Silencio… se rueda
Más largo y con un nuevo reparto de masas respecto al modelo con motor térmico, la versión eléctrica del Fluence se impone como una solución de futuro. Su tarifa oscila entre 19.800 y 20.900 euros.
Pionero en su clase. El Fluence Z.E. se lanza al mercado como el primer tricuerpo cien por cien eléctrico, con el mismo precio de su equivalente térmico y compartiendo cadena de montaje en la factoría turca de Bursa.
Con un aspecto estético casi idéntico al de su homólogo convencional, el Fluence eléctrico adopta ciertas pinceladas comunes a este tipo de realizaciones en Renault, donde la tonalidad azulada toma carta de naturaleza en los faros delanteros, el cerquillo de luces antiniebla, la rejilla de la calandra frontal y en unos grupos ópticos traseros de nueva factura, que se traducen en una trama de rombos azulados.
La clave distintiva: sendas trampillas circulares en las aletas delanteras bajo las que se esconde el enchufe de recarga, en sustitución de la tradicional boca de llenado del depósito de combustible.
Declinado en dos acabados, Expression y Dynamique, la docena centímetros suplementarios, para alojar las baterías por detrás de los asientos traseros, deja la longitud total del Fluence eléctrico en 4,75 metros.
Gracias al alargamiento de la parte trasera, indispensable para alojar la batería, el maletero ofrece 317 litros de capacidad de carga (similar al de un Clio) con, además, un doble fondo en el que se aloja el cable de recarga.
También, y para conservar el equilibrio dinámico de la versión original, se ha rediseñado el costado de la carrocería, que evoluciona a la altura de los paneles de custodias, alargándose hacia el nuevo voladizo zaguero.
El negro brillante en las carcasas de los retrovisores exteriores, las molduras en el mismo color de la carrocería y la banda cromada en la tapa del maletero acaban por personalizar un «conjunto eléctrico» que se redondea con un difusor aerodinámico negro bajo el paragolpes trasero donde, por si no se habían dado cuenta… no existe tubo de escape.
Al objeto de reducir turbulencias aerodinámicas, se han diseñado unas llantas específicas para un modelo que cuenta con siete colores de carrocería, incluido el «Azul Energía», específico de la gama Z.E.
Respetando la filosofía de «coche normal», el fabricante recoge todos los elementos de la versión convencional en un habitáculo en el que, eso sí, el cuadro de instrumentos integra la información «eléctrica»: consumo medio e instantáneo, autonomía y carga o descarga de la batería.
Además, la «sonda de energía» indica el nivel de carga de la batería, tal como lo haría un aforador de carburante convencional.
Animado por un motor eléctrico con 70 kW de potencia, equivalentes a 95 CV, unido a un cambio automático y con un par de 23 metros/kilo, lo primero que sorprende en la conducción del Fluence Z.E. es el silencio; así que, atención a la maniobra porque, a balón parado, nada le «apercibirá» al conductor que su vehículo ya tiene el motor en marcha: una señal acústica interior y un testigo «Go», avisarán al conductor que el coche está ya listo para rodar con, entre otras cosas, una fulgurante e instantánea entrega de par que le permitirá acelerar sin compasión —ni molestos tirones— cual si de un «mosquito» se tratase. Consecuencia: olvídese del cambio de marchas -ya se ha dicho que es automático «continuo»- ni de más aditamentos que acelerador y freno; atención absoluta en la carretera y, eso también, adaptación del chip personal a la ausencia de rumorosidad mecánica, sobre todo cuando se circule en zonas pobladas… los peatones no nos «oirán llegar».
Por lo demás, el Fluence eléctrico se conduce como un coche convencional de tracción delantera, con la particularidad -escasamente percibida por el conductor- del revisado reparto de masas. El motor eléctrico es más ligero que el térmico (160 kilos frente a los 200 del convencional), con lo que la suspensión delantera soporta menos peso y adopta un tarado menos rígido, mientras la batería añade 280 kilos al tren trasero sobre el que se sitúa, lo que ha obligado a los ingenieros a replantear los parámetros de las ayudas electrónicas (ABS y ESC) para su óptimo funcionamiento. Lógicamente, también en materia de seguridad activa y pasiva la versión eléctrica del Fluence mantiene las aplicaciones de su homólogo térmico.
Además de las evidentes motivaciones ecológicas, por mucho que los modelos eléctricos se consideren en estos sus albores como «segundo coche», la optimizada autonomía juega a favor: 185 kilómetros de utilización real —incluso hasta 200 en condiciones óptimas—, con un mínimo de 80 kilómetros en el peor de los casos (climatología adversa, conducción deportiva o revirados recorridos de montaña). Es verdad que la autonomía de este tipo de vehículos es, al día de hoy, mucho más sensible a factores externos que en un modelo convencional… pero todo se andará.
Precios
(con IVA, transporte y ayuda gubernamental)
Fluence ZE Expression: 19.800 €
Fluence ZE Dynamique : 20.900 €
Alquiler de batería: a partir de 82 euros/mes.
Asistencia: 10.000 Km. / 36 meses.