Diario de León

Una tecnología 'made in Spain' contra el dolor crónico

La startup Spinally busca ofrecer un tratamiento innovador contra el dolor crónico a través de un dispositivo diseñado para el registro neural y la estimulación de la médula espinal que reduce la necesidad de opioides para transformar la vida de millones de pacientes

El médico y fundador de la startup Spinally, Carles García-Vitoria, en el Congreso del Dolor en León.

El médico y fundador de la startup Spinally, Carles García-Vitoria, en el Congreso del Dolor en León.FERNANDO OTERO PERANDONES

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León

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El dolor crónico es uno de los grandes problemas de salud pública en España y supone un auténtico reto, ya que presenta un impacto en la calidad y bienestar de la vida de las personas que lo padecen. Sus consecuencias van más allá del ámbito médico, ya que influye negativamente en el ámbito laboral, social, familiar y personal.

Ante esta situación, se han puesto en marcha diversas iniciativas con el objetivo de ofrecer un abordaje interdisciplinar del dolor crónico. Desde 2012, España cuenta con una Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud. Asimismo, en 2014, se publicó el Documento Marco para la mejora en el abordaje del dolor en el sistema nacional de salud. Ambos han permitido no solo el reconocimiento de este problema como una enfermedad de interés nacional, sino también impulsar el desarrollo de otras iniciativas para afrontar esta problemática.

Del 19 al 31 de mayo, la ciudad de León acogió la Cumbre del Dolor, organizada por la Sociedad Española del Dolor, donde expertos de todo el mundo se dieron cita para poner en común los últimos avances en esta disciplina.

En este ámbito, las startups juegan un papel destacado, ya que intentan ofrecer soluciones innovadoras al mercado.

Spinally es uno de esas startups que pretende revolucionar el mundo de la medicina y, en concreto, tratar el dolor crónico. Carles García-Vitoria, médico valenciano y emprendedor, es uno de sus fundadores. Aunque su formación ha estado siempre ligada a centros sanitarios, su deseo por encontrar soluciones a problemas médicos le ha llevado a querer buscar siempre la innovación.

«Yo soy médico especialista en unidad del dolor. Somos médicos que normalmente somos especialistas en anestesia y también estoy especializado en dolor. Por ello, parte de mi trabajo es anestesiar y otra ver pacientes en consulta. Además, también me dedico a practicar técnicas para quitar el dolor crónico. Trabajo en el Hospital Intermutual de Levante que está en Valencia y atiende a pacientes accidentados laboralmente. Tenemos mucho dolor por fracturas, cirugías, etc», detalla el médico.

Si bien se considera un «médico por vocación», afirma que tiene «un espíritu un poco diferente» porque siempre se ha dedicado a las patentes y la innovación médica. «A lo largo de mi carrera, he podido dirigir algunas compañías. Es algo que me gusta bastante», afirma.

El origen de Spinally

Como suele ocurrir en otras ocasiones, los comienzos no son fáciles, pero a Carles García le ayudaron a llegar a donde está. El médico destaca que su meta siempre ha sido «intentar poner solución a problemas que observaba en quirófano e, incluso, no solo en el campo médico».

«Intento ir más allá para poder ver donde hay una ineficiencia. Hace muchos años estuve desarrollando una patente para suplir una deficiencia en el campo de la anestesia que hemos probado en animales y cada vez estamos más cerca para llevarlo al mercado. Eso me dio la confianza para intentar poner solución a problemas que detectaba en el campo del dolor», señala el experto.

El doctor destaca que en este área se suelen emplear aparatos de estimulación medular, una tecnología muy costosa, pero «prácticamente mágica» porque da energía a la médula espinal para eliminar el dolor.

«Son implantes que se colocan en el espacio epidural, donde nosotros solemos trabajar mucho», sostiene.

A pesar de las mejoras que ofrece el aparato, el experto constató ciertas ineficiencias que podrían ser solventadas.

«Al ver estos implantes y gracias a la labor en quirófano, detecté una mejora potencial en los dispositivos al cambiar el lugar de aplicación. Esto no es tan sencillo de hacer porque te exige tener que hacer pruebas de concepto, patentes... Sin embargo, ya había pasado previamente ese proceso. Detecté que los estimuladores medulares son todavía ineficaces porque pierden mucha energía para llegar a la médula espinal», explica.

«Una mejora en el sistema sería alojarlos en un espacio diferente rodeado de líquido encefaloraquídeo de la médula para hacer que su eficiencia se disparase. Con ese concepto es con el que estamos trabajando ahora», agrega.

Por qué el dolor crónico

«El dolor tiene muchas implicaciones en la vida de las personas. Al dedicarnos al dolor crónico, veíamos cosas que queríamos mejorar. La decisión de tratar este área viene desde muy atrás. Aunque quisimos enfocar este dispositivo al dolor porque es el uso principal al que se da la terapia eléctrica medular, eso no quiere decir que en un futuro tenga más aplicaciones. Ya se está demostrando que la terapia eléctrica medular tiene potenciales usos en otros campos como la angina de pecho, disfunción de orina o enfermedad de párkinson. No obstante, ahora mismo nuestro campo es el dolor», recalca el doctor.

Si bien su dispositivo es similar en términos de fábrica a un estimulador convencional, los que hay en el mercado se colocan en el espacio epidural.

«Este es mucho más fino y tiene una disposición estratégica de los polos que dan la energía para permitir insertarlo en ese espacio. Es como un cable muy fino que se inserta percutáneamente con una aguja en la espalda para dejarlo muy cerca de la médula y ahí tiene que recibir y enviar información eléctrica. Estos dispositivos pueden durar toda una vida, tanto el cable como el generador que se implanta en el glúteo o la barriga. Por su coste y el destinatario, que son pacientes que han fracasado con otras terapias, se suele intentar dejar para toda la vida», avanza.

