 14 años.

Al igual que Enrique, su campo de trabajo son los sistemas de control. Un campo descrito por Blanco como «apasionante», ya que abordan diferentes cosas como ingeniería de procesos, la automatización industrial o la informática y también porque trabajan en proyectos de naturaleza diferente como la electricidad, la criogenia el vacío…

Fernández ha centrado su carrera en los sistemas de seguridad y la investigación relacionada con traer métodos formales al mundo de los sistemas de control.

Enrique Blanco muestra una de las pantallas de la sala de control del CERN.CLARA BARRIO

El área de control

Su grupo de trabajo en el CERN se encarga de los sistemas de control. Enrique Blanco apunta que su trabajo consiste en «intentar que las máquinas hagan su trabajo de forma autónoma».

«Nosotros hemos trabajado en la criogenia. En el CERN, una de las aplicaciones de la criogenia consiste en mantener los imanes de los aceleradores a una determinada temperatura. Estos imanes tienen una tendencia a irse de esa temperatura y nosotros contamos con un sistema activo que mide una serie de puntos y actúa sobre los sistemas para mantener esa temperatura en un punto deseado. Otros sistemas de control permiten el movimiento de algunos imanes para asegurar trayectorias óptimas del haz de partículas para maximizar el número de colisiones», detalla Blanco.

La idea es «crear sistemas más robustos», puntualiza Borja Fernández. «Yo soy un ingeniero de desarrollo y diseño de sistemas de control y sistemas de seguridad. También hago investigación en métodos formales, técnicas matemáticas para garantizar que el software sea seguro y no haya un accidente», afirma Fernández.

Inicios en la ciencia

Ambos científicos tuvieron sus comienzos en España, aunque con pequeñas diferencias, su motivación desde la infancia siempre fue la ciencia.

«No sé si se nace con ello, pero desde pequeño supe que quería hacer cosas de ingeniería. Cuando vi la tecnología que se desarrollaba en el CERN, me di cuenta de que quería estar aquí. Trabajar en cosas de ingeniería de vanguardia y ver que tu aportación tiene un impacto en muchos campos de investigación básica es lo que te motiva más que nada. Es más difícil encontrar esa motivación en la empresa privada. Yo soy muy ingeniero en muchos aspectos porque siempre me gusta ver cómo funcionan las cosas. Tengo esa curiosidad», explica Blanco.

En cuanto a Borja Fernández, el bañezano, siempre recuerda que lo que más le gustaba en el instituto era la física y las matemáticas. «Decidí hacer ingeniería porque era lo que más salida tenía en aquella época. Trabajar en sitios como el CERN yo lo veía como un sueño inalcanzable porque tenía mucho desconocimiento sobre los tipos de contrato y programas que hay. Hay muchos proyectos para estudiantes y gente joven. Una vez aquí, yo estaba encantado y traté de quedarme y, al final, salieron bien las cosas», afirma.

El entorno internacional del CERN es una de las principales motivaciones para trabajar como científico en este centro, algo «muy enriquecedor para ambos».

«Parece un tópico, pero yo creo que está muy guay. Siempre hay proyectos nuevos. Aunque nosotros somos ingenieros que diseñamos y desarrollamos, tiene ese componente de investigación que me gusta muchísimo. Me encantan las colaboraciones que tenemos con otros centros de investigación. Ahora estamos empezando a colaborar con la NASA», narra Fernández.

«El entorno es enriquecedor desde varios puntos. Primero, porque es internacional, lo que es increíble. La posibilidad de interactuar con gente que tiene otra mentalidad tan diferente te enriquece un montón. La afirmación de que viajar es una cura para muchas cosas se puede observar ampliamente en este contexto. Desde el punto de vista tecnológico, somos un centro puntero en muchos campos. Estamos diseñando cosas que en industria todavía no llegan porque hay unas restricciones. Trabajamos con sistemas que están en zonas de radiación que son muy difíciles de encontrar en industria», cuenta Blanco.

