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Vuelve el mito…

Renault revive la leyenda con un «evocador» A110-50. Todo parecido… es mera coincidencia. Sólo se conserva el espíritu de la celebérrima «Berlinette» que conquistara el corazón de los aficionados hace ahora medio siglo. Los 50 del Alpine, los celebra Renault con una reinterpretación del famoso A110 que, para que nada falte, se llama… A110-50 y costará, cuando se haga realidad, en torno a 45.000 euros.

Alpine A110-50, tras la huella de la «Berlinette»…

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ
León

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En clave de XXI. No tiene porqué parecerse —ni se acerca… de hecho—, tampoco tiene porqué volver a los faros redondos ni a lucir cazoletas supletorias —los Cibié...ya saben— para escudriñar las cunetas del Coll de Turini, ni mucho menos habría porqué renunciar al motor colgado por detrás del eje trasero —que se renuncia— ni, por descontado, a la propulsión zaguera —que se mantiene— aunque ahora se centre allí, en el chasis tubular herencia Mégane Trophy, un V6 de 400 redondos CV indisolublemente unido a una automatizada caja de 6 velocidades, con doble embrague cerámico… y todo.

Eso, por no hablar de sendos capós -delantero y trasero- «así» de grandes, cuya apertura a casi 90º —pura herencia de circuitos— deja al descubierto las tripas de una hipotética Berlinette, que tampoco tiene empacho en abrir sus dos puertas en heliotropo.

A la postre —nunca desdeñable le dessert—, siempre apetitoso… entre la poire et le fromage…, los ingenieros de Renault Sport beben en las experimentales fuentes de la Fórmula 1 hasta dibujar una aerodinámica de libro, y una transmisión —de potencia— y una telemetría capaz de optimizar reglajes hasta el infinito… y más allá.

Y, claro, el Azul Francia —«algo» tenía que quedar— como color oficial de un prototipo, el Alpine A110-50 que acabará por poner los dientes largos (y el vello de punta) a más de uno —de los competidores, se entiende— cuando la sugestiva reinterpretación del mito salte, definitivamente, a la palestra.

De momento en clave de prototipo, el A110-50 no deja indiferente, ni por agresividad estética ni por aplicaciones tecnológicas: ligerísima carrocería de fibra de carbono pintada, ya se ha dicho, en un reinventado «Azul Alpine», lo que permite a nuestro protagonista arrojar en báscula la contenida romana de 880 kilos; es decir, casi 150 menos que un Twingo y, lo mejor, presumir de una ensoñadora relación peso/potencia: 2,2 kilos por caballo, «casi» lo que pesaba -salvando todas las distancias que el lector considere- la Berlinette… la «de verdad», se entiende.

También la nueva, la del XXI, puede presumir de una estética elegante y fluida, se diría dibujada tal que si de una escultura se tratase resaltando la luz al incidir en ella, los faros adicionales «abombados» en semi círculo, con una interpretación tan técnica como nostálgica gracias a una iluminación full-led de color… amarillo, una luneta tridimensional bien marcada que permite vislumbrar el motor situado en posición central trasera y, otro guiño, sendas entradas de aire en cada flanco que recuerdan a las que llevaba la Berlinette en sus aletas traseras: la derecha para refrigeración de la caja de cambios y la de la izquierda para el compartimento motor.

Eso, por no hablar de un habitáculo consagrado a la competición: baquet del conductor —piloto… mejor— de marcadas formas anatómicas, equipado con arnés Sabelt y tapizado en varios matices azules, además del volante con pantalla en color —idéntico al de un monoplaza F 3.5— que proporciona todas las indicaciones necesarias al piloto.

Por lo demás, que no es poco, tan estudiado el reparto de masas como que el equilibrio es prácticamente medio/medio: el 47,8% sobre el tren delantero que, lógicamente, debe traducirse en un excelente comportamiento dinámico.

También las llantas de 21 pulgadas, fijadas con tuerca central, están específicamente realizadas para el A110-50 y homologadas con neumáticos Michelin para circular por carretera.

Es verdad que, de momento, el sucesor por línea directa de la mítica Berlinette «sólo» —deténganse en las comillas…— es un prototipo de concepto; pendiente, para que entre en la línea de montaje, de la rentabilidad del proyecto y que los 45.000 euros es el «tope» que se ha puesto Renault para poder lanzarlo a los escaparates de los concesionarios; pero —también de momento— soñar… es gratis.

Es verdad que… todo parecido…, aunque también lo es que se vive aquí, cincuenta años después, todo el espíritu de la icónica Berlinette.

No es lo mismo... aunque, en el corazón de quienes la pilotamos —la Berlinette—, se le parezca… en el amarillento de los led.

Au bout du compte… siempre nos quedará Alpine.