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zarpazo ecológico

Jaguar C-X16

El «Gran Gato» aspira a recuperar protagonismo entre los deportivos. Innovador sistema de propulsión híbrida y estética seductora en un biplaza capaz de «autolimitarse» a 300 por hora. Jaguar riza el rizo con un espectacular prototipo que anuncia futuras realizaciones de la marca.

Publicado por
javier fernández
León

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El KERS… en la calle. Pocas veces se ha traslado tanto —y tan bien— el principio: «de la pista a la calle», en la popularización de tecnologías nacidas en la competición: carrocería de aluminio con pinceladas de carbono, nuevo motor V6 con compresor Roots, cambio automático de 8 velocidades y KERS… como en un Fórmula 1. ¡La locura!.

Jaguar no se ha parado en barras a la hora de proponer, sobre las moquetas del Salón de Francfort, unas de las más espectaculares realizaciones que hayan firmado nunca el Gran Gato. Y eso es mucho decir, ¡porque mira que las ha firmado!.

Lo primero que los estilistas de la marca han querido dejar meridianamente claro es que el concepto C-X16 no se extrapola de modelo alguno en los catálogos del constructor: carrocería poderosamente atractiva para vestir tecnologías vanguardistas. Filosofía que Jaguar ha cultivado, se diría profusamente, a lo largo de su historia en la simbiosis «competición-cliente» y que diera frutos tan históricos como los frenos de disco «emanados» de los imbatibles C-Type y D-Type en la pasada década de los cincuenta.

Por si fuera poco -complejos fuera- el C-X16 recupera la emblemática disposición de los grandes deportivos de siempre: motor delantero y propulsión trasera -pusilánimes abstenerse- recuperando, también aquí, el sabor de lo auténtico en una época -la que ahora vivimos- de auténtico desperdicio automovilístico, en la que nada —o casi— es lo que parece o, por mejor decir… todos se parecen.

Y ello, sin perder el gusto por el compresor Roots —otro clásico en la idiosincrasia de Jaguar— revisado, claro, en su electrónica y con doble vórtice para sobrealimentar un inédito V6 de 3.0 litros y 380 CV (45,9 metros/kilo) que, para no ser menos, bebe también en las fuentes aluminio ligero del V8 y tampoco le hace ascos —¡sólo faltaba!— a los bloques de fundición con tapas atornilladas de forma cruzada —refinamiento técnico— aderezado con un sistema de inyección directa de combustible de segunda generación, que marcará tendencias en los futuros motores de combustión interna, mucho más eficaces y potentes.

Y la guinda: cambio automático de 8 velocidades, firmado por ZF que, además, recupera la «clásica» palanca —en sustitución del dichoso selector giratorio— con levas tras el volante. Pues eso…

Eso sí, el Gran Gato se «apunta» —nada que objetar— a un «Start&Stop» tan sofisticado, que es capaz de apagar el motor en sólo 300 milisegundos tras la detención del coche… para volver a ponerlo en marcha en idéntico espacio de tiempo.

Claro que la bomba tecnológica viene de la mano del KERS, capaz de aportar una ración extra de potencia en momentos puntuales, para «ayudar» al motor eléctrico que aportará 95 CV y 24 metros/kilo de par suplementarios durante una decena de segundos, potencia disponible desde el momento en que el conductor pulse el botón «Push to Pass» situado en el volante.

Por si faltaba algo… 4,4 segundos de cero a cien y 2,1 de 80 a 120; 300 por hora de autolimitada punta y 5,7 litros de consumo medio.

Lástima, el número en la puerta, los guantes y el casco… son «opcionales».

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