«Desde el punto de vista de la física, es un entorno dedicado a la física de partículas, donde el desafío es continuo. La primera vez que llegué al CERN, me quedé en el hotel de aquí y era bajar a la cafetería y ver una revista científica y ponerte a leer. Era increíble, como ciencia ficción. El contacto humano es impresionante. Requiere mucha capacidad para gestionar muchos proyectos al mismo tiempo y con plazos de entrega ajustados. Tienes la motivación para que todo funcione», agrega.

Borja Fernández muestra una réplica de la interconexión de dos imanes superconductores del LHC.JOSÉ F CARREÑO

«Me inspiran los grandes proyectos»

Trabajar en un entorno tan internacional como el CERN supone convivir con científicos de todos los puntos del globo. Cada uno posee una historia y visión propia que se unen con un objetivo común: hacer ciencia.

Para estos dos científicos, un centro como el CERN supone no solo un desafío constante, sino también una fuente de inspiración para sus carreras gracias a sus proyectos.

«Siempre me han inspirado los grandes proyectos. Yo sigo pensando que las cosas funcionan cuando la gente trabaja junta. Creo que el trabajo en equipo es muy importante. Cuando empecé ingeniería caí en automática porque mi director de tesis, César de Prada, era un divulgador y una increíble persona. Es del tipo de profesor que ejerce una influencia en tu carrera de una manera inesperada. Es tan bonito. Cuando yo empecé la educación en el bachillerato no te motivaban como ahora», afirma Enrique Blanco.

«Hay gente durante tus estudios que te inspira y yo tuve a gente de mi familia que me dio consejos, incluso durante mi vida laboral. Aquí te encuentras con mucha gente muy interesante y tratas de seguir un poco su estela», señala Borja Fernández.

Si ambos están de acuerdo en una cosa es que la experiencia internacional fue un ‘antes y un después’ en su trayectoria, una especie de ‘despertar vocacional’ que les motivó a seguir persiguiendo sus metas en sus áreas de trabajo.

«Cuando hice mi Erasmus fue un cambio para mí, ya que fue pasar de vivir en León a ir fuera de España. Un primer impacto internacional con amigos de países diferentes. A nivel personal, me cambió la mentalidad y supe que quería conocer el mundo», cuenta Fernández.

En el caso de Enrique Blanco, este momento supuso un choque todavía mayor, ya que no era «algo común en la época» el poder ir fuera de España a trabajar. «Yo acabé mi carrera y tenía el servicio militar, ya que fui de los últimos. No encontraba una motivación muy grande en eso, mientras esperaba mi ingreso y pedí en la Universidad ir a algún sitio fuera de España. Me fui a Dinamarca a una ciudad perdida en el norte para hacer biomédica. Fue algo muy gratificante y fue el gran marcaje. Hacíamos cosas para pacientes que tenían problemas de movilidad. Les colocábamos neuroestimuladores para ayudarlos a caminar. Había personas que tenían problemas con los nervios del pie y lo arrastraban. Lo que hacíamos era estimular los nervios con actuadores eléctricos. Para mí fue muy gratificante y supe que quería dedicarme a cosas de este tipo. Si hubiera tenido que elegir, me hubiera dedicado a ese campo. Lo que haces es mejorar la salud de una persona y ves el beneficio directo», recuerda Blanco.

Vista del detector ATLAS a 100 metros bajo tierra.CERN DOCUMENT SERVER

Vuelta a los orígenes

Ambos leoneses comenzaron sus carreras profesionales en España, concretamente en León y Valladolid. De esta etapa tienen «recuerdos buenos».

«La etapa universitaria es increíble. Sales de casa de un entorno cerrado y el cambio es muy grande. Yo había estudiado en Maristas y luego en La Robla. Sales fuera y empiezas a vivir por tu cuenta y llega la inspiración. Todas las ingenierías son iguales al principio, por lo que puedes cambiar, pero yo creo que di en la clave», expone el leonés.

