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Que 60 años no son nada...

Seis décadas después… como nuevos. Sesenta años después de correr la Mille Miglia a bordo del Jaguar C-Type, Stirling Moss y su copiloto Norman Dewis, han vuelto a sentarse en aquella icónica unidad (chasis XKC 005, prototipo que estrenaba frenos de disco) para participar en las Mil Millas Históricas (Brescia-Roma-Brescia), actualmente el rallye de regularidad más prestigioso del mundo.

Publicado por
J. F. ZARDÓN
León

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Sesenta años… tan frescos. Al igual que hace seis décadas, la emblemática pareja Moss-Dewis, han desempolvado el mismo coche que Sir Stirling condujo a la victoria en el G. P. de Reims de 1952, carrera que pasaría a los anales de la historia del automovilismo deportivo como la primera ganada por un coche equipado con frenos de disco.

Así que, en el duodécimo del XXI, Moss y Dewis han vuelto a Brescia para volver a tomar la salida, de la mano de «Jaguar Heritage» (el departamento de vehículos históricos, con sede en la casa matriz de Maldon-Essex), en una de sus carreras fetiche.

Es verdad que en aquella edición de 1952 (entonces carrera de velocidad pura… en carreteras abiertas), el equipo de Stirling Moss y Norman Dewis se vio obligado al abandono por avería en la dirección del C-Type; aunque también lo fue que el innovador sistema de frenos de disco demostró una valía en competición que, como tantas veces, ha acabado por tomar carta de naturaleza en millones de coches de serie por mucho que, en su momento, los responsables del equipo tuviesen que vérselas con los comisarios técnicos de la prueba para explicarles que, la innovación era «sólo» eso… frenos.

A la histórica victoria de Reims en 1952, que Moss reeditó en el 53, seguiría -aquel mismo 53- el insultante dominio de los C-Type en las 24 Horas de Le Mans: primero, segundo y cuarto.

«Los frenos de disco eran increíbles —recuerda hoy Sir Stirling—, los Ferrari y los Mercedes no frenaban mal, pero se recalentaban inmediatamente.» «Con el Jaguar C-Type se podía frenar una y otra vez, a gran velocidad y sin recalentamiento, así que la Mille Miglia era la prueba definitiva para el mundo real. Una idea que surgió —sigue recordando Moss— del conjunto del equipo: si el vehículo superaba la prueba, dispondríamos de unos frenos adecuados para la producción en serie».

También Norman Dewis, que además de copiloto era entonces el Ingeniero Jefe de Desarrollo en Jaguar, recuerda ahora las dudas que plantearon aquellos frenos: «Nos llamaron los inspectores técnicos de la prueba, que estaban dando vueltas alrededor del coche, mirando a través de las ruedas para acabar preguntándonos… ¿dónde están los frenos? ¡Este coche no tiene frenos!». «Sí que tiene -les respondí entonces- sólo que se trata de un nuevo tipo, y no tuvimos más remedio que demostrarles como funcionaban… levantando el coche y retirando las ruedas».

En fin, que como tantas veces, las innovaciones «necesitan»… ser demostradas. Y bien que lo hicieron, Moss y Dewis… con el inestimable concurso del —hoy icónico— Jaguar C-Type.

Por cierto, como quizá el lector no ignorará, la cifra de tres dígitos (619), en los laterales del coche, mostraba entonces en la Mille Miglia la hora de salida de cada participante en horas (9) y minutos (19); sistema exclusivamente utilizado en la célebre carrera italiana, que marcó toda una época entre 1927 y 1957, cuando el desgraciado accidente del español Alfonso de Portago, con Ferrari, terminó con ella.

Stirling Moss, marcaría el récord absoluto de la prueba en 1955, a bordo del también famoso Mercedes 300 SLK (nº 722) y copilotado en aquella ocasión por el norteamericano Denis Jenkinson, el inventor de las «notas» en los rallyes, cuyos 1.600 kilómetros de carrera anotaría, curva por curva, en un largísimo rollo… de papel higiénico.