La columna ya tiene plantilla
Una empresa con alma leonesa y un destacado neurocirujano de la ciudad han desarrollado el mejor aliado para las operaciones de columna: unas guías de resina en 3D que se adaptan a cada paciente y que poseen orificios tan bien calculados que la colocación de los tornillos resulta perfecta
Ya decía Aristóteles que la inteligencia no consiste sólo en poseer conocimientos, sino en desarrollar la destreza para aplicarlos. Y cumpliendo esa frase, una de las eminencias en neurocirugía de León, el doctor Antonio Luis Mostaza, y una compañía con raíces leonesas, Digital Anatomics, han formado un binomio perfecto para desarrollar un invento tecnológico que permite operar con eficacia la columna, con escaso sangrado, poca radiación y gran puntería para colocar sin desviaciones los tornillos y evitar que esas oscilaciones dañen la zona y causen dolor.
La herramienta combina un software, la planificación de la cirugía de la columna compleja y el uso de guías quirúrgicas personalizadas impresas en 3D, o a la carta, que se adaptan a cada paciente y a cada vértebra con una tasa de éxito del 99%. Así se evitan las reintervenciones por mal posición, que en la cirugía convencional alcanzan al 40% de los pacientes adultos.
«Las guías impresas en 3D representan un avance importante en el campo de la cirugía vertebral compleja, que pueden ayudar a los cirujanos a colocar los tornillos correctamente, y beneficiar a pacientes de todas las edades, desde niños de cortísima edad hasta a ancianos de más de 90 años, que precisan una cirugía del raquis. Su uso, combinado con una preparación previa de la cirugía sobre un biomodelo 3D de la columna del paciente, permite acortar los tiempos quirúrgicos y, por tanto, el riesgo de sangrado e infección intraoperatorias, y de reintervención por malposición de los tornillos», destaca Mostaza, jefe de la Unidad de Columna Compleja con técnicas innovadoras y de la Unidad de Cirugía Mínimamente Invasiva (CMI) del Hospital San Juan de Dios de León, y que inició el desarrollo de este esta innovación durante su etapa como jefe del Servicio de Neurocirugía del Complejo Asistencial Universitario de León. Un avance que han comenzado a aplicar 30 hospitales españoles, en su mayoría públicos.
Este neurocirujano ha colocado más de 50.000 tornillos a lo largo de su carrera, y ha realizado 200 cirugías mediante el nuevo sistema de guías y biomodelo 3D con éxito. Es, además, pionero en el ámbito internacional en la realización de CMI de la columna con endoscopia y un referente en la cirugía del raquis. También es eficaz en los pacientes pediátricos, donde la complejidad y los riesgos aumentan porque suelen presentar escoliosis idiopática, una deformidad que al ser congénita es mucho más elevada. A ello se suman las pequeñas dimensiones de los pedículos y que el 95% de los pacientes son niñas que requieren reducir la radiación al máximo para evitar aumentar el riesgo de cáncer de mama. Por eso los expertos estiman que las guías quirúrgicas personalizadas «son la solución más adecuada disponible en la actualidad y segura para el paciente pediátrico con deformidad de la columna.
La cirugía de la columna, en general, consta de diferentes etapas: la descompresión vertebral, que consiste en separar el saco dural y liberar las raíces nerviosas; la recalibración del canal vertebral que se ha estrechado (estenosis) para ensancharlo y hacerlo más amplio; y la estabilización, con la colocación de tornillos para alinear y estabilizar la columna operada. En las técnicas convencionales o de manos libres, en las que el cirujano opera con sus manos, puede haber una mala posición de los tornillos que cause complicaciones graves al paciente y conduzca a su reintervención, por falta de medios técnicos en el procedimiento. «Existen distintos tipos de ‘malposición’ del tornillo, hacia arriba o hacia abajo (en el eje cráneo-caudal), hacia adentro y hacia afuera, de consecuencias muy graves para el paciente, ya que un tornillo mal posicionado hacia adentro, puede comprimir el canal medular y las raíces nerviosas y, por tanto, el paciente puede tener dolor, alteración sensitiva y fallo motor, mientras que uno mal situado hacia afuera de la vértebra puede afectar a venas y arterias», explica Mostaza.
Esos errores de los tornillos se pueden evitar con las plantillas quirúrgicas impresas en 3D que se adaptan a la vértebra del paciente, con orificios específicos y calculados, para saber exactamente dónde taladrar y colocarlos de manera precisa.
Las plantillas o guías TOR-JIG son un modelo de diseño 100% español, desarrollado por la biotech Digital Anatomics, con la colaboración clínica del neurocirujano Mostaza en todo el proceso. Ya se han colocado 3.000 tornillos en más de 300 cirugías realizadas en los 30 hospitales españoles que lo han implantado con una tasa de éxito del 99%.
Las guías están hechas de resinas polimerizadas biocompatibles. El material que las compone es resina en estado líquido que se polimeriza (solidifica) al entrar en contacto con la luz ultravioleta durante la impresión 3D. El hospital que las requiere para operar proporciona las imágenes de la columna del paciente que obtienes mediante un TAC. A partir de ellas se diseña un biomodelo 3D de la columna del paciente y se posicionan los orificios de los tornillos mediante un software automático. Posteriormente, el cirujano revisa y aprueba en una plataforma virtual la propuesta de colocación de tornillos y, tras obtener su conformidad, con un programa de diseño automatizado y un algoritmo propio de Digital Anatomics se modelan esas guías específicas para el paciente y se envían a imprimir en 3D. El hospital las recibe en 48/72 horas.
En el quirófano, el material se esteriliza y el cirujano puede disponer del biomodelo 3D de la columna del enfermo, que puede consultar en todo momento, en caso de duda. El cirujano practica una incisión al paciente y procede a la intervención, sabiendo dónde debe practicar el orificio gracias a las plantillas y colocar los tornillos sin necesidad de monitorizarla con sistemas de imagen a tiempo real (con navegación o TAC intraoperatorio) que emiten radiación, como ocurre con los navegadores y los robots.
Además, el cirujano puede finalizar la operación que, en cambio, con el uso de navegadores y robots se puede ver obligado a suspender, ante un fallo técnico. «Todo esto se traduce en una disminución de un 90% de la radiación tanto para el paciente como para el personal médico al no necesitar imágenes de rayos X a tiempo real; mayor seguridad, porque los cirujanos ya hemos planificado la cirugía previamente y sabemos dónde taladrar y así nos enfrentamos a la cirugía con mayor confianza, facilidad, precisión, y en menor tiempo. Al acortarse el tiempo quirúrgico, hay menos riesgo de sangrado y menos riesgo de infección. Y, al quedar puestos con precisión los tornillos, las garantías de que el paciente no tendrá que someterse a otra intervención son mucho mayores», expone Mostaza.