Por su parte, Borja Fernández tuvo sus inicios en León, donde estudió y pudo tener dos experiencias laborales. «Una fue como becario en el departamento de automática de la universidad. Estaba muy contento, la gente era muy buena y fue una gran experiencia. Luego también trabajé en empresa privada durante 8 meses y fue una experiencia muy positiva. Todavía era muy júnior, pero fue cuando me salió la oportunidad del CERN», señala el bañezano.

En el corto plazo, los dos científicos se ven trabajando en este instituto ubicado en Ginebra, si bien Blanco no descarta ir a algún instituto de investigación en Estados Unidos en un año sabático. 

El leonés destaca que lo que hace «me llena, sigo disfrutando un montón y estoy contento». «Me vería trabajando aquí sin ninguna duda. Para el futuro, siempre hay cosas que mejorar. Yo nací con el LHC y lo he visto desde el inicio hasta ahora. Siempre tenemos proyectos nuevos que nos motivan. En el CERN, nunca he tenido un momento en el que viera que ya lo había hecho todo aquí», explica el ingeniero.

En el caso de Fernández, tampoco se plantea cambiar porque está «muy motivado» y tiene proyectos que «mantienen esas ganas de hacer cosas» y no quiere perderlas.«En el corto plazo, no me lo planteo porque estoy muy contento en lo profesional y personal. Yo echo mucho de menos León y voy todo lo que puedo. Hablé alguna vez con la gente de la Universidad para volver, pero tuve la oportunidad de quedarme aquí y tomé la decisión de hacerlo. A largo plazo, no se sabe porque la vida da muchas vueltas. Creo que el CERN tiene un futuro muy bueno», añade.

Aunque su futuro laboral parece estar ligado a Ginebra, tienen en mente poder diseminar el trabajo que realizan los científicos en el CERN en la ciudad de León a modo de charlas, un proyecto que podría ver la luz próximamente.

Borja Fernández: «Siempre hay proyectos nuevos. Aunque somos ingenieros que diseñamos, tiene ese componente de investigación que me gusta muchísimo»

«Yo no he ido a León específicamente, pero sí a Valencia o Valladolid para divulgar CERN y que tengamos a más gente. Tenemos un programa y nos repartimos las zonas en España. En León, tenemos pendiente hacer alguna cosa porque conocemos a gente de la Universidad y Borja sí ha estado en una conferencia. La tierra siempre llama un poco», afirma Blanco.

«Yo todavía tengo contacto con gente de la universidad como mis supervisores de proyecto cuando estuve allí. Estuve en una conferencia en junio y siempre hemos hablado de hacer algo juntos ahí. Nos encantaría poder hacerlo», añade Fernández.

'Semiconductor Tracker' del detector ATLAS.CERN DOCUMENT SERVER

Divulgación e inspiración

Precisamente, la divulgación es algo clave para ambos.

Primero, en el sentido más estricto para diseminar el conocimiento y para que «no quede en la universidad e intentar que salga de los ámbitos de la ciencia y llegue al público general para que entiendan que no es ciencia ficción».

Y, además, la divulgación es clave para despertar vocaciones y mostrar las oportunidades que pueden brindar a cualquier estudiante centros como el CERN.

Enrique Blanco: «Desde pequeño supe que quería hacer cosas de ingeniería. Yo soy muy ingeniero en muchos aspectos»

«Yo jamás pensé que vendría a un sitio así. La clave es intentarlo. En la vida, hay un poco de suerte de estar en el sitio adecuado y el momento adecuado, pero hay que intentarlo. A aquellos que quieran venir les diría que miren la página web porque hay muchos ofertas y que lo intenten una y otra vez. Si no es aquí, saldrán en otros sitios oportunidades», remata Borja Fernández.

«En la vida tienes que dedicarte a lo que te llena de verdad. Como se suele decir si trabajas en lo que te gusta, nunca trabajarás. El que tenga esa ambición de hacer ciencia adelante. La suerte no existe porque es un compendio de cosas y es importante estar preparado. Te preparas y si estás ahí, funciona. Hay muchísimas oportunidades en numerosos centros. La ciencia es muy importante y quien tenga la motivación, será capaz de hacer grandes cosas», concluye Enrique Blanco.