Diario de León

La saga continúa...

Más ligero, dinámico y prestacional… el mejor roadster del mundo. Mercedes renueva la gama de su descapotable más elitista, dotándola de un mayor refinamiento tecnológico, también un mayor empaque estético y, por descontado, unas renovadas prestaciones trufadas en el también imprescindible ahorro consumista que demandan los tiempos. Su tarifa arranca en 104.500 euros

Nunca el SL había cambiado tanto, en lo estético y en lo dinámico.

Nunca el SL había cambiado tanto, en lo estético y en lo dinámico.

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León

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Súper ligero. Una filosofía que ha acompañado al SL —eso vienen a significar sus célebres siglas— desde la noche de los tiempos y que, ahora, los ingenieros de la estrella plateada han elevado a la máxima potencia: 306 y 500 CV (cuando llegue el AMG), según se trate del V6 SL 350 o del V8 SL 500, a los que se suma ahora un inédito 4.6 litros V8 biturbo de 435 CV.

El «cabrio» (perdón por la inconveniencia) más elitista de Mercedes renueva su gama, incluso su —en ocasiones— aburguesada filosofía, para volver a las fuentes y retomar —volver a adquirir— el carácter atlético y musculado del que otrora hiciesen gala sus célebres ancestros.

El caso es que Mercedes vuelve por sus fueros -si es que alguna vez los abandonó- con la actualiza interpretación de una sinfonía SL que vuelve a poner en clave de deportividad uno de los roadster (biplaza descapotable) más carismáticos del panorama automovilístico mundial, que acaba por traducirse en toda una cascada de emociones trufadas en el estilismo del superdeportivo SLS que, dicho sea de paso, ha servido de base filosófica y herencia genética a los también nuevos SLK y, por descontado, a nuestro protagonista.

Una cosa está meridianamente clara: el SL resulta ser uno de los descapotables más exclusivos y confortables que encontrase puedan en los catálogos europeos —que es como decir mundiales— con, además, una excelente protección de sus ocupantes contra las siempre molestas turbulencias aerodinámicas cunado se rueda a cielo abierto y con un plus añadido de deportividad, traducido en un optimizado comportamiento en tramos revirados de curvas enlazadas; es decir, que el actualizado SL, siempre tan efectivo en autopista, tampoco le hace ascos a las carreteras convencionales.

Con entre 110 y 140 kilos menos de romana respecto al inmediato antecesor, lo que tampoco le ha impedido aumentar un 20% su rigidez torsional —piedra de toque de todo descapotable— y, en consecuencia, ofrecer un comportamiento dinámico mucho más depurado cuando se circula… desmelenado —perdón— descapotado.

Así que, esta sexta generación SL, con enemigos naturales tan correosos como el 6 Cabrio de BMW, el 911 Cabriolet de Porsche o el XK de Jaguar, puede presumir de un coeficiente de penetración aerodinámica tan optimizado como su cifra: 0,27; claramente por debajo de los 0,32 de la anterior generación.

Y eso, que su largísimo capó delantero —seña de identidad donde las haya en la saga SL—, termina ahora en un poderoso frontal de parrilla muy vertical que sin embargo, —¿cuadratura del círculo?— no repercute en penalización aerodinámica alguna.

Eso, por no hablar del innovador techo rígido, fabricado en magnesio, 6 kilos más liviano que el anterior y que no tarda más allá de una veintena de segundos en plegarse.

Disponible, el techo en cuestión, en tres versiones: convencional opaco, acristalado y el innovador «Magic Sky Control», que permite variar el grado de transparencia a voluntad del usuario… un puntazo.

En el capítulo de puesta a punto dinámica, apuntar que Mercedes ha optado por suspensión de dobles triángulos superpuestos en el eje delantero, solución derivada de las carreras, mientras en el trasero se monta el sistema multibrazo que debutó en la nueva Clase E. Opcionalmente (algo más de 4.000 euros), puede solicitarse el sistema de control activo de balanceo de la carrocería lo que, como fácilmente puede suponerse, aporta un carácter todavía más deportivo al SL.

Y otra guinda: la dirección electromecánica con asistencia y desmultiplicación variable -más o menos directa- en función de velocidad y el ángulo de giro de las ruedas.

Dos son lás mecánicas inicialmente previstas en la fase de lanzamiento del SL: el V6 de 306 CV y el V8 de 435 CV; en el primer caso se anuncian 6,8 litros de consumo medio (un 30% menos que el antecesor) y 9,1 en el caso del SL 500 (12% más de potencia y 22% menos de consumo), lo que ya nos da una idea del trabajo de optimización tecnológico/práctica llevado a cabo por los ingenieros de la marca.

En los próximos meses llegarán al mercado las versiones más potentes de la gama: el SL 65 y SL 63 AMG.

En fin, puede que no sea la compra más lógica… aunque sí la más intuitiva por lo que de anímico y emocional tiene sentarse al volante de un SL. ¡Atrévase!.. si puede.

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