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Del «Quadrilette» al 201... y siguientes

El 201 inauguraba los tres dígitos en las denominaciones de Peugeot. Cero central y tres dígitos. Las denominaciones de Peugeot daban un «giro Copernicano» a partir de la aparición, en 1929, del modelo 201; proyecto salvador y ancestro de futuras metodologías en los catálogos del fabricante.

Publicado por
javier fernández
León

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Identidad de marca. Si en 1905, antes de la Gran Guerra y la reconversión militar de Sochaux, antes de que en Valentigney se acuñase moneda para los empleados, antes incluso de que el submarino U24 hundiese al inglés Formidable y de que el U20 echase a pique al Lusitania, Peugeot ya «pedía paso» con el Bebé; utilitario ligero de la época, capaz de alcanzar los 40 por hora.

El Quadrilette, un «ciclocar» presentado tras el conflicto, a finales de 1919, volvería a causar sensación por su practicidad y bajo mantenimiento: dos plazas, en tándem o una al lado de otra —según versiones—, una especie de «híbrido» entre coche y moto (miren por dónde, algunos modernísimos eléctricos del XXI… presentan esa misma condición), con potencias entre 4 y 10 CV y, ya entonces, los «pétalos»: carrocería torpedo, automóvil cerrado, carreta normanda, furgoneta… construidos en Audincourt y Beaulieu, entre 1919 y 1924, que se vendían a 9.400 francos -de los de «entonces»- aunque… sin capota, ni faros, ni rueda de repuesto; por 500 francos más, se entregaban «completos».

Y por aquello de la filosofía deportiva, que tantas veces ha trufado los catálogos del fabricante, el Quadrilette Tipo 161 —transmisión por cardán, cambio de tres velocidades, sin amortiguadores y 60 por hora— serviría para que algunos aficionados participasen en el «Tour de France» (automovilístico… claro).

Aunque tampoco la producción se limitaba sólo al Quadrilette, también el «25 caballos», primer Peugeot totalmente fabricado en Sochaux, los motores sin válvulas (1925) y, siguiendo las pautas de Robert Peugeot, la diferenciación de las distintas ramas industriales de la compañía: herramientas, automóviles, bicicletas y motocicletas.

En 1928 Peugeot lanzará —¡cómo no!— su primer diésel y, un par de años después, tras su presentación en el Salón de París… el 201, que ya no es un Peugeot «como los demás», se trata, no sólo de un auténtico coche, también será el encargado de acabar con los meandros de las denominaciones: todos los modelos, excepto los utilitarios, llevarán el «0» central .

Así, el 201 inauguraba aquella —entonces— nueva metodología de denominación de la «Sociedad Anónima de los Automóviles Peugeot», que se cerraría para el «1» en 1934, con el lanzamiento del 601. El «2» nacería en 1935 con el modelo 402 y saldría de catálogo con el 202. La serie de los «3», en 1948 con el 203, y la de los «4» en 1960 con la aparición del icónico 404 —aquel «taxi parisino» y triunfador en rallyes—.

Aunque, sobre todo, el 201 ocupa un lugar de privilegio en la historia de la marca: 142.309 unidades fabricadas en el cómputo total. La primera versión del 201 estuvo en producción hasta 1932 —Berlina, Torpedo, Cabriolet—y acabó convirtiéndose en todo un best-seller: más de 63.000 unidades y, lo mejor, el 201 sería el primer coche fabricado en gran serie con suspensión delantera independiente y, ¡el colmo del refinamiento!, doble limpiaparabrisas automático.

«Las fuerzas malévolas de la carretera son vencidas por las ruedas delanteras independientes»… desbordante, la imaginación de los publicistas de la época.

Después, también se sabe, el dentista Georges Paulin, asociado al carrocero Rueil-Malmaison, se convertirían en los padres del Cabriolet 301, mientras —¡la locura!— Marcel Pourtour (un carrocero «diferente»), Darl´Mart (un concesionario «visionario») y, de nuevo, nuestro dentista Georges Paulin… pondrían a punto el celebérrimo Eclipse 601: primer coupé-cabrio con capota metálica retráctil y escamoteable en el maletero, ¿les «suena»? Pues eso… que sigue sin haber nada «nuevo» bajo el sol.

Pero esa… es otra historia. La que hoy nos ocupa, le ocupa a Peugeot, es la reinvención de una metodología histórica en los catálogos de Sochaux, siempre con el «0» presidiendo los dígitos y el león de Montbeliard… enseñoreándose de la parrilla frontal.

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