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Rápida y manejable, la «Berlinette» plantaría cara a los santones de la época.

Publicado por
J. F. Z.
León

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Concebido por Jean Redélé para ganar rallyes —y bien que los ganó—, el Alpine A110 pisaba las moquetas del Salón de París de 1962 como segunda Berlinette en la línea sucesoria de Dieppe, tras el A108, con una evidente ganancia estética y deportiva.

Una silueta sobria, magníficamente equilibrada y de gran pureza estética, que apasionaba sólo con verla y que, en la a carretera, sorprendía por su manejabilidad y motricidad, fruto de la colocación del motor «en voladizo trasero» que acababa por propiciar un impecable deslizamiento y un excelente control del coche con ligeros toques de volante y acelerador.

Así que, la Berlinette… invitaba a pilotar, con algunos defectillos —la estabilidad en ocasiones— que terminaban por tornarse en virtudes

Con estos mimbres, la lista de victorias deportivas firmadas por la Berlinettte A110: entre 1961 y 68, primero con pilotos privados y con la famosa armada oficial después (Gérard Larrousse, Jean-Claude Andruet, Jean-Pierre Nicolas y Bernard Darniche como «apoyo» semi-oficial), el A110 apuntaba unas maneras, que acabarían por confirmar su condición de coche ganador en el vertiginoso ascenso deportivo de 1969 (Jean Vinatier y Jean-Claude Anndruet) y 1970, cuando la versión 1.600 S recibía la homologación en «Grupo 4» y ya podía medirse de tú a tú con los tenores —mucho más potentes— de la época.

Tanto los «midió», que el Rallye de Monte Carlo de 1971, una de las icónicas participaciones en la trayectoria deportiva del Alpine, conocería el primer gran triplete del A110: Ove Andersson, Jean-Luc Terrier y Jean-Claude Andruet… por este orden. Temporada que los Alpine redondearían con el sueco Andersson metiéndoles el agua en casa a los italianos del potente equipo Fiat-Lancia; el rallye austriaco Copa de los Alpes y el griego Acrópolis acabarían por firmar el título mundial, mientras Nicolas ganaba el título «interior» francés.

En 1972 -corriendo hacia la gloria-, el motor 1.600 sube a 1.800 y Andruet marca territorio en el Tour de Corse y el Alpine estrena (Rallye de Cévennes) estrena mecánica turboalimentada (Renault iniciaba sus «pinitos» con esa tecnología motorística).

Y en 1973… ¡el apogeo de la epopeya!.

Imagínense a los mejores pilotos franceses del momento: Andruet, Darniche, Terrier, Nicolas y Piot… al volante del mejor coche de la época. Si a eso le sumamos —le sumó Alpine— un equipo de mecánicos «entregados a la causa», resulta fácil comprender porqué la temporada arrancaría con victoria en el Rallye de Monte Carlo (Andruet, escoltado por otras cuatro Berlinette), seguiría con le doblete de Portugal (Thérier y Nicolas), mientras en Marruecos —ni la tierra se le resistía— Darniche se muestra intratable.

El resto de la temporada sería un paseo militar: Alpine Renault «en» Campeón del Mundo y Jean-Luc Terrier de Francia.

Después, 1974 y 75, aquella mítica formación oficial conocería los últimos fulgores: Nicolas gana el Rallye de Marruecos y es segundo en el Tour de Corse, mientras Henry firmaría —Criterium de Cévennes- la última victoria de la Berlinette A110.

Paralelamente, también la Berlinette desembarcaría en España de la mano de FASA: A108 en 1963 (con le motor del Dauphine Gordini, 40 CV); en 1966, con el motor del R8 y un año después con el del R10 (51 CV) fabricado aquí. Hasta que, en abril de 1971, se utilizaría el motor del R12 (66,5 CV) y seis años después (1977) el del R12 TS (85 CV), convirtiéndose en A110 1400 (versión «exclusivamente española».

En mayo de 1978 se abrocharía la producción española del Alpine, con la mecánica del R5 Copa bajo la carrocería de fibra de vidrio.

En el histórico hispano, quedaban dos campeonatos de España firmados por Bernard Tramont en 1967 y 68 (que luego se convertiría en director deportivo) y el de Lucas Sáinz (1971) al volante de un Alpine oficial de fabricación española.