Diario de León

trabant

Con la casa a cuestas... y el toro por montera

Sigue llamando tanto la atención como para detenerse… y fotografiarlo. Trabant, «Trabi» para los amigos, formó parte del grupo de empresas surgidas de la reordenación de la industria automovilística alemana tras la II Guerra Mundial. Carrocería «de cartón», Motor bicilíndrico… y a rodar.

Símbolo de toda una época en la automoción de la extinta RDA, al «Trabi» sigue sin ponérsele nada por delante.

Símbolo de toda una época en la automoción de la extinta RDA, al «Trabi» sigue sin ponérsele nada por delante.

Publicado por
J. F. Zardón
León

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Siempre… Trabi. Símbolo, durante décadas, de la automoción al otro lado del «muro», el Trabi ha acabado por tomar carta de naturaleza en la iconografía automovilística del XX (y hasta del XXI, como puede verse); no tanto por sus condiciones técnicas, que también, por lo que supuso de motorización popular en el ideario de varias generaciones de alemanes del Este, cuanto por lo que tuvo de supervivencia automovilística en la simbología de toda una época, con la Guerra Fría como telón de fondo y los neones destellando al otro lado.

La absorción de las fábricas de Audi y DKW que habían quedado en la «otra zona», daría origen a la VEB, cuya producción automovilística comenzaría en 1949 bajo la marca IFA; manteniéndose así hasta 1955, convirtiéndose en AWZ en 1958 y, un año después, en Trabant.

El P50 fue el primer Trabi que salió de la cadena de montaje en 1958: tracción delantera, motor bicilíndrico de medio litro (500 c.c.) y 18 CV de potencia que, gracias a la contenida romana de su «histórica» carrocería de resina vitrificada («cartón/piedra»… vamos), conseguía alcanzar los 90 por hora de punta.

Dos años después, y un par de retoques estéticos más tarde, aquel pionero P50 se sustituiría por el 500, cuya potencia «alcanzaba» ya la veintena de caballos.

En la primera mitad de los sesenta (1963) aparecería el 600 —como por aquí... que les voy a contar—, «subido» hasta 594 c.c. de cilindrada y, en 1964, el 601; siempre con la carrocería de resina aunque, entonces sí, totalmente distinta: la que hoy conocemos y que se ha convertido en toda una iconográfica representación de su tiempo; cruzando fronteras y derribando muros (nunca mejor dicho).

Por cierto, que al Trabi le cabe también el honor de haber compartido compañía productiva, en las instalaciones de Eisenach, con otro histórico de la época: Wartburg, cuyos orígenes se remontaban a 1898 («Fahrzeugfabrik Eisenach»), marca desaparecida en 1903 y de nuevo resucitada en 1930 por BMW —¡nada menos!— para lo que sería uno de los primeros coches de la Bayerische Motoren Werke: un biplaza con motor de 748 c.c., evolución del Dixi de 1928, ganador por Equipos en la Copa de los Alpes 1929 y de Clase en el Rallye de Montecarlo 1930, año de la aparición del «748» (recuérdese que los inicios de BMW, en 1916, fueron como fabricante de motores de aviación y motocicletas).

Así que, cuando en 1953 la fábrica de Eisenach adoptó la denominación VEB, los Trabi acabarían compartiendo cadena de montaje con los Wartburg.

Con la casa a cuestas, reconvertido en minicaravaning desplegable y con la pegatina del de osborne por bandera, estacionado el 601 en el corazón de La Palomera (la de siempre, en Los Osorios) y fotografiado a renglón seguido.

Bicolor blanco-mostaza, con bola de remolque y mascota incluida —¿qué remolcará?— y, fíjense, ¡hasta los guarismos «601» en su placa de matrícula!... para que nada falte en la magia de la representación iconográfica.

Recaló una mañana y al día siguiente ya no estaba. Sin saber de dónde ni porqué, especulaciones nada más, en su aventurero carné de ruta, en la representación histórica de una automoción contra viento… y alguna de otra marea.

Excuso decirles que no fuimos los únicos, Juan y el que suscribe, quienes nos paramos, cámara en ristre… y boca abierta —por descontado—, ante tamaña representación automovilística. En tan buen estado, por lo menos a simple vista, como para seguir atesorando -se supone- un buen puñado de kilómetros en su cuentaidem.

Aquel Trabi, no sólo había sido capaz de recalar, una mañana de finales de julio en Los Osorios, también de continuar ruta… al día siguiente.

¡Loor y gloria a los entusiastas! ¡Buen viaje!.

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