La novedad

La principal diferencia que tiene su aparato es el lugar de ubicación. Si los dispositivos convencionales se colocan en la zona epidural, su dispositivo está pensado para colocarse en el espacio intratecal.

«La idea es busca medir de forma diferente qué ocurre en la médula espinal. Ahora hay mucho ruido alrededor de esto, pero alojando el electrodo en el espacio intratecal puede disparar la eficiencia del sistema. Si ahora se pierde entre un 80 o un 90% de energía, esta tecnología llevaría casi toda la energía a la médula y podría generar unos campos eléctricos un poquito más afinados para llegar a las neuronas de la médula y dar más tratamiento con menos dosis energética», expone.

Destinatarios de la tecnología

Si bien estos dispositivos se enfocan al dolor, hay otras aplicaciones todavía en fase de desarrollo en las que se podría aplicar.

Actualmente, su producto se enfoca a adultos con dolores crónicos de espalda y piernas.

«Cuando hay una cirugía de la columna y el paciente no acaba de mejorar porque tiene mucho dolor es una indicación muy importante para la estimulación medular. Tenemos muchas indicaciones de dolor crónico como el dolor regional complejo, dolores de extremidades superiores, de brazos, cervicalgia e, incluso, de tórax», señala.

«El usuario al que queremos enfocarnos es un adulto. No es una terapia que estemos pensando para niños por varios motivos. Primero porque el niño va a crecer y segundo porque para esto normalmente no hay una condición dolorosa en los niños que venga de una cuestión mecánica que ha derivado en esos problemas, sino que puede ser otro tipo de patologías», detalla el experto valenciano.

Próximos pasos

Spinally se encuentra actualmente en ronda de financiación. Dentro de su objetivo financiero, el 70% ya ha sido alcanzado, por lo que esperan pronto poder pasar a las siguientes fases.

«Se puede todavía invertir en Capital Cell que es una plataforma de crowdfunding. Una vez cerremos la ronda que esperemos poder hacerlo pronto empezaremos a trabajar en la siguiente etapa que es el prototipado de electrodos para hacer las pruebas en animales. Eso lo tenemos previsto para el año que viene», detalla.

«El camino regulatorio es bastante arduo, ya que para conseguir la aprobación suelen pasar años. En general, suelen ser entre cinco y diez años, aunque nosotros confiamos en que sean cinco desde que empecemos las pruebas en animales. Eso saldrá como una terapia que incluso alguna compañía podría interesarse para incluir en su portfolio», añade.

Actualmente, Spinally colabora con el CEU de Valencia y tiene previsto trabajar pronto con el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón que está en Extremadura. Además, les gustaría solicitar ayudas del Gobierno dedicadas a empresas innovadoras, puesto que ya son receptores de algunas de ellas.

Equipo de Spinally

Spinally está formado por cuatro profesionales, aunque tienen previsto ampliarlo a cinco próximamente.

«Hay un director que es un experto en dirección de compañías de este tipo, un compañero que se dedica a la parte financiera, otra a la parte regulatoria y yo me enfoco en la parte más científica. Nos gustaría poder incorporar pronto un perfil de ingeniero para la generación de nuevos modelos», comenta García.

El mundo startup

Aunque emprender nunca es un camino fácil, hacerlo como empresa de neurotecnología presenta aún más dificultades. Un auténtico reto al que se enfrentan diariamente en Spinally.

«Creo que la etiqueta no es mala. Sin embargo, mientras algunas startups pueden facturar y tienen unas proyecciones mucho más claras desde el minuto uno que suben la persiana, en la neurotecnología y la medicina en general se pasa un tiempo de hibernación muy extenso hasta que se empieza a dar frutos. Es un poco lo que más inquieta porque no puedes empezar a vender algo que no tienes aprobado. Son tiempos más largos y muchas personas pueden tener impaciencia. Es una carrera a largo plazo», expone el valenciano.

Emprender en España

El camino del emprendimiento en España también implica importantes desafíos. Una experiencia común para muchos de los integrantes de esta startup.

«Una de las compañías de las fundadoras, Beatriz Llamusí, es transnacional. Aunque la creó en Valencia, se ha podido expandir ya por el mundo y no sabemos si saldrá a Bolsa. Otro de los fundadores, Andrés Izquierdo, creó una empresa en Estados Unidos, si bien fue una cosa más de estudiantes. No obstante, Pawel Soluch ha estado en muchas compañías aquí y en Estados Unidos. Todos coincidimos en que la diferencia de España con por ejemplo Estados Unidos es la facilidad y la agilidad para crecer. Allí se hablan de rondas de financiación mucho más altas para hacer algo grandioso o que se estampen e ir con lo siguiente. Es una vorágine que tiene cosas malas y cosas buenas como la financiación y el hecho de los dispositivos se validan mucho antes», destaca.

Para allanar este camino, el emprendor pide a las instituciones que «faciliten la integración de las compañías en el sistema desde el punto de vista legislativo».

«Debería ser fácil a la hora de crear e incentivar el desarrollo de startups, la ayuda tiene que ser efectiva a nivel financiación y que no haya montañas de burocracia que distraigan de lo relevante. Además, si pueden poner agentes en el ecosistema que ayuden de verdad y no sean gestores de toda la vida, creo que ganaríamos mucho. Esto va a pasar porque ya están saliendo gente de las startups que han triunfado o fracasado, pero tienen experiencia,y están como gestores en la pública», concluye Carles García